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Los Reyes inician hoy una visita oficial de 10 días de duración a Brasil y Uruguay

Los Reyes de España inician hoy un viaje oficial a Brasil y Uruguay, que se prolongará hasta el lunes 23, en que regresarán a Madrid. La visita de seis días a Brasil puede representar, según comentan observadores diplomáticos encargados de preparar el viaje, el comienzo de una nueva etapa de mayor contenido político en las relaciones entre los dos países. Esa impresión se refleja también en el contenido de los informes y análisis que publica la Prensa brasileña estos días previos a la visita. En todos los casos se destaca el papel político que desempeñó el rey Juan Carlos durante el proceso de democratización española.Los análisis periodísticos hacen referencia al actual proceso brasileño y la posible similitud de propósitos y pasos comunes entre los cambios políticos en los dos países. La transición española, que se considera como consolidada, se menciona como un ejemplo concreto que puede servir de referencia para que pueda acelerarse el cambio brasileño, mucho más lento y condicionado a la orientación militar.

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Cuando se hace la comparación entre Brasil y España se cometen algunos equívocos, que la presencia del Rey seguramente va a aclarar, argumentan algunas fuentes políticas, "una vez que está claro que las componentes y situaciones, además de la realidad política, son completamente distintas". El presidente João Figueiredo es colocado como el redemocratizador que no superó todavía algunas presiones militares y dogmas de seguridad nacional, que tiran por tierra sus mejores intenciones aperturistas. Por eso, el rey Juan Carlos es presentado en los análisis de Prensa como un jefe de Estado que tuvo mejores condiciones políticas y más fuerza legal para adoptar medidas sustanciales. Las mismas fuentes recuerdan que el cambio político español presenta cosas que aquí parecen, por ejemplo, sueños imposibles. La legalización del partido comunista, por ejemplo, es una posibilidad que pone los pelos de punta a los militares brasileños.

El rey Juan Carlos no tendrá motivos para sorprenderse si, cuando llegue a Brasil, lo comparan con Figueiredo. En la Cámara de Diputados, donde será recibido en una sesión especial, lo saludará el primer secretario de la mesa, diputado Fernando Lyra. Ese parlamentario, uno de los líderes del ala socialista del Partido del Movimiento Democrático del Brasil, el mayor partido de oposición, y que es el gran frente democrático del país, dejará constancia en su discurso, como él mismo reconoce, sobre el papel del Monarca en el cambio español, "dejando clara la situación interna de nuestro proceso y algunos aspectos que podrán acelerarlo".

Durante la visita del Rey habrá, en el Instituto de Cultura Hispánica, un modesto edificio situado en una calle lejos del centro de Brasilia, un acto político-cultural con todos los embajadores de países hispanoamericanos. Obviamente, dicen fuentes diplomáticas, será una ceremonia de contenido latinoamericano, que tendrá una representatividad política muy grande, además, en un momento en que Brasil tiene como una de sus prioridades de política exterior la aproximación y el estrechamiento de lazos especiales con sus vecinos continentales.

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Oportunidad política de la visita

El discurso del decano del cuerpo diplomático, el embajador de Colombia, Germán Rodríguez Fonnegra, deberá enaltecer la unidad latinoamericana frente a los desafios que se plantean para todos los países de la región.Podrá ser el momento en que Brasil y España se aclaren definitivamente sobre el papel específico que pueden jugar juntos en el continente. Diplomáticos de alto rango comentan que los dos países se tratan con poca voluntad debido a la disputa de influencia e intereses económicos en la región. Brasil, analizan fuentes diplomáticas, "ni ignora ni puede ignorar el papel político y cultural de España en América Latina, pero España país tampoco puede menospreciar nuestra presencia como país latinoamericano, vinculado directamente a los rumbos que el continente tome".

Las fuentes diplomáticas no especifican claramente cuál será el resultado político de la visita del rey Juan Carlos. Simplemente afirman que, por el momento que vive Brasil, es una oportunidad excepcional la visita del Rey de España y su reafirmación de convicción democrática.

Eso sirve a sectores del Gobierno brasileños para reforzar todavía más el proceso de redemocratización una vez que el monarca español representa un éxito político que "el propio Figueiredo le gustaría repetir".

Esos sectores del Gobierno no se cansan de mencionar que falta en Brasil la legalización de las fuerzas de izquierda, una nueva Constitución, elecciones libres y directas para la presidencia de la República, y una contención del aparato represivo, tanto militar como policial, que siguen utilizando los mismos métodos de los tiempos más duros de la dictadura.

La presencia del rey Juan Carlos servirá también para restablecer parte de la confianza entre los dos Gobiernos y para eliminar algunos roces existentes en las relaciones económicas. Cuando las dificultades económicas de Brasil, a finales del año pasado, eran gigantescas, la Embajada de España, a ejemplo de muchas otras, hizo un informe técnico para Madrid sobre los riesgos de inversión en Brasil y la demora que podía tener la recuperación económica pretendida por el Gobierno. Por un error, el informe, que llegó a las manos de la banca privada, también fue recogido por el Banco de Brasil, que lo pasó a la Embajada brasileña y ésta al Ministerio de Asuntos Exteriores. Una alta fuente diplomática brasileña recordó el asunto con una profunda irritación, diciendo que "el embajador Javier Vallaure había envenenado las relaciones entre los dos países".

La banca española, sin embargo, repuso, en un 87% de lo concedido en 1982, las líneas de crédito interbancario a Brasil. Es una prueba, dicen fuentes diplomáticas, de que "España está ayudando concretamente a Brasil en estos momentos de dificultades". El gobernador de Río de Janeiro, Leonel Brizola, que está siendo acusado de haber hecho un pacto político personal con Figueiredo (no será candidato por elecciones directas para suceder a Figueiredo y éste consigue de los militares que su sucesor sea escogido por el voto y no nombramiento) causó problemas al programa del Rey Juan Carlos en Río de Janeiro. El gobernador de Río quiere que don Juan Carlos visite una favela, lo que molestó profundamente al Gobierno central.

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