El alcalde de Estepona se hubiera tirado por el Tajo de Ronda antes que votar al PCE
Miguel Castro, alcalde socialista de Estepona desde el pasado día 23, afirma que hubiera preferido tirarse por el Tajo de Ronda antes que, votar al candidato comunista y ex alcalde, Antonio Murcia, al que en las últimas elecciones municipales le faltaron unos 150 votos para obtener la mayoría absoluta. Desde que Castro se convirtió en alcalde, con el apoyo de los concejales de AP y del CDS, Murcia considera que se ha secuestrado la voluntad popular y está empeñado en que se rectifique. El día 24 inició una huelga de hambre y, junto con sus compañeros de. grupo, mantiene un encierro en el salón de sesiones del Ayuntamiento.
Antonio Murcia nació en Motril (Granada) hace 34 años, está casado y tiene cuatro hijos. Es matemático y, "por coincidencias de la vida", en enero de 1974 llegó a Estepona para dar clases en un colegio privado. En 1979, Murcia se presentó a las elecciones municipales como número uno de la candidatura del Partido del Trabajo de Andalucía (PTA), hoy desaparecido, consiguiendo ocho concejales. El pasado 8 de mayo se presentó a la reelección, esta vez en la candidatura del Partido Comunista de Andalucía (PCA), con la que ha obtenido diez concejales y 1.505 votos más que en la anterior convocatoria. En 1979, el PCA obtuvo en Estepona un solo concejal con 643 votos. Con diez concejales, frente a seis del PSOE, tres del CDS y dos de AP, se daba por hecho que Antonio Murcia era otra vez el alcalde. Pero llegó la sorpresa y Miguel Castro le sustituyó.
Acusado de ser un dictador
En 1979, con una corporación integrada por ocho concejales del PTA, seis del PSOE, tres de la Democracia Cristiana, tres independientes y uno del PCA, Antonio Murcia llegó a la alcaldía con el apoyo de los socialistas. Los cuatro años pasados han estado cargados de polémicas y enfrentamientos, con frecuentes debates en pleno y una ristra de acusaciones y ataques en la Prensa local.Las relaciones entre el grupo del alcalde y los concejales de la Democracia Cristiana, hoy del CDS, y los independientes comenzaron muy bien y terminaron muy mal. Con el PSOE ocurre algo similar y, al mismo tiempo, el propio grupo de Murcia inicia un proceso de descomposición interna. De este modo, el 29 de enero de 1981, los concejales del PSOE, de la Democracia Cristiana, los independientes y dos del PTA presentan una moción de censura contra el alcalde que, sometida a votación, arroja catorce votos a favor, cuatro en contra y una abstención, la del concejal comunista.
Tanto antes como ahora, tras las elecciones, los opositores de Antonio Murcia le acusan de practicar una política dictatorial y antidemocrática y de mantener una actitud partidista, personalista, presidencialista y demagógica. Recalcan, además, la imposibilidad de establecer un diálogo para buscar soluciones. El ex alcalde opina, por el contrario, que el Ayuntamiento de Estepona ha sido un ejemplo de democracia, que nunca se ha impedido ninguna iniciativa y que todos los concejales han tenido trabajo que hacer. "Los carnés de demócrata", afirma, "los da el pueblo, no los concejales de AP, ambos ex concejales franquistas, ni un socialista de cinco meses que, además, ha cantado el Cara al Sol y, curiosamente ha ido el segundo en la lista del PSOE. El ataque y el hostigamiento constantes responden a la táctica de intoxicación de Goebels, que decía que una mentira, a fuerza de repetirla, puede convertirse en verdad".
Tanto los concejales socialistas colmo los de AP y del CDS insisten en que "con Murcia es imposible gobernar democráticamente, porque margina a todo el mundo, lo desprecia, no le da la autonomía imprescindible para trabajar, aunque le dé una delegación. Perdió la moción de censura y siguió, haciendo caso omiso de todo". Antonio Murcia dice que "la moción de censura fue un espectáculo de circo, donde la gente se lo pasó muy bien porque los argumentos eran de risa".
La otra pieza clave del conflicto es Miguel Castro, esteponero, de 38 años de edad, casado y con tres hijos. Es albañil de profesión, parlamentario andaluz y de formación autodidacta. Entre sus razones para, en esta ocasión, negarse a votar a Murcia, destaca "su falta de responsabilidad. El 23-F", dice, "cuando todo el mundo pedía calma y normalidad, él lanzó un panfleto en el que llamaba a los vecinos a la huelga general. También es un incoherente" añade, "ya que antes pedía el no para el Estatuto andaluz y ahora ingresa en un partido que apoyó el Estatuto".
