En Horcajuelo se presentaron los mismos candidatos por AP y CDS, aunque finalmente optaron por el partido de Suárez
José Ignacio Zarzalejos, juez de distrito y presidente de la junta electoral de zona de Colmenar Viejo, apenas podía dar crédito a sus ojos. De las tres candidaturas presentadas a las elecciones municipales en Horcajuelo de la Sierra, dos, la de Alianza Popular y la del Centro Democrático y Social (CDS), tenían exactamente la misma composición. Cinco hombres, encabezados por el actual alcalde, Félix Rebollo, se presentaban al mismo tiempo en las listas de dos partidos antagónicos. El asunto era manifiestamente irregular desde el punto de vista de la legislación electoral y el juez Zarzalejos estimó que debía ser denunciado de oficio. Y así lo hizo.
Hay que ir a Horcajuelo de la Sierra y charlar con sus gentes y dejarse invitar a unos vinos y a unas tapas de mejillones en lata para entender el singular incidente electoral protagonizado por cinco hijos del pueblo. Lo que pasó, cuentan abiertamente, sin recelo ni vergüenza, es que Félix Rebollo y sus cuatro compañeros de candidatura ignoraban que no podían presentarse en dos listas diferentes. Sencillamente, desconocían ese principio lógico de la legislación electoral. No hubo, pues, malicia, sino, en todo caso, buena voluntad. La buena voluntad de cinco trabajadores manuales que, para no discutir entre sí, optaron por incluir sus nombres en las dos listas. Félix Rebollo, el más viejo de la candidatura, quería ir con los de Fraga; Tomás Álvarez y Ramón Pérez, los más jovenes, preferían a Suárez. La solución adoptada flie tan salomónica como irregular: irían con los dos.Horcajuelo de la Sierra está a casi 100 kilómetros de Madrid, en dirección Norte, y no figura en la mayoría de los mapas provinciales corrientes. Asentada sobre un peñasco, esta aldea es un patético testimonio de lo que se ha dado en llamar, con sobradas razones, la sierra pobre madrileña, el rincón de la provincia secularmente más abandonado por las autoridades, el más castigado por la emigración de los años del desarrollismo. Una tierra agreste que ni siquiera se beneficia de la actual pasión de los habitantes de las grandes ciudades por la posesión de una segunda residencia en el campo. A casi nadie se le ha ocurrido construir un chalé allí.
Ahora viven en Horcajuelo 60 almas, 33 mujeres y 27 varones, pensionistas en su inmensa mayoría, que se dedican al cultivo de pequeños huertos y al cuidado de unas pocas cabezas de ganado, míseros restos de su economía tradicional. Así sobrevive el pueblo, sin médico ni escuela propios, con problemas tan elementales como que el autobús no llega hasta allí porque la línea tiene su final en Montejo, unos cuantos kilómetros más abajo, y los vecinos, aunque diluvie o el sol levante ampollas en la piel, tienen que recorrer a pie el último tramo hasta sus casa. O la existencia de un sólo teléfono, la cabina pública, para toda la comunidad, ya que instalar un aparato en aquellos riscos cuesta unas 100.000 pesetas y nadie tiene dinero para pagarlo.
Sin embargo, cuando el visitante deja la carretera de Madrid a Irún para tomar el desvío hacia la sierra, lo primero que ven sus asombrados ojos es la estación de seguimiento espacial de Buitrago cuyo despliegue de sofisticados sistemas electrónicos parece inspirado en una película de Steven Spielberg. Pero Horcajuelo, aunque algunos vecinos trabajaran en su día en las obras de construcción del centro aeroespacial, no es de ese mundo. El universo de esa aldea madrileña sigue siendo, más bien, el de los salvajes peñascales de Somosierra, la lucha por sembrar patatas en un terreno pedregoso o por sacarle más leche a unas cuantas cabras y ovejas.
Nadie quería presentarse
La convocatoria de elecciones municipales para el próximo 8 de mayo interrumpió el plácido y humilde sesteo de los vecinos de Horcajuelo y les puso en una grave tesitura. Nadie, absolutamente nadie, deseaba presentarse a los comicios, pero tampoco nadie quería que el, ayuntamiento de la aldea fuera designado desde fuera. Era una cuestión de vida o muerte, sentencia el secretario del pueblo, Alejandro Serrano. "Aquí no hay ni un solo afiliado a un partido político, y lo que todo el mundo tiene claro es que ser concejal o alcalde no da más que sinsabores, disgustos con los paisanos y acusaciones de usar el mando en beneficio propio", dice Serrano.Así que 30 de los 52 electores del pueblo se reunieron, hace unas semanas, en la pequeña casa consistorial de la localidad, y decidieron coger el toro por los cuernos. ¿Quién quiere presentarse?", dijo Serrano. Y, como en Fuenteovejuna, todos a una decidieron que volviera a concurrir Félix Rebollo, el actual alcalde, elegido en 1979 bajo las siglas, colores anagrama de Unión de Centro Democrático. Rebollo, conocido en el pueblo como el señor Félix, aceptó, según cuenta él y corroboran sus paisanos, porque está jubilado y tiene tiempo libre, y porque no hay ningún chico joven que quiera relevarle. En realidad, apenas hay tres o cuatro jóvenes en la aldea. "Lo hice por mi pueblo, para que tenga un alcalde de aquí, y, bueno, también por España".
