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La movida

La movida conservadora viene a tope, oigan, que la Unión Democrática Internacional ha moviliza do a la jet conservadora madrileña hacia Inglaterra como las carreras de Ascot, ya tenemos a Fraga con su bombín de cuando fue embajador en Londres, que se lo han bajado, hombre, del desván, que estaba en una sombrerera de doña María Victoria Fernández España y no había manera de encontrarlo Es lo que pasa con las mudanzas Ideológicas, me refiero. El señor Alzaga, por su parte, también se está probando sombrero. Super-Schwartz lo tiene un poco más crudo, pese a su apellido de fuera porque las chisteras de medio tubo que alquila Cornejo no le dominan la crespa, aluminizada y fuerte cabellera y, mayormente, porque lo suyo no tiene aún en Europa interlocutor válido, ni siquiera dentro de la gran soirée o movida que se ha montado misstress Thatcher, que ahora recibe los viernes en 10, Downing Street, como madame Verdurin recibía cuando podía, en el mundo de Proust, y siempre con el resentimiento de que su salón no era el de los Guemantes, sino sólo una saleta. La saleta de los conservadores europeos, ahora consorciados, es muy capaz para asentar cómodamente a los numerosos líderes de derecha non plus ultra que quedan en el viejo/nuevo mundo, pero la Thatcher/Verdurin, que lo que quíere/cree es ser la reina Isabel tiene complejo, sí, de cogollito", que es como el personaje proustiano llamaba a su tertulia, y va a remar en él con el pelo ondulado a la sohiza en Oxford Street. El enviado de Reagan sólo sabe tocar al piano La rosa rubia de Tejas, que es lo que bailaba todo el salbon en los westem musicales de Yonne de Carlo y Rod Caineron. Misstres (digase misis, tampoco miss) Thatcher hubiera preferido la sonata, la "pequeña pieza", y, al piano, un joven dudoso y protegido del señor de Charlus.Antonio Garrigues-Walker no es nada dudoso, coño, qué pena, por que podría servir, si no, como pianista liberal del cogollito. Mi querido Antonio tiene demostrado, incluso con exceso, que no dobla su virtud ante la heráldica de ningún Charlus/Guermantes, pues que tiene heráldica propia. El cogollito conservador que quiere enfrentar se a la aristocracia socialista, como los Verdurin o los Guermantes, son veintidós y proceden de diecinueve países. Entre los liberales, algún español, ya digo: Garri gues o Schwartz. Garrigues toca mejor el piano. Entre los demo cristianos, también algún español: ¿Alzaga? Entre los conservadores, naturalmente, don Manuel Fraga, que ya hemos dicho que ha reen contrado el bombín de embajador. Ahora a ver si sale el paraguas, que a lo mejor lo tiene Verstrynge, a modo de bastón, para seguir en sayando de dandy/Telva. Los ame ricanos van a dar la nota en un sa lón tan fino, que. siempre ponen los pies en las consolas (con lo bueno que es eso para el riego sanguíneo). Los alemanes, desde Goethe, son unos afrancesados, de modo que les gustará jugar a proustianos en Londres, ya que del grupo Bloo'msbury no tienen ni idea: Mooré, Russell Forster, Virginia Woolf, Joyce. Todos ellos unos rojos que, sin embargo, hacían reuniones mucho más finas que las de 10, Downing Street. Los japoneses, con sus transistores, no van a dejar oír nada de la 'pequeña pieza", pero son quizá los únicos que están en el Poder, en su país, y a Thatcher/Verdurin la van a humillar mucho cuando se obstinen en sacar vídeos de toda la ultranza mundial y del rincón donde apoya ba la cabeza Charchill. "Una Guermantes no lo hubiera consen tido, claro", se dice ella por den tro. También van/vienen los pedá neos franceses, o sea los ganado res de las municipales. Quiere decirse, todos los franceses que no han leído a Proust. La UDI, ya como planteamiento, les queda una horterada. Un sarao del que jamás haría glamour social Julito Ayesa. Bush, el yanqui, desde lue go no da la talla, aunque sea alto. Entre él y el alemán Kohl yo, la verdad, veo más marchoso a Fraga. Pero Fraga conoce a Proust, como a todos los autores, median te la lectura diagonal, y no veo ma nera de meterlo en el mundo proustiano. O sea, en Europa.

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