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Reportaje: ELECCIONES DEL 8 DE MAYO Cuatro años de ayuntamientos democráticos / 16

Recuperar la cultura popular y frenar los abusos urbanísticos, objetivos de los municipios madrileños

Las nuevas corporaciones municipales de la provincia de Madrid han conseguido, por regla general, que los ayuntamientos tengan una incidencia real en la vida ciudadana, después de unos años en que simplemente se limitaban a cumplir labores burocráticas y administrativas y a dejar hacer a cuantos deseaban utilizar el suelo para levantar segundas residencias o nuevos bloques de pisos. En el cuatrienio de ayuntamientos democráticos, los gobiernos municipales han recuperado las fiestas, han impuesto sus criterios urbanísticos, ordenado la gestión recaudatoria, incrementado los ingresos, y, en definitiva, han cambiado algunos aspectos de la vida local de los pueblos de Madrid.

A. G., Los nuevos equipos de gobierno municipal se han preocupado por mejorar las condiciones de vida de los madrileños. Han combatido acciones especulativas en el terreno inmobiliario y han tratado de recuperar y proteger la cultura popular. La situación urbanística que se encontraron los nuevos equipos de gobierno tras ganar las elecciones era la derivada de una ingente expansión demográfica. Alcalá de Henares tenía en 1970 un total de 57.354 habitantes, pero en 1980 eran ya 137.169. En el mismo período de tiempo, Alcorcón pasaba de 46.073 a 140.957 habitantes; y Fuenlabrada, de 7.369 a nada menos que 78.096, 10 veces más. Coslada elevaba sus 13.437 hasta los 53.730 residentes, y Leganés hacía triplicar su población, que pasó de 56.276 habitantes en 1970 a 163.910 sólo 10 años después.

Pero quizá uno de los casos más significativos fue el protagonizado por Parla, ya que sus 10.317 habitantes de principios de aquella década tuvieron que ir repartiendo los mismos equipamientos y servicios con un número de vecinos cinco veces mayor. Así se explica que se movilizase en petición de agua una población con 56.318 habitantes censados que disfrutaba de los mismos acuíferos subterráneos de que disponían los 10.000 habitantes de 1970, y aún prácticamente los mismos que tuvieron los 3.017 de 1965.

Esa afluencia demográfica afectó también a la capital, donde crecieron barrios de casas construidas con cuatro ladrillos, unas latas, y un poco de yeso. Fueron creados así los poblados de absorción, para convertir al chabolista en habitante de una casa de madera canadiense montada en el aire. Nacieron de ese modo Caño Roto, Entrevías, Fuencarral y Orcasitas, entre otras zonas.

Todo ello da idea de la situación que se encontraron las nuevas corporaciones. La gestión de los nuevos alcaldes no ha solucionado, evidentemente, los problemas derivados de esa situación. Sin embargo, han quedado desaceleradas, y en algunos casos totalmente detenidas, las tendencias de desarrollismo incontrolado. Durante este cuatrienio, no se han repetido casos como el del alcalde de El Escorial, que cedió el paraje de la Herrería a un club de golf privado, o el del alcalde de Parla, que autorizó la edificación de 30.000 viviendas con la misma traída de agua y el mismo depósito que cuando la localidad tenía algunos miles de habitantes.

Una de las innovaciones que trajo la democracia municipal fue el Consejo de Municipios, creado para encontrar soluciones al margen de la actuación del Gobierno, en la línea de la autonomía municipal consagrada en la Constitución. Formaron este organismo los ayuntamientos del área metropolitana y otros de importancia, como el de Alcalá de Henares. En la práctica, se convirtió en un contrapeso ante las decisiones urbanísticas, económicas o políticas de un organismo como la Comisión de Planeamiento y Coordinación del Área Metropolitana de Madrid (Coplaco). El Consejo de Municipios coordinó los esfuerzos de las corporaciones de izquierda -PSOE y PCE son mayoritarios en los gobiernos municipales del área metropolitana- y buscó mancomunadamente soluciones para algunos de los problemas planteados.

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Curiosamente, los tres problemas más sentidos en la zona rural de la provincia están relacionados Con competencias que no corresponden actualmente a la corporación provincial ni a los ayuntamientos (aunque sí tendrá capacidad sobre ellas el futuro consejo de gobierno autonómico). Una encuesta realizada con motivo del Seminario de Asistentes Sociales organizado por Cáritas señala que el trío de problemas más acuciantes en la zona agrícola de Madrid, y también en el área metropolitana, excluida la capital, está formado por el paro; la escasez de médicos y personal sanitario, y la falta de puestos escolares en todos los niveles. Junto a estas dificultades eran señaladas otras, con menor incidencia en la encuesta, en las que sí tienen responsabilidades los ayuntamientos, como la ausencia de centros y locales culturales; la inexistencia de zonas verdes y parques, y el precio del suelo para viviendas.

