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El Gobierno francés rehabilita la empresa privada y la iniciativa individual

Tras una declaración en el mismo sentido, días pasados, del primer ministro, Pierre Mauroy, ayer el nuevo ministro de Industria e Investigación, Laurent Fabius, reafirmó que "el Estado no pretende juzgar el papel de las empresas y de los empresarios".Con ocasión de la inauguración de una muestra sobre innovación tecnológica, Fabius pronunció su primer discurso desde que es titular del ministerio que, a largo plazo, modelará el éxito o el fracaso de Francia en la tercera revolución industrial. Sus palabras resumen la filosofia económica de esta nueva etapa del socialismo galo: "El Estado no tiene por qué mezclarse en todo y reemplazar a todos". Y en el mismo sentido liberal anotó que "las nociones de riesgo, de rentabilidad, de competitividad, no tienen nada de vergonzoso, sino todo lo contrario".

Paralelamente, Fabius, en contra de la política de su antecesor, Chevenement, aseguró que los grupos nacionalizados serán gestionados por sus direcciones responsables, sin la cortapisa oficial. Según es norma desde que los socialistas llegaron al poder, Fabius entiende que "no hay progreso económico sin progreso oficial". Y añadió como complemento que a la gestión económica hay que liberarla del "barullo ideológico".

De la remodelación del Gobierno francés del pasado mes de marzo, la nota más significativa fue la baja del ministro de industria, Jean Pierre Chevenement, considerado como excesivamente dirigista. Las dos características más relevantes fueron el nombramiento de Fabius como sucesor de Chevenemet y el de Michel Rocard como ministro de Agricultura. Los dos, al lado del ministro de Finanzas, Jacques Delors, forman la trilogía del socialismo realista que prima los hechos respecto a la ideología y que muchos en este país consideran como los hombres que simbolizan el posible futuro del Gobierno socialista francés.

Este nuevo rumbo de la política francesa necesita, en un plazo no lejano, ser corroborada por un éxito palpable. En caso contrario, según los observadores, no ya la oposición conservadora liberal, sino los extremistas, comunistas o socialistas, de la mayoría gubernamental, reivindicarían su propia opción, fundada mucho más en la ideología marxista y en el rechazo radical del capitalismo.

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