La policía disuelve violentamente la concentracion ilegal de Solidaridad a las puertas de la catedral de Varsovia
A las puertas de la catedral de Varsovia, la policía polaca y grupos de agentes vestidos de paisano disolvieron violentamente una concentración de unas 10.000 personas, simpatizantes del sindicato prohibido Solidaridad, que celebraban el Primero de Mayo en una concentración paralela a la oficial. Los manifestantes gritaron durante tres cuartos de hora en favor de Solidaridad, y sus líderes pidieron democracia, amnistía y libertad para los presos políticos, al mismo tiempo que agitaban pancartas y banderas con el emblema del sindicato independiente prohibido y algún pasquín con la imagen de Lech Walesa.
Después de 45 minutos, la policía intervino y disolvió la concentración con coches-bomba, que lanzaban a presión agua teñida de color azul. Inmediatamente después, grupos de policías, protegidos con cascos y escudos, golpeaban indiscriminada y violentamente a las personas caídas por el suelo.Paralelamente a los incidentes, en la ciudad vieja de Varsovia se celebraba, a unos 500 metros de distancia, la manifestación oficial del Primero de Mayo, en la que decenas de miles de personas desfilaron durante cuatro horas con pancartas que llevaban escritos los lemas oficiales del partido y los grupos de empresas.
La manifestación oficial se celebró dentro de un cordón de seguridad en el que cada cinco metros había un soldado. Desde primeras horas de la mañana, un enorme despliegue policial ocupó la plaza del Castillo y las entradas que conducen a la ciudad vieja.
Tras la misa, marcha
Solidaridad había convocado con octavillas clandestinas a la manifestación después de las misas. Entre la parada del autobús, donde llegaba la gente, y la catedral, había varios controles, entremezclados con individuos mal encarados, con el inconfundible aspecto de agentes. Los policías controlaban los documentos de los que intentaban atravesar la plaza del Castillo en dirección ;a la ciudad vieja y detenía de cuando en cuando a alguna persona.Un coche con altavoz advertía "Las disposiciones del estado de guerra continúan en vigor. Está prohibido organizar asambleas. La iglesia no es un lugar para manifestaciones políticas, y entre nosotros hay algunos interesados en organizarlas".
Un individuo rubio controlaba el acceso al callejón que conduce a la catedral. Cuando vio que un chico joven tenía su domicilio fuera de Varsovia, le pegó un puñetazo y una patada, y le dijo: "Lárgate, porque aquí no se te perdió nada". El mismo individuo golpeó después a un joven mecánico de una fábrica próxima a Varsovia que quería entrar en la catedral. Un joven obrero comentó, al mismo tiempo que se retorcía de dolor: "Son provocadores que quieren que reaccionemos para luego sacarlo en la televisión".
El portavoz del coche policial seguía con advertencias como "El Primero de Mayo es un día de fiesta del proletariado", "Por favor, dispérsense y vayan a casa" y "No se dejen provocar por los enemigos de la paz y el orden social".
"So-Ii-da-ri-dad"
A la puerta de la catedral se concentró una masa de unas 10.000 personas, junto con las que abarrotaban la basílica de Varsovia. A las 9.45 horas empezaron a entonar la canción "Escucha, Jesús, cómo te llama el pueblo. Escucha, Jesús, haz un milagro con nosotros". A las 9.55 horas surgieron las pancartas y emblemas de Solidaridad, hubo una cerrada ovación y gritos de "So-Ii-da-ri-dad". Una de las pancartas decía: "Solidaridad no se deja ni dividir ni destruir" y "Solidaridad vencerá".Durante tres cuartos de hora se gritaron eslóganes y se corearon los nombres de los líderes más populares de Solidaridad. Curiosamente, se coreó en primer lugar el nombre de Bujak, dirigente en la clandestinidad, y luego el de Walesa, entre otros muchos.
Un joven se subió a un andamio de la iglesia de los jesuitas y colocó la bandera nacional con el emblema de Solidaridad, y luego un viejo levantó un pasquín con la imagen de Walesa. El público aplaudió entusiásticamente. A las 10.40 horas, la policía, que cerraba la calleja, empezó a lanzar agua coloreada, a presión, sobre los que estaban reunidos. Se produjo una desbandada y escenas de pánico, algunos cayeron amontonados, y en el suelo quedaron zapatos y botones arrancados en medio de charcos de agua azulada. Los policías se lanzaron sobre los caídos y les golpeó indiscriminadamente.
Algunas mujeres lloraban y exclamaban: "Dios mío, Dios mío. ¿Qué hacer?" y "Madre de Dios, esto es pura venganza". Un anciano se enfrentó a los policías y empezó a gritarles: "Perros, ¿qué hacéis? Marcháis con las porras contra vuestra propia madre". Los policías se lo llevaron arrastrando.
En el portal de una casa, Anía, una niña de 13 años, sollozaba entrecortadamente y temblaba porque había perdido a su padre en la refriega. Los agentes de paisano detenían y golpeaban a los que les parecían sospechosos.
Muchos se refugiaron en la catedral. La policía, desde afuera, filmaba con una cámara a las personas refugiadas, que trataban de ocultar la cara. Los reunidos cantaron la vieja canción patriótica: "Devuélvenos, Señor, la patria libre".
Afuera, la policía detenía a algunos de los que salían de la catedral. A 500 metros, marchaban las filas interminables de la manifestación oficial.
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