Las corrientes internas del PSOE tendrán derecho de reunión y representación

La Conferencia de Organización del PSOE llegó ayer a un amplio consenso sobre la regulación de los derechos de las corrientes internas, así como la capacidad de las minorías para obtener el 25% de los cargos en diversos órganos del partido cuando alcancen, al menos, el 20% de los votos. El acuerdo, que no es aún definitivo -habrá de ser ratificado por el Comité Federal antes de su entrada en vigor-, rectifica los sistemas de organización del PSOE, que han sido objeto de una batalla interna a lo largo de los últimos años.

La representación de las minorías quedará limitada a los llamados órganos deliberantes: Congreso, Comité Federal y comités regionales. Quedan excluidos de este método las direcciones ejecutivas, tanto federal como regionales, que serán elegidas por el sistema mayoritario empleado hasta ahora. Las corrientes internas tendrán libertad de reunión y crítica en el interior del partido, pero su derecho de expresión en medios de comunicación ajenos al mismo se limitará estrictamente a cuestiones que no hayan sido objeto de acuerdo en los órganos del PSOE.A este resultado se llegó tras un largo debate de la Conferencia, iniciado a partir de los planteamientos realizados por Luis Gómez Llorente y Alfonso Guerra. El primero, en nombre de los críticos, defendió la propuesta básica sobre corrientes, fundamentada en la idea de que "el principal derecho es siempre el reconocimiento del derecho de las minorías". El vicepresidente Guerra se mostró partidario de este derecho, pero "con respeto al partido de que forman parte", lo cual implica que Izquierda Socialista, por ejemplo, no inscriba este nombre en ningún registro y se exprese siempre en los órganos internos del partido.

Una de las propuestas no admitidas por la Conferencia, pero que serán enviadas como enmienda al Comité Federal, es la prohibición de que las corrientes tengan medios de financiación.

El consenso alcanzado ayer en la Conferencia de Organización se produce tras una batalla iniciada en 1979 y desarrollada ampliamente en los años posteriores. El sector crítico, principal adalid de los derechos de las corrientes, se negó a participar en el 29º Congreso del PSOE por falta de garantías de representación de las minorías, tras unas negociaciones fracasadas entre el mismo y la dirección.

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