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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Los 'profesionales'

EL TÉRMINO profesional está adquiriendo, en los últimos años, un contenido que le aleja de su contenido amplio Y le circunscribe con otras intenciones. Un profesional es alguien que vive de una actividad a la que se dedica habitualmente: puede ser un albañil o un profesor de química. Cuando se constituye la Unión Profesional Española, que ha celebrado su primer congreso los días 12 y 13 en Madrid, el vocablo asume un contenido distinto. Se habla de profesiones liberales, y nuevamente se comete un equívoco, puesto que profesión liberal no es más que aquella que no forma un cuerpo oficial (María Moliner); la Unión se refiere, exclusivamente, a quienes ejercen carreras -es decir, algo para lo que se han capacitado por estudios divididos en cursos, en facultades o escuelas especiales- y están incluidos en colegios. Sus fundadores insisten en que no deben ser acusados de gremialismo, de formar un grupo de presión o de tener intenciones políticas. No parece sin embargo que un abogado, un médico, un arquitecto o un ingeniero tengan un denominador común de intereses profesionales que plantear y defender. Sus crisis o sus alzas dependen de problemas distintos de la demanda y la oferta de la sociedad y también de un ordenamiento jurídico del Estado. En lo que sí pueden estar unificados es en la constitución de un núcleo de clase social -aunque procedan de varias-. La calidad que esgrimen en sus discursos y en sus ponencias ("los profesionales son los principales impulsores y garantes del derecho a la vida, a la salud, a la vivienda, al medio ambiente, a la educación, a la protección jurídica de los derechos...", Pérez Escolar) les aproxima a la tecnocracia. Forman parte de una gran clase media en lo económico, pero son miembros de la clase dirigente: poseen una sabiduría, unas capacidades reservadas.La aparición de una posible forma política en esta unión de profesionales surge de sus mismas declaraciones. Pretenden convertirse en correa de transmisión de las inquietudes sociales ("la Asociación de Profesionales es el medio idóneo para expandir, desde la sociedad y hacia el poder constituido, las inquietudes que los profesionales detectan en su diaria actuación"), intervenir en las edades de jubilación para que no se reduzca (por sus "estudios amplios y profundos de la tercera edad") o las subvenciones especiales a la industria (para defendemos de la contaminación, y precisamente en forma de "créditos a bajo interés"); trata de luchar contra la burocracia, que trata de insertar en ella al profesional, y definen el objetivo de éste como "el mantenimiento de la libertad y del equilibrio de la atribución del poder mediante la moderación de las exageraciones, que en la atribución de aquél puede resultar de una burocracia compulsiva o de una empresa omnipotente" (Pérez Escolar).

La Unión Profesional Española, en su primer congreso, se ha querido presentar como imbuida de una profunda idea democrática. No debe descartarse el peligro de que una manipulación, en un determinado momento, de la dirección de los profesionales convierta a estos en un simple grupo de presión o en un intento de democracia paralela que les arrime al corporativismo. La historia del fascismo nos habla de estas cosas. La democracia parlamentaria es algo ya probado que tiene sus sistemas, desde el de trasmisión de las inquietudes por el sufragio universal, que, al cabo de siglos de lucha, se ha liberado del clasismo y ha llegado a la fórmula de un hombre, un voto, hasta las discusiones parlamentarias sobre los grandes temas de salud, vivienda o jubilación y Seguridad Social. Esto no quiere decir que otros grupos o instituciones

no debean colaborar a difundir y controlar los poderes en el sistema democrático. Pero es preciso ponerse en guardia contra la creación, supuestamente democrática, de una nueva aristocracia del saber, aliada de siempre con la burocracia de la dictadura a la que ahora combaten, burocrática ella misma cuantas veces le ha interesado serlo.

Es, simplemente, un riesgo. De la misma manera que se ve con claridad que los problemas de los profesionalles son hoy muy específicos": frustración de la inversión económica hecha en sus estudios al no encontrar puestos de trabajo; remuneración baja con repecto a sus conocimientos, su importancia en la sociedad y sus horas de trabajo; aplastamiento por arriba y por abajo, y los riesgos que todo ciudadano está corriendo en estos momentos de un exceso de estatalización (no superiores, sin em bargo, a los sufridos en tiempos pasados). Que su necesidad de defensa propia no les lleve a constituirse en un grupo de presión política.

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