Félix Rebollo no se quita la boina nada más que para ir a dormir, y lo proclama con orgullo, porque ése es el signo distintivo de su condición de viejo labrador. "No me la quité ni en los diez años que pasé en la capital como conserje de una finca muy elegante de la calle de Alcalá", dice. Tiene Rebollo los ojos de un luminoso azul, que chisporretean cuando emite lo que le parece una profunda sentencia campesina, y el rostro muy bronceado, y todo en su persona está hablando de una existencia donde las preocupaciones mayores son la ausencia de lluvias o la aparición de una plaga que ponga en peligro los cultivos
La vida del señor Félix se ha prolongado durante 71 años de edad, pero eso no se le nota a la hora de subir riscos para acercarse a su parcela a sembrar patatas o recoger habichuelas, ni cuando conversa durante horas con sus paisanos acerca de cómo era antes Horcajuelo de la Sierra.
Para el alcalde,"el campo es la Vida"
"Teníamos 5.000 ovejas y 300 vacas, tres o cuatro veces más vecinos que ahora y vivíamos tranquilos, sin calentarnos la cabeza por conseguir las modernidades estas de ahora", recuerda. Eran los años cuarenta y no había comenzado la sangría migratoria que se llevó a Madrid a lo más joven de la población. Una población que sólo vuelve para pasar algunos fines de semana y los meses de veraneo. "El trabajo aquí es muy duro, porque las tierras están muy repartidas y el terreno es muy quebrado", explica el señor Félix, para quien "el campo es la verdad de la vida y cuando esté abandonado del todo, será el fin del mundo". Es tan dura la existencia en Horcajuelo, que, hasta la gestión del primer ayuntamiento elegido democráticamente, las casas del pueblo no tenían agua potable ni sistemas de saneamiento, y las calles carecían de pavimentación. Estas obras públicas son el principal motivo de orgullo del alcalde Rebollo.Cuando la asamblea de vecinos le eligió como su candidato a alcalde para los próximos comicios, Félix Rebollo pidió cuatro voluntarios para completar la lista. Se presentaron, no sin reticencias, Pedro González, guarda de Icona (Instituto para la Conservación de la Naturaleza); Francisco Moreno, agricultor, y Tomás Alvarez y Ramón Pérez, albañiles. Únicamente el guarda forestal era concejal del equipo saliente.
El quinteto estudió la posibilidad de presentarse como independiente, pero le resultaba muy complicada la tramilación. Entonces el señor Féhx fue a Colmenar Viejo, cabeza del partido judicial del que depende Horcajuelo, y puso la candidatura bajo el patrocinio de AP. Le pareció la continuación natural de UCD, el grupo que le había amparado en 1979. "Que conste que yo nunca he pertenecido a ningún partido, y si tuviera que apuntarme a alguno, lo haría al que quisiera el bien común para todos", aclara. Félix Rebollo es, eso sí, conservador por su edad y su condición campesina, y así lo reconoce. Entre 1955 y 1967 ya fue alcalde de Horcajuelo, pero eso, asegura, no le ha dejado una nostalgia especial respecto al franquismo.
Al enterarse de que figuraban en una candidatura patrocinada por AP, Tomás Alvarez y Ramón Pérez manifestaron su desacuerdo. Eran los miembros más jóvenes de la lista y no les hacía ninguna gracia aparecer como simpatizantes de Manuel Fraga. Preferían un líder más progresista, como Felipe González o Adolfo Suárez. Optaron por este último, y a la sede del CDS en Colmenar Viejo se fueron. Rebollo y los otros componentes de la candidatura no tuvieron problemas para ser presentados nuevamente, ahora en una lista suarista. Todos quedaron contentos con esta solución, porque, en realidad, la política les importa muy poco. Lo que valía era que el pueblo les impulsó a presentarse, bajo promesa de votarles, fliera cual fuese el color que adoptaran. Ni AP ni CDS imaginaron que sus candidatos en Horcajuelo lo eran también de otro partido rival.
La sorpresa se la llevaron en la junta electoral de zona de Colmenar Viejo, que preside el juez José Ignacio Zarzalejos, el miércoles 30 de marzo, fecha de publicación, de las candidaturas. "Nos apercibimos en seguida de la anomalía y la denunciamos de oficio en los tres días que mediaron hasta la proclamación definitiva de las candidaturas, efectuada el 2 de abril. La legislación electoral no permite que una misma persona vaya en dos listas", dice el juez.
El quinteto de aspirantes al Ayuntamiento de Horcajuelo fue llamado a Colmenar y obligado a definirse. La solución que adoptaron fue retirar la candidatura auspiciada por AP y mantener la del CDS, que resultó legalmente proclamada.
Sin embargo, su despiste ya había tenido un reflejo oficial en las páginas del suplemento al número 77 del Boletín Oficial de la Provincia de Madrid, que publicó las candidaturas presentadas a las próximas elecciones municipales.
"Nos enteramos de que era ilegal lo de las dos listas cuando fuimos a Colmenar y, bueno, yo no tuve ningún problema en dejar sólo la de Suárez. El futuro es de los jóvenes y ellos le preferían a él", explica el señor Félix. En Horcajuelo, por lo demás, dicen desconocer a los candidatos presentados y proclamados en la lista del Partido Demócrata Liberal (PDL), encabezada por Manuel Moya. "Esos señores me parece a mí que no son de aquí", afirma Alejandro Serrano, el secretario.
Rebollo y los suyos confían en ganar las elecciones, porque dicen tener el apoyo del pueblo, que prácticamente ya los elegió en la asamblea que decidió su presentación, y porque en su programa figuran cosas tan importantes para Horcajuelo como terminar la pavimentación o construir un depósito de agua para los veranos. El dinero de esas obras, claro, no saldrá del casi inexistente presupuesto local, sino de los fondos que puedan proceder de la futura comunidad autónoma de Madrid. Y es que en la aldea ya casi viven de prestado.
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