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Aldecoa, parlamentario foral de HB, niega ante la Audiencia Nacional su colaboración con ETA

"Un ligue".-"Perdón, ¿cómo?".

-"¡Un ligue!".

Tomás Salvador, procesado y juzgado ayer ante la sección tercera de la Audiencia Nacional, por supuesta colaboración con ETA, tuvo que gritar desde la cabina de cristal blindado, ante la ostensible extrañeza del presidente del Tribunal. Y es que la Sala habrá de formar su convicción entre estas dos alternativas sujetas a debate: Iñaki Aldecoa, portavoz de Herri Batasuna en el Parlamento navarro, dejó su domicilio, un fin de semana, a Tomás Salvador para facilitarle "un ligue", o bien, le prestó cobijo para que se ocultase, después de un atentado contra una tanqueta de la Policía Nacional ocurrido el sábado 17 de abril de 1982 en Pamplona.

Todo consiste en dilucidar si se hizo el amor o se venía de hacer la guerra. Disyuntiva trágica porque pesa, de por medio, una petición total de noventa años de cárcel, para tres procesados y alegaciones de torturas policiales.

Peticiones de cárcel que la representante del ministerio fiscal elevó, alternativa y considerablemente, al formular sus conclusiones definitivas y que, tras una interrupción de diez minutos, provocó la suspensión de la vista, a petición de los defensores, para instruirse ante la nueva postura fiscal. La petición definitiva es de 12 años para Ayensa, 61 para Salvador y 17 para Aldecoa.

Ignacio Aldecoa, Miguel Ayensa y Tomás Salvador se sentaron ayer en el banquillo, acusados de varios delitos. Al parlamentario foral y portavoz de HB se le imputa dar cobijo en su casa a Tomás Salvador tras un atentado en Pamplona contra una tanqueta de la policía en el que resultó muerto un policía nacional. Por otra parte, a Tomás Salvador y a Miguel María Ayensa -tercer procesado en la causa- se les acusa de encubrir y cooperar en varias acciones terroristas de ETA, como el atentado contra el director del Diario de Navarra, Jose Javier Uranga, en el que resultó con heridas gravísimas; el asesinato del teniente coronel Jesús Prieto; el atentado con explosivos contra la Universidad de Navarra, y otro asesinato. Hechos, todos, ocurridos en Pamplona.

En casa del herrero

Ayensa negó cualquier tipo de colaboración con miembros de ETA, y a preguntas de su abogado describió su domicilio, en las cercanías de Pamplona, para contar que ejerce en él como herrero y que la casa es de grandes dimensiones, con varias puertas de entrada y, normalmente muy concurrida de gentes a las que en ocasiones conoce y en ocasiones se limita a darles cobijo porque aducen amistad con terceras personas conocidas del procesado. Tanto se insistió en las dimensiones del caserío y en la frecuencia y número de visitantes, que el presidente del tribunal inquirió al procesado si "su casa era fonda o pensión". El procesado respondió que no.Tomás Salvador acudió el 17 de abril de 1982 al domicilio de Aldecoa, con su compañera -su defensor utilizó repetidamente esta expresión-, después de que su hermana, dirigente de HB, pidiese al parlamentario foral que prestase el domicilio. Hablaron unos minutos, los imprescindibles para enseñarles la casa, y Aldecoa se marchó. No volvió a ver a Salvador hasta que los dos se encontraron en la cárcel. Más tarde, el presidente preguntó a Aldecoa si no le extrañó un cambio de domicilio de dos personas en la misma ciudad de Pamplona. Respondió que ignoraba dónde vivían y que se limitó a dejar su casa al hermano de una gran amiga suya. Preguntó también el presidente si le consta que ningún miembro de HB lo sea de ETA. La respuesta fue negativa, y al otro lado de la cristalera que divide la sala, las protestas del público -familiares, amigos, miembros de HB- fueron relativamente ruidosas: "Eso si que es politizar el juicio" "Esto es puramente fascista",y otras parecidas.

Este fue el único incidente, junto con dos interrupciones del presidente al propio Aldecoa y al testigo Juan Cruz Idígoras -dirigente de HB-, a los que impidió contestar preguntas del defensor sobre la situación política de HB en torno a la primavera de 1982. "No es casual que Aldecoa se siente hoy aquí", comenzó Idígoras, pero el presidente cortó la respuesta y afirmó que allí, no se juzgaba a HB como formación política, sino a uno de sus miembros.

Los tres procesados, durante los interrogatorios, describieron con cierta minuciosidad las torturas que, según afirman, sufrieron durante su detención. Aldecoa se extendió de forma especial en este punto y describió seis horas de torturas en la comisaría de Pamplona y malos tratos en Madrid.

La vista de la causa había despertado notable interés. Unas doscientas personas llegaron a Madrid en autobuses, desde Pamplona y Bilbao. Entre ellas la mesa nacional de HB -a los periodistas se nos rogó que dejásemos libre uno de los bancos de primera fila para los diputados asistentes-, y estuvieron, además de Idígoras, como testigo, Pedro Solabarría y García de Dios. Jokin Gorostidi llegó a Madrid, pero permeneció en el hotel indispuesto.

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