Signos externos
La gran diferencia con otras épocas es la siguiente: ya no hay diferencias. Sólo hay sutiles distinciones, pero es muy distinto: puedes meter la pata al menor descuido. Los modos de producción, las clases sociales, los sujetos revolucionarios, aquellas éticas o estéticas de moda eran mayúsculos diferencialismos de rango universal y audiovisual. No había entonces riesgo de confundir a un proletario con un burgués, una economía capitalista con otra colectivista, los gestos de vanguardia con los rictus de guardia.Las fronteras entre aquellos útiles signos externos empiezan a estar confusas, patidifusas. Cierto radicalismo ideológico decreta que en la holganza total anida el espíritu liberador del futuro, mientras que las cifras estremecedoras de hoy proclaman que baten récords los índices de desempleo. El ocio es la meta y el paro es la lacra.
El hambre tampoco es aquel gran discriminador histórico que siempre fue; al menos ha dejado de ser patrimonio de los clásicos sujetos revolucionarios. Los ciudadanos que más hambre canina padecen ahora: mismo ion aquellos que disfrutan de muy privilegiadas posiciones económicas, cumpliendo a rajatabla severas dietas de adelgazamiento de estilo camerunés. Y lo mismo puede decirse del trabajo manual. A simple vista no se distingue un rudo carpintero, albañil o fontanero de un fino bricoleur.
El objeto, de los economistas utópicos es el crecimiento cero, pero los resultados de las economías dramáticas van disparados en esa misma dirección. Las indumentarias características del vagabundeo y la ruina resultan perfectamente intercambiables con los modelos exclusivos del nuevo look, y las miserias violentas del suburbio artículan la estética confortable del radical-chic. En fin, sólo los avezados sociólogos del comportamiento son capaces de desemparejar las actitudes de un proletario de las de un funcionario. Los signos externos están en huelga salvaje. Por eso lo que ahora distingue no es lo que se exhibe, sino lo que se oculta celosamente: la cuenta bancaria, la doble contabilidad, el tercer consejo de administración, la cuarta tarjeta de crédito, el quinto poder.
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