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Ajustada victoria de Iglesias frente a los carrillistas en el Comité Central del PCE

La reunión del Comité Central del PCE, concluida poco después de las seis de la mañana de ayer en un clima de notable tensión y confrontación, puede tener como consecuencia a medio plazo una ruptura en el partido de hondo significado ideológico. U opinión unánime al concluir ayer la maratoniana reunión del Comité Central -tres días, con un total de más de 40 horas de sesiones- es que la victoria conseguida por Gerardo Iglesias en la votación a su informe innovador, menos abultada de lo que él mismo esperaba, se verá empañada además en los próximos meses por los constantes ataques del sector carrillista.

"Si nadie quiere renunciar al eurocomunismo y todos quieren una formación política revolucionaria fuerte, aún es posible la unidad de los que estamos en el partido y que vuelvan miles de los que se han ido", decía en su discurso final Gerardo Iglesias, poco antes de que su informe obtuviese un resultado favorable de 43 votos frente a 27 y una abstención.Pero las manifestaciones posteriores demostraron sobradamente que la unidad no será fácil. La retirada de Carrillo y de algunos de sus más destacados seguidores -Jaime Ballesteros, Adolfo Piñedo- de la comisión que deberá elaborar un proyecto de documento de tesis que constituirá la base de discusión en el XI Congreso del PCE, a celebrar a mediados de diciembre, resulta sintomática.

También lo fue el hecho de que Ballesteros tratase, aparentemente en contra de los estatutos, de presentar una propuesta alternativa al informe de Iglesias, reafirmando sus principales puntos de discrepancia: no insistir en el neutralismo en política externa, moratoria de un año antes de que España diga a la CEE, no al apoyo crítico al PSOE, no a las ideas de reconciliación con los expulsados del partido y no a varios de los importantes cambios internos propuestos por Iglesias en su informe, entre ellos una renovación periódica de la dirección, secretaría general incluida.

Fue el propio Francisco Romero Marín, otrora considerado un duro y no lejano a los prosoviéticos, pero ahora convertido al innovacionismo, el encargado de rechazar la pretensión de Ballesteros, que no pudo, finalmente presentar su tesis alternativa.

Por otro lado, aunque todos hacen declaraciones fervientemente eurocomunistas, resulta claramente perceptible una variación de tono en la parte dedicada a política internacional de las intervenciones de los carrillistas: Ignacio Gallego, que se declaró ayer identificado con las tesis de Carrillo y Ballesteros, no se recató en su intervención en dedicar emocionados párrafos a los logros sociales de la Unión Soviética, en ventajosa comparación con los 12 millones de parados en Estados Unidos. Y e propio ex secretario general parece haber olvidado sus pretéritos ataques al Este, aplaudiendo ahora, en cambio, las últimas propuestas de paz surgidas del Pacto de Varsovia.

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Escaso interés en los 'renovadores'

Este viraje fue aprovechado por un sector de los adversario de Carrillo para hacerle aparecer volcado en los brazos de la URSS; medios no completamente identificados trataron ayer de difundir la especie de que el ex secretario general, junto con Ignacio Gallego, permanecía reunido con responsables del prosoviético Movimiento de Recuperación Comunista, donde se integra, entre otros, el dirigente de CC OO Fidel Alonso. Pero Luis Cabo, de la dirección del MRC, desmintió tajantemente el rumor -difundido telefónicamente a varias redacciones madrileñas-, aunque sí admitió que se celebró una reunión con el afin Partido de los Comunistas de Catalunya para analizar "los resultados del Comité Central en momentos de prerruptura del PCE".

En el ala opuesta, los renovadores expulsados del PCE por Carrillo o que abandonarron voluntariamente el partido expresaron ayer escaso interés por el proceso que vive su ex partido: "Es un aquelarre; hace tres años se perdió todo, no hubo entonces la visión de que se estaba ante la última oportunidad".

Carrillo, por su parte, concluyó el encuentro del Comité Central manifestando su voluntad de seguir en el partido, aunque agregando, escasamente conciliador: "Si hay ruptura, será propiciada por ellos". El ex secretario general, que se manifestó firmemente dispuesto a no intentar regresar al puesto del que dimitiera el año pasado, mantuvo su silencio respecto a si trataría de sacar adelante la tesis alternativa de Ballesteros.

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