Collar de guindas

Al que madruga Dios le ayuda, no digo que no. Pero al que madruga mucho, al final se le pone cara de idiota.Cuenta Montesquieu que los escitas arrancaban los ojos de sus esclavos para que no se distrajeran mientras batían la mantequilla. Lo cual sólo demuestra que los escitas, en tiempos tan remotos, ya conocían los derivados de la leche.

En los discursos políticos después del banquete, aquel hombre importante siempre hablaba de su optimismo acerca del futuro de España. No obstante, aquel hombre importante tenía licencia de armas.

Un pobre se convierte en reaccionario cuando cree tener derecho a la caridad de los ricos.

Se podrá creer en Dios o no creer; se podrá esperar una vida risueña en el más allá o pensar que todo termina en la fosa. Pero lo cierto es que aquí abajo las potencias del alma también se alimentan de fosfato, calcio, hierro y de otros productos de farmacia igual que las bombas.

La crueldad previa que necesita un ciudadano para entrar en un supermercado es muy parecida a la del hombre de CroMagnon cuando se disponía a cazar un reno. La cultura ha sido fabricada precisamente para hacernos olvidar que el hombre se ve forzado a buscar el sustento muy cerca del hígado del prójimo. ¿Qué es entonces la cultura? La cultura, en el fondo, se reduce a un esfuerzo histórico por enseñar a unos cuantos violinistas a interpretar la Barcarola, de Offenbach, para amenizar una fiesta de buitres sobre un burro muerto, valga la plástica. Queda por añadir que la política es la ciencia encargada de impedir que los violinistas se maten entre sí. Pero la política no es una ciencia exacta.

Existe un combinado que siempre produce víctimas: el celo profesional unido a la ignorancia.

En la vida de un hombre siempre hay un momento estelar: ése en que decide no obedecer.