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Acuerdo para una salida a la crisis de Bruguera sin despidos

Andreu Missé

Representantes de la empresa y de los trabajadores de Editorial Bruguera y Distribuidora Libresa han alcanzado un acuerdo para poner en práctica el plan de viabilidad de la sociedad sin que se produzcan despidos. El proyecto de recuperación empresarial exigía rebajar la plantilla de 1.300 personas a 850. Entre bajas voluntarias, jubilaciones y jubilaciones anticipadas se amortizaron 200 empleos. Sin embargo, para llevar adelante el plan era preciso una reducción de otros 224 puestos de trabajo.Tras intensas negociaciones, empresa y trabajadores acordaron a finales del mes pasado proceder a varias reducciones temporales de empleo rotativas en las que participasen el mayor número de trabajadores, de forma que, con estas medidas, se evitase el tener que recurrir a despidos forzosos.

La posibilidad de que la empresa remonte la crisis está estrechamente ligada a que reciba apoyo financiero. Al parecer, existen negociaciones con un grupo suizo que está interesado en participar mediante una ampliación de capital.

El acuerdo que se viene desarrollando con absoluta normalidad contiene una cláusula que establece que "ningún trabajador consumirá más de 180 días de suspensión de contratos". Esta cláusula es una garantía de que los trabajadores continuarán teniendo derecho a las prestaciones de desempleo de un año y medio en el hipotético supuesto de que se registrase un cierre de la empresa.

Las dificultades de Bruguera se iniciaron hace cinco años con la renovación de su equipo de gerencia y culminaron con la suspensión de pagos presentada en en junio de 1982. En aquel momento, la empresa declaró unas deudas de 3.909 millones de pesetas, endeudamiento que se había producido entre otras causas por la ampliación del plazo de cobro de varios productos. En efecto, la popular línea de producción en que se había especializado esta empresa era un tipo de producto (que se vendía principalmente en los quioscos con un plazo de cobro semanal (novelas de Marcial Lafuente Estefanía, Corín Tellado, Carlos de Santander, revistas humorísticas como Pulgarcito, DDT y Mortadelo, y publicaciones que tuvieron gran acogida entre los más jóvenes como El Jabato y El Capitán Trueno).

La nueva línea de producción pretendía introducirse en el mercado de obras de mayor calidad literaria. Este objetivo no estaba reñido con la tradición de la empresa, pero implicaba una adecuación de las estructuras financieras a este tipo de producto cuyo plazo de cobro era mucho más dilatado.

La crisis de Bruguera es un ejemplo típico del estancamiento que sufren muchas empresas catalanas de carácter familiar cuando son regentadas por la tercera generación. Los trabajadores recuerdan la época de mayor expansión de la empresa, durante las décadas del 60 y 70, cuando la sociedad estaba regentada por Francisco Bruguera, un hombre emprendedor, ex comandante del Ejército Republicano, que convirtió a la empresa en refugio de perseguidos.

La enfermedad obligó a Francisco Bruguera a dejar el negocio en manos de su sobrino Juan Bruguera, quien, a juicio de los trabajadores, nunca mostró un excesivo entusiasmo por la empresa, ya que su verdadera pasión eran los estudios de medicina. Ante la ausencia de un gerente por parte de la rama familiar, se contrataron los servicios de Joaquín Miñano, cuya gestión ha sido contestada por los trabajadores.

Posteriormente se descubrió la implicación de la empresa en el fraude a la Seguridad Social de Barcelona. Según las investigaciones de la Guardia Civil, Bruguera había defraudado 169 millones de pesetas, por lo que se ordenó el procesamiento de Joaquín Miñano y de Joan Cornudella.

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