La mamá del tenista, todo un personaje
Claudio Mezzari, un joven suizo de ascendencia italiana que acaba de ser derrotado en la primera ronda del torneo júnior de Roland Garros, subió al coche que debía llevarle a su hotel marcado muy de cerca por su madre. Durante el trayecto, y pese a la presencia de cuatro periodistas extranjeros en el mismo coche, la madre de Claudio no cesó de increparle: "¿Cómo has podido perder? ¿Por qué no has atacado el revés? ¿Qué te pasaba?, pare cías dormido". Ante la avalancha materna, Claudio bajó los ojos y se mantuvo callado. El silencio del jugador duró 15 minutos, hasta que, en un ramalazo de valentía, levantó los ojos del suelo y dijo, con un hilo de voz: "Mamá, ya está bien". La reacción fue instantánea: "¿Cómo que ya está bien? Cuando lleguemos a casa se lo voy a decir a tu padre".
La madre de Claudio Mezzari no es un ejemplo único. En Roland Garros se ha podido ver a la madre del sobrino de Ilie Nastase chillando continuamente a su hijo desde el borde de la pista. La primera jugadora francesa, Catherine Tanvier, tiene una madre que decidió, cuando su hija contaba 15 años, que debía dejar de estudiar: "Ya tendrá tiempo de volver a los estudios. Pero la hora de ser una estrella en el tenis no se puede dejar pasar". Madre e hija han tenido un pequeño incidente en Roland Garros. Cuando Catherine perdió, su madre le dijo: "Ahora hay que curar esa lesión que tienes". Su hija le respondió: "Ahora te acuerdas, mamá, cuando hace meses que te decía que debía descansar". La señora Tanvier y su hija viven en un campo de entrenamiento en Cap d'Age, mientras el padre, arquitecto, sigue residiendo en París y corre con todos los gastos.
Muchos psicólogos ligados al tenis han estudiado el papel de la madre en la evolución de los campeones. Así, han llegado a la conclusión de que para un campeón en ciernes vale más el apoyo de la madre que el del padre Cuando papá dice "tienes que ser como yo", el niño se siente frustrado en cuanto cualquier otro rival le supera. Por contra cuando es la madre la que empuja al adolescente, este sólo siente la necesidad de contentarla.
Entre la elite hay claros ejemplos de esta influencia. Gloria Connors, la madre de Jimmy, es uno de ellos. Gloria y su madre educaron a Jimmy para ser un campeón desde la más tierna infancia. Gloria Connors es famosa porque se le llamó la atención en Wimbledon repetidas veces cuando su hijo debutó en el torneo de 1972. Gloria no cesaba de gritar: "¡Jimbo, Jimbo!", desde la tribuna de familiares.
Entre las chicas, la teoría varía. Son los padres normalmente los que empujan a sus hijas. Alguna madre, sin embargo, influye también en el tenis femenino. En la final de la última Orange Bowl, la intervención materna llegó id límite. La búlgara Manuela Maleeva jugaba la final frente a la canadiense Carling Basset. El resultado era 6-3 y 4-3 para la Basset, cuando la madre de Manuela inició una discusión con el juez de silla por una bola dudosa. La madre, fuera de sí, ordenó a su hija que abandonase la pista. Manuela, llorando, había sido derrotada por su madre antes de que el partido finalizase.
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