Ninguna detención en el espectacular registro en el barrio madrileño de El Pilar
Seiscientos miembros de las fuerzas de seguridad del Estado 'peinaron' ayer el barrio madrileño de El Pilar, en el que residen 75.000 personas, en busca de los secuestradores del financiero Diego Prado y de otros presuntos etarras y miembros del GRAPO. A lo largo de doce horas fueron controladas unas 16.000 viviendas, según estimaciones oficiosas. Tras la operación no se produjo detención, alguna. El juez que estaba de guardia en Madrid durante el día de ayer no fue requerido en momento alguno para autorizar al registro de viviendas, que al parecer se hizo en aplicación de la legislación antiterrorista.Las autoridades recurrieron a la "colaboración ciudadana" como cobertura principal de esta masiva operación, cuya legalidad ha sido puesta en duda por expertos jurídicos. Al parecer fueron muy pocos los casos de resistencia a permitir la entrada en viviendas o a facilitar los datos solicitados por la Policía, actitud que el portavoz del Ministerio del Interior calificó de "ejemplar". Cuando los vecinos requeridos para ello se negaban a abrir la puerta, o a dejar entrar a los agentes, el inspector correspondiente indicaba que en dos minutos podía traer el correspondiente mandamiento judicial, lo que normalmente bastó para facilitar la acción policial sin más trámites.
Las fuerzas de seguridad centraron sus investigaciones en los pisos de alquiler, vacíos o recientemente ocupados. Un número no determinado de propietarios de los mismos fueron invitados a personarse en la Comisaría de Policía del barrio para aclarar la personalidad de sus arrendatarios. Los agentes mostraron a los porteros de los inmuebles, y a numerosos vecinos, las fotografías del secuestrado, Diego Prado, así como los retratos de más de setenta presuntos miembros de ETA y del GRAPO. Se ignora el resultado de estas pesquisas, que hasta el momento no han sido aclaradas a la opinión pública por el Ministerio del Interior.
Los controles establecidos en el barrio no fueron, en todo caso, excesivamente severos. Los vecinos mantuvieron con normalidad sus actividades habituales y la operación de rastreo fue observada con más curiosidad que temor.
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Editorial en la página 8
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