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Entrevista:

"Intento evitar el triste espectáculo del escritor que dura más de lo que dura su talento"

Los tres primeros días de esta semana ha impartido un curso en la Universidad Pontificia de Salamanca, y el viernes pasado pronunció el pregón de los carnavales de Ciudad Rodrigo, porque ahora es un personaje popular, totalmente consagrado. "Sí, claro; hay veces que tengo que rechazar invitaciones, porque, si no, no tendría tiempo de hacer lo mío, de trabajar". A Gonzalo Torrente Ballester la jubilación de su cátedra de instituto le llegó hace tres años. Desde entonces se han sucedido homenajes, le han concedido el Premio Nacional de Novela y, sobre todo, ha conseguido el reconocimiento amplio -"probablemente no por razones muy, legítimas"- por la emisión en Televisión Española de una famosa serie basada en una de sus novelas: Los gozos y las sombras.

Gonzalo Torrente, siete hijos todavía en casa, gran vocación docente, cumplidor, había sentido el cansancio de los conflictos de la enseñanza y de los disparatados sistemas educativos en los dos últimos cursos de su trabajo. Ahora, en su sencilla vida, sus antiguos alumnos -con los que se entendía bien "porque les trataba de una manera muy humana"- y cuantos quieren hablar con él le encuentran todas las mañanas en el mismo café de la plaza Mayor de Salamanca.Precisamente su convicción de que la educación es fundamental en la transformación urgente de la sociedad española le empujó, hace unos meses, a pedir el cambio públicamente. "Es absolutamente indispensable que pongamos el país al día", explica. "Si no lo hacemos, en el plazo de dos generaciones nos quedaremos atrás para siempre, y el quedarse atrás en estas circunstancias supone el riesgo de desaparecer como entidad histórica".

Entre la desesperanza, "porque soy realista", y la esperanza, el académico gallego considera gravísima la situación de España, por su retraso, porque la sociedad está anticuada. "Hay que dejarse de bobadas y pensar que la modernización de la sociedad consiste en que ésta. sea más culta, que se investigue, que haya una creación técnica que nos coloque a la altura de los países más modernos", so pena de caer definitivamente en el subdesarrollo. La mayoría de las discusiones que se sostienen en el ámbito político actual son cosas absolutamente secundarias y un poco histéricas, que pueden aplastar a la principal, según Torrente.

Gonzalo Torrente Ballester, satisfecho porque le ha pedido a la vida lo que podía darle, ingenuamente irónico, un poco desconfía do, arrastra, no obstante, una amargura, quizá la que más le ha influido en su actividad literaria y personal hasta el extremo de que le empujó a Estados Unidos, donde trabajó siete años como profesor distinguido, convencido de que en España no tenía nada que hacer: fue el silencio estúpido con que se recibió su Don Juan, según él, su mejor obra.

Obra conclusa

Y no todos los galardones le llegan ahora. El Premio de la Fundación Juan March de 1959 le llegó muy a tiempo, según él, cuando tenía unos cuantos libros a los que nadie había hecho caso y fue el responsable de que continuara su actividad literaria. "Ahora, los premios acumulados al final, de mi vida son los premios a una obra que ya está conclusa, porque no creo que los tres o cuatro libros que pueda escribir añadan nada a los anteriores". "Aspiro a que lo que escriba ahora no sea demasiado inferior a lo anterior. Intento evitar el triste espectáculo del escritor decadente que dura más de lo que dura su talento, y que al final de su vida estropea un poco su figura".Mientras tanto, la vida de novelista consagrado de Gonzalo Torrente no le ha hecho renunciar a la tranquilidad salmantina, que le acoge desde hace nueve años, a sus paseos matutinos y a su trabajo vespertino. Ahora no lee mucho porque ve cada vez peor, sigue siendo vago y bastante débil ante las llamadas para que acuda a dar alguna conferencia. "Algunas visitas me interesan mucho, como