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Crítica:El cine en la pequeña pantalla
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

'Interludio de amor', el extenso Douglas Sirk

Sigue el cielo de Douglas Sirk. Quizá sea un exceso. No todas las películas ofrecidas hasta ahora, ni mucho menos, han tenido el mismo interés. En buena parte, incluso, ha sido escaso. Seguimos en la esperanza de que falten los mejores títulos, aquellos que justifiquen que sean numerosos los críticos que realmente creen que las películas de Sirk reflejan ácidamente las crisis sufridas en Estados Unidos desde los años cuarenta.Pero no le van a la zaga quienes consideran que el simple tono folletinesco elegido habitualmente por el autor no puede superar la epidermis. Sirk arrastra mito de autor importante desde hace algunos años, pero ni las películas hasta ahora vistas, ni las presentaciones que las preceden, que sí son de autor, cuando deberían ser informativas, han logrado mejorar la primitiva idea de este grupo de críticos de que se le ha concedido a Sirk una autoría que no le corresponde, aunque, como es natural, existan puntos de coincidencia entre sus películas. Cualquier otro director también las tiene.

El mismo Sirk, suele decirlo. A propósito de Interludio de amor (1956), que hoy se emite en el ciclo, declaró, por ejemplo, que "es con la que menos tuve que ver. La historia no es mía en, absoluto". Cuenta cómo sus ayudantes eligieron los decorados y cómo él, con una pierna enyesada, tuvo que apresurar el montaje de Himno de batalla, emitida la pasada semana, para involucrarse en una historia inspirada en anteriores versiones cinematográficas de la novela Serenada, de James B. Cain: "Sí las condiciones hubiesen sido distintas", continúa Sirk, "y, sobre todo, si hubiese tenido un guión distinto basado en la novela original de Cain, creo que podría haber sido una película formidable, o por lo menos, muy insólita".

La anécdota versa sobre una chica americana que huye a Munich, donde se enamora de un rico director de orquesta, cuya esposa, enferma, intenta suicidarse. La joven protagonista se encuentra entonces asediada por un médico, con quien decide regresar a su país. Esta historia fue adaptada una vez más al cine en 1967, manteniendo el mismo título de Sirk; en sus anteriores versiones fue titulada Cuando llegue el mañana (1939) y Dos pasiones y un amor (1956), en la que brevemente intervenía Sara Montiel.

Los actores, June Allyson y Rossano Brazzi, no fueron del agrado del director, sobre todo Brazzi, a quien no consideraba un actor nato: "Tuve que emplear más tiempo en el montaje de la película que en el de cualquier otra que haya hecho", asegura Sirk. "Se ve todavía ese esfuerzo si se observa atentamente la película".

Interludio de amor se emite hoy a las 22.00 por la segunda cadena.

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