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ELECCIONES AUTONÓMICASCASTILLA-LA MANCHA

En busca de la conciencia autonómica

La elección del primer Parlamento regional castellano-manchego, que tiene 44 escaños, pone fin a un largo período de provisionalidad en el que se han sucedido tres presidentes que no han conseguido el que, en principio, parecía ser su principal objetivo: crear ambiente autonómico. Objetivo que mal se puede lograr a nivel popular si uno de esos ex presidentes, el primero, Antonio Fernández Galiano, no ha tenido el menor inconveniente en cambiar no sólo de partido político, sino también de comunidad autónoma, apareciendo ahora como candidato por Madrid, hecho sorprendente que demuestra la escasa implantación del espíritu castellano-manchego, incluso entre sus dirigentes.Este tema, la concienciación regional, figurará entre las prioridades del presidente José Bono, que accederá al cargo amparado por una exigua mayoría (23 diputados del PSOE sobre 21 de AP-PDP-UL) y consciente de que una gran parte de la población castellano-manchega participó en las elecciones regionales por inercia, al hilo de las municipales, y no por convencimiento autonómico.

El resultado electoral confirma que Castilla-La Mancha es una de las regiones en que con más claridad se da el proceso de bipolarización política entre los dos partidos mayoritarios, muy lejos de un PCE en progresiva caída y de nuevas formaciones de escasa implantación, sin que tampoco exista ningún grupo de matiz nacionalista que pudiera servir de contrapunto a los primeros.

Esta bipolarización responde, por otra parte, a la desigual estructura entre zonas industrializadas (aunque lo sean en escasa medida) y el ámbito rural. De acuerdo con las predicciones, Albacete y Ciudad Real han mostrado un predominio de la opción progresista representada por el PSOE, mientras Guadalajara ha sido la más conservadora. Toledo, que se pensaba correspondería a este último grupo, ha ofrecido un empate, lo mismo que Cuenca.

En cualquier caso, la victoria, aunque reducida, permitirá a José Bono formar gobierno y ejercer como cuarto presidente de una comunidad autónoma que ha recibido escasas competencias (la mayor parte, mal dotadas de funcionarios y presupuestos) y que no ha concretado casi ninguno de sus elementos definidores, salvo la bandera.

El papel que espera al Gobierno de José Bono, destacado dirigente socialista de Albacete, de 32 años, secretario del Congreso de los Diputados en la anterior legislatura e impuesto como candidato por el comité federal del partido en contra de la opinión mayoritaria de los órganos regionales, favorables a la continuidad de Jesús Fuentes Lázaro, se enmarca en una triple dirección: profundizar en el contenido y difusión de los conceptos autonómicos, en un ambiente si no hostil, sí de profunda indiferencia; afirmar y completar las competencias transferidas por el Estado y ejercerlas, como vía práctica para conseguir, de paso, el primer objetivo, dificil de lograr sólo por el camino de las campañas de sensibilización; y, en tercer lugar, tomar una serie de decisiones sobre órganos e instituciones de la región.

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