La Diputación Provincial no pudo, en cambio, tener una incidencia real en la circunscripción, madrileña, a pesar de ser su órgano supremo de administración. La falta de competencias para variar el rumbo de los pueblos y localidades de Madrid fue causa de que se limitase a repartir los fondos para obras de alcantarillado, traída de aguas, caminos vecinales, alumbrado y otras obras que prácticamente entran en el terreno de la beneficencia.

La Diputación, desconocida

Una encuesta realizada hace un mes por la Diputación Provincial señala que es muy alta la proporción de los consultados que no saben valorar la gestión desarrollada por este organismo. Un 27% de los encuestados no encuentra respuesta para calificar las actuaciones de la corporación provincial, cuando sólo un 8% presenta la misma actitud,al tratarse del Ayuntamiento de Madrid.

Por otro lado, los encuestados califican la gestión del ayuntamiento de manera más positiva que la desarrollada por la Diputación. No obstante, en los pequeños municipios se valora mejor la gestión de la institución provincial, seguramente porque son conscientes de los apuros que les han suprimido las inversiones, por ejemplo, de los planes provinciales, dirigidas a colocar tuberías de conducción de agua, pavimentación en las calles o conducción eléctrica, servicios de los que han carecido hasta hace poco muchos municipios de la provincia.

En localidades de menos de 2.000 habitantes, el 40% de los encuestados opina que la gestión de la Diputación ha sido eficaz; en pueblos de entre 2.000 y 5.000 habitantes, lo piensa el 35%. En poblaciones de hasta 10.000 habitantes, el porcentaje desciende al 34%; y llega a sólo el 21% en localidades comprendidas en la banda de 100.000 a 300.000 habitantes.

Cultura y bibliotecas

Pero, además de las actuaciones de los ayuntamientos de Madrid para paliar las deficiencias de equipamientos y frenar las construcciones arrolladoras, un ámbito en el que las corporaciones locales tienen competencia ha sufrido un vuelco total: la cultura y las fiestas populares.

Los concejales responsables de ese área han intentado recuperar unas tradiciones, crear otras, y, en general, que sus vecinos no tengan que desplazarse a la capital para poder presenciar exposiciones o actividades artísticas. Un ejemplo de esa voluntad es Leganés, cuyo Ayuntamiento ha promovido gran cantidad de actos culturales, y otro exponente significativo lo constituye Fuenlabrada, donde la Corporación ha inaugurado ya cuatro bibliotecas municipales. Antes de 1979, la localidad no tenía ni una sola.

Las críticas realizadas a la gestión municipal de estos años en la provincia de Madrid se centran principalmente los aumentos de la fiscalidad. "Este incremento recaudatorio", en opinión de la organización empresarial madrileña CEIM, "ha incidido de forma gravosa en las economías privadas, que han sufrido este incremento de la presión fiscal local, con sólo un decrecimiento del 3,5%. de los impuestos indirectos".

El presupuesto agregado de toda la provincia de Madrid, sumando el de cada uno de sus ayuntamientos, ha pasado de 56.358 millones de pesetas en 1980 a 83.115 en 1981 y 101.936 millones en 1982.

Este crecimiento de los ingresos ha supuesto un incremento del 80,9% en esos dos años de diferencia, según datos de CEIM. En términos absolutos, las tasas y otros ingresos han aumentado un 86%. en dos años, al pasar de una recaudación de 12.352 millones de pesetas en 1980 a 23.012 en 1982. "Tanto los impuestos directos como la variación de pasivos financieros se han incrementado", añade CEIM, "en un 58,9%, al pasar los primeros de 17.472 millones de pesetas en 1980 a 27.759 en 1982, y los segundos de 8.057 a 12.801 en el mismo período. Sigue observándose cómo los incrementos de los impuestos directos son mayores que los de los impuestos indirectos".

A ello hay que añadir, sin embargo, que, según indica la propia patronal madrileña, "las inversiones reales han experimentado un crecimiento considerable (195,9% en estos dos años), al superar los 20.000 millones de inversión en 1982, cuando en 1980 se estaba en cifra próxima a los 7.000 millones. No obstante, las inversiones siguen siendo una partida que supone solamente el 20% del conjunto de gastos, y que se ve ampliamente sobrepasada por las remuneraciones de personal y la compra de bienes y servicios". La organización empresarial destaca, por otro lado, que la partida de intereses ha crecido en un 122%, y supone más de 6.000 millones, de pesetas para 1982.

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