Las afirmaciones y las opiniones radicalmente contrarias no sólo han sido una constante durante la gestión pasada, sino también ahora. Los números uno de AP y del CDS, Celestino Prieto y Manuel Sánchez, respectivamente, aseguran que Antonio Murcia les ha pedido el voto para obtener la alcaldía.
"No entiendo cómo Murcia se rasga las vestiduras por nuestro voto al PSOE", comenta Celestino Prieto, "cuando él ha intentado reiteradamente conseguirlo, primero, personalmente conmigo, y después, mediante un emisario que decía traer firmado por la ejecutiva del PCA un cheque en blanco para que eligiera el puesto que quisiera. Ante mi rechazo" agrega el aliancista, "hubo un último intento en el que, a través de un amigo común, el alcalde comunista de Casares me pedía la abstención. Ciertamente, no hemos respetado las normas del partido, que señalaba la abstención, pero nos da igual; si nos quieren expulsar, que nos expulsen. Tenemos la conciencia tranquila".
El portavoz del CDS, Manuel Sánchez, por su parte, afirma que Murcia y el comité local del PCA también le han pedido el voto en varias ocasiones durante los días previos a la elección. "Lo que pasa es que no nos merecía ninguna confianza". Manuel Martín, presidente de la Cámara Agraria Local y número dos en la lista del CDS, en calidad de independiente, asegura que estaba decidido a apoyar a Murcia, "pero lanzó un panfleto diciendo que los caminos y las acequias se habían arreglado con dinero del Ayuntamiento, no con dinero de la Cámara Agraria. Eso es una mentira, porque de unos veinticinco millones que ha gastado la Cámara, el Ayuntamiento ha colaborado sólo con 500.000 pesetas. Por eso no le voté".
La respuesta de Antonio Murcia es que "todas esas afirmaciones son una calumnia y una difamación baratas. Nuestros únicos contactos han sido para decirles cómo íbamos a gobernar. Era una gentileza democrática, no una petición de votos".
Al final, AP y CDS, juntos, ofrecieron su apoyo al actual alcalde y éste lo aceptó. "Me ofrecieron su apoyo incondicional, sin pedir nada, y nosotros, como la ejecutiva provincial nos dio autonomía, lo hemos aceptado porque vemos que es posible llevar a cabo la gestión sin grandes contradicciones. Ante todo, vemos en ellos unas personas honestas".
Que se convoque un referéndum
Así llegó la huelga de hambre y el encierro, los cortes de tráfico y las movilizaciones. Antonio Murcia repite una y otra vez que "la alcaldía debe ser para el que ha recibido mayor respaldo del pueblo. Esto es un pucherazo y un fraude electoral, dado que, de haber sabido el votante del PSOE que este partido se iba a aliar con AP, en Estepona no hubiera sacado ni un solo concejal. Yo planteo un reto: que se convoque un referéndum para que el pueblo diga quién es el alcalde. Yo aceptaré el veredicto".Miguel Castro, por su parte, reitera que "la actitud de Murcia es meramente sensacionalista y provocativa y que la elección ha sido perfectamente democrática y legal. No voy a dimitir. Soy el alcalde y ejerceré durante los cuatro años para los que he sido elegido".
La situación es muy tensa. El martes de la semana pasada, Miguel Castro tuvo que pedir protección a la policía para abandonar su despacho, a las 4.30 de la madrugada. Asegura que ha recibido anónimos con amenazas de muerte para él y su familia, esposa y tres hijos. "No, no tengo miedo. En mí encontrarán siempre un hombre abierto al diálogo, pero no conseguirán nada con miedo y coacción".
Entre tanto, el conflicto ha sido seriamente estudiado en Madrid. Para hoy, el PCA ha convocado una marcha por la democracia hacia Estepona, en la que participarán los secretarios generales del PCE y del PCA, Gerardo Iglesias y Felipe Alcaraz, respectivamente. Este último, tras mantener una entrevista con el secretario general del PSOE de Andalucía, ha opinado que "todo esto es una granujería de Alfonso Guerra,que es un gran jugador de póquer de la política, pero esta vez ha hecho trampa".
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