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Otro resbalón olímpico

Rafael Escuredo, presidente de la Junta de Andalucía, ha vuelto a resbalar en un tema que desconoce absolutamente. Con tal de proclamarse gran paladín andalucista de una causa loable, como es el intento de que Granada pueda aspirar a ser sede de los Juegos Olímpicos de Invierno de 1992, desvaría en sus opiniones de censura a Samaranch. El que un español, por méritos exclusivamente suyos, esté en la presidencia del Comité Olímpico Internacional, no puede suponer nunca la práctica habitual y pública de un patriotismo o regionalismo para mojarse. No sólo resultaría absurdo y le descalificaría internacionalmente al salirse de una línea de neutralidad elemental y total, incluso en España, sino que traicionaría su propia trayectoria que le ha llevado al máximo cargo del deporte mundial.Samaranch, naturalmente, hará todo lo posible, subliminalmente, para que España organice unos Juegos, sea Barcelona los de Verano, Jaca o Granada, los de Invierno. Pero podrá hacer menos, a cara descubierta, que cuando no era presidente. Sería risible, por ejemplo, que se dedicara ahora en Nueva Delhi, la semana próxima, durante la 86 Sesión del COI, donde volverán a plantearse, problemas cruciales para el olimpismo, poco menos que a buscar votos para Granada o Jaca. En su momento, además, suponiendo que llegaran ambas candidaturas, o una sola, a la elección de la sede olímpica, en septiembre de 1986, en Lausana, votarán nada menos que los 90 miembros del COI. Demasiada manipulación, cuando la realidad es que Granada y Jaca, Jaca y Granada, difícilmente podrán competir en medios con Falun (Suecia) o Cortina d'Ampezzo (Italia), por poner sólo los dos grandes derrotados en la última elección.

Que ambas candidaturas españolas sean, en principio, inferiores no hace falta que lo diga Samaranch. Tampoco lo dijo, porque entre las virtudes y habilidades que le caracterizan -o sus defectos para navegar en un proceloso mar de intereses- está, precisamente, su gran diplomacia. Lo dice la realidad de países de nieve casi perpetua, contra una España que apenas lo es. Sólo Barcelona, en pura teoría, parece con capacidad para competir. Pero hacer demagogia sin conocimiento de un tema es muy fácil.

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