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Inocencia

Rosa Montero

Volvía el otro día un penene de las labores didácticas propias de su circunstancia penenista, cuando, al ir a recoger su coche, encontró una papilla de plástico fundido:-Es que el vehículo tenía una apariencia sospechosa, y como iban a pasar los Reyes lo hemos explosionado.

Explicó la policía al penene, la pasma al pasmado profesor. Ahora ya no se presupone la inocencia, ese estado de gracia de cuya existencia parecen haberse olvidado las autoridades, sino que más bien vamos camino de vivir en un Estado de desgracia, que reparte la culpabilidad a priori y por igual entre todos los vecinos, en una democratización de lo maligno.

En esto Barrionuevo es el volcán del Gobierno, y tanta erupción le está dejando la tez hecha una pena, las mejillas de escoria y lava seca. En su último vulcanismo escupió la orden del BOE que obliga a los propietarios de pisos a informar sobre sus inquilinos: todo quisque pasa así a ser susceptible de investigación, de archivación y de sospecha. En Alemania Federal se movilizó medio país contra una menudencia parecida, o sea, el censo. Pero aquí se acoge la medida con la docilidad del condenado. Será porque con Franco era delito casi todo y aún no hemos aprendido a no ser reos.

A Barrionuevo, que fue rojo en su época, lo único que le parece mal de la orden del BOE es que haya sido publicada en medio de la campaña municipal. Es una desfachatez electoralista a la que los políticos anteriores nos tenían acostumbrados, pero una pensaba que, con el cambio, era otra cosa. A veces lo más eficaz no es lo más justo, sino al contrario. Pero estos ministros ejecutivos ejecutan tanto que tienen la ideología olvidada y envuelta en mohos.

A Barrionuevo, tan vesubial y escupefuegos, es muy fácil ponerle como un trapo, considerarle el malo de la historia, díscolo revientacoches de penenes. Mientras tanto, Felipe sobrevuela, inmaculado, como si el Gobierno no fuera responsable de la trayectoria de un ministro, como si Felipe no fuera responsable del Gobierno. A medida que aumenta el grado de culpabilidad oficial del ciudadano se incrementa la virginalidad del Presidente. Será cuestión de empezar a pedir la socialización de su inocencia.

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