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Gran reacción contra la 'nacionalización de las vacaciones' decretada por Mitterrand

La nacionalización de las vacaciones, por medio de la restricción de divisas extranjeras, decretada por el Gobierno francés, provoca una reacción gigantesca, unánime, persistente, por parte de los franceses. El Sindicato Nacional de los Agentes de Viajes (SNAV) ha convocado para este miércoles a todos los franceses a una manifestación que desfilará silenciosamente. Durante las últimas 48 horas, los poderes públicos y los responsables de turismo en este país han negociado posibles modificaciones de las medidas adoptadas por el Gobierno, sin resultado positivo tangible.

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A partir del mediodía de hoy, los parisienses se congregarán en la plaza de la ópera para desfilar, por la avenida del mismo nombre, hasta el Museo del Louvre, donde se encuentra enclavado el Ministerio de Finanzas. Nada anticipa, en principio, un cambio de actitud por parte del Gobierno, que ya publicó ayer en el Boletín Oficial las disposiciones relativas a la limitación de divisas turísticas únicamente se han modificado levemente las normas que afectan a los hombres de negocios que, para cubrir sus gastos en el extranjero, podrán utilizar las cartas de crédito y, esto, si las denominadas plastic money están extendidas a nombre de las sociedades a las que representan.El Sindicato de los Agentes de Viajes entiende que la limitación de divisas es "ineficaz y peligrosa", y añade: "Con las divisas que gastan los franceses en el extranjero, los países que las reciben nos compran mercancías: automóviles, equipos industriales y hoteleros sobre todo. Disminuir esas divisas amenaza nuestras exportaciones y, consecuentemente, nuestra balanza comercial. El proteccionismo turístico de Francia provocará medidas de retorsión en los países vecinos".

La nacionalización del sol

En los medios profesionales (18.000 empleados), como en las demás esferas de la sociedad francesa, esta medida del Gobierno se ha encajado como un ataque a la libertad individual. Y, ésto, no sólo por parte de quienes tienen por costumbre viajar al extranjero durante sus vacaciones. Tanto o más que el electorado de la derecha conservadora, las protestas y la indignación surgen del campo que votó a Mitterrand en 1981, y que hoy le recuerda sus palabras de aspirante a presidente de la República: "Ir y venir, resume todos los problemas, a vez: el de la libre circulación de las personas y de las ideas a través de las fronteras, el problema del pasaporte, el problema de los controles de policía en el interior de un país, el problema de los inmigrados que pueden ser expulsados de Francia tras diez o veinte años de residencia. También resume el problema de los campos de concentración, de las fichas, de las detenciones preventivas. La libertad, a fin de cuentas, ¿no es la facultad de quedarse, de partir sin pedir permiso, de ir hacia el país, hacia los seres que se ama, y esto al margen de la mirada fría del Estado?"Algunas organizaciones internacionales de turismo estiman que las decisiones del Gobierno francés "podrían contradecir el espíritu de los acuerdos de Helsinki y del Tratado de Roma". El portavoz del Gobierno, por su lado, justifica las medidas antiturísticas recordando que "hubiese sido necesario rebajar el poder adquisitivo de todos los franceses, en un 1%, para recaudar el equivalente de las divisas" que, las autoridades, piensan recoger con la "nacionalización del sol". Se calcula que unos diez millones de franceses disfrutan anualmente de sus vacaciones en países extranjeros, y que gastan al rededor de 30.000 millones de francos. Los responsables oficiales también estiman que "aunque desagradables, esas medidas sólo afectan a un número limitado de franceses".

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