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Una guerra con misiles incluidos

"Somos una nación a la que alcanzan los misiles catalanes". La frase es de Luis de Carlos, presidente del Real Madrid, y es una más de las que suelen lanzarse en vísperas de un Barcelona-Madrid. El partido de la primera vuelta, jugado en el Santiago Bernabéu, fue ambientado por Josep Lluís Núñez, presidente barcelonista, con aquellas manifestaciones sobre Juanito por las que está procesado. Ambos presidentes cumplen su papel de dar continuidad a una lucha de más de cincuenta años por la hegemonía del fútbol español, llena de connotaciones sociopolíticas.Un Barça-Madrid es, indudablemente, algo más que un partido. La historia de los enfrentamientos entre los dos colosos está salpicada de incidentes y anécdotas que los veteranos socios barcelonistas y madridistas tienen grabados en su mente. Pero pocos recuerdan que la primera confrontación, en el año 1906, se saldó con victoria del Barça por 5-2 y se cerró con una cena de hermandad en un restaurante.

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Es en la temporada 1942-1943 cuando se produce el primer roce serio entre ambos clubes en una eliminatoria de Copa, cuyo partido de ída resuelve el Barcelona por un contundente 3-0. El encuentro de vuelta finaliza con victoria madridista por 11-1, el Barça es sancionado económicamente por el Comité de Competición y el presidente blaugrana, el marqués de la Mesa de Asta, presenta su dimisión. "Un presidente que nos impusieron desde Madrid", recuerda Narcís de Carreras, "y acabó siendo barcelonista hasta la rnédula".

El acceso a la presidencia del Real Madrid de Santiago Bernabéu, el 15 de septiembre de 1943, parece normalizar las relaciones entre ambos clubes. Bernabéu, al que algunos han calificado como "fundador de la segunda religión oficial del País", organiza dos encuentros denominados de "paz y amistad" que no sirven para nada. Curiosamente, desde el año 1939 hasta la llegada de Di Stéfano, en pleno franquismo, es cuando el Barcelona gana títulos.

El caso Di Stéfano origina una grave ruptura de relaciones. Bernabéu, que un día se atrevió a declarar que "me gusta Cataluña, a pesar de los catalanes", logra el fichaje de la saeta rubia en una rocambolesca operación que ha pasado a la historia de los escándalos futbolísticos. "Me llamó el presidente del Madrid", dice Alfredo, "y me dijo que viniera con ellos, aunque solamente fuera para pasear a su hija".

Es Helenio Herrera, en la temporada 1958-1959, quien consigue romper la hegemonía madridista. El Mago, que estaba en el Belenenses portugués, hace al Barla campeón de Liga y repite la hazaña a la siguiente temporada, en un campeonato que se resuelve por diferencia de goles. El Madrid elimina a los barcelonistas de la Copa de Europa, pero el Barça hace lo mismo, en la temporada 1967-1968, gracias a aquel célebre gol de Evaristo.

En la temporada 1967-1969, nuevo escándalo en la llamadafinal de las botellas. El Barça se proclama campeón de Copa, en el estadio Santiago Bernabéu, venciendo al Real Madrid con un autogol de Zunzunegui. Pero, el 6 de junio de 1970, la lucha llega a su punto álgido. Ambos equipos se enfrentan, en el Camp Nou, en partido de vuelta de Copa. José Emilio Guruceta Muro comete el error de sancionar con penalti un derribo, fuera del área, de Rifé a Velázquez. El Barga queda eliminado y los incidentes culminan con la invasión del campo. El entonces gerente madridista, Antonio Calderón, dice: "Estas cosas sólo ocurren en los pueblos".

La venganza barcelonista tuvo cuatro años de gestación. El 14 de febrero de 1974, el Barça vence por 0-5 en Madrid y poco después se proclama, con varias jornadas de antelación, campeón de Liga. Desde entonces, el club barcelonista no ha conseguido más Ligas, aunque sí victorias pírricas. Josep Lluís Núñez, sucesor de Montal, recoge los argumentos de la parcialidad arbitral. Antonio Camacho, un colegiado internacional que fue apartado del arbitraje por presuntas irregularidades, había pronunciado una frase que el presidente barcelonista hace suya: "Mientras Plaza sea presidente, el Barça jamás será campeón".

La lucha continúa, aunque los papeles se han intercambiado. Núñez sigue la línea de Bernabéu, y De Carlos, la de Montal. Ni siquiera Josep Tarradellas pudo reconciliar a dos clubes que parecen condenados a no entenderse nunca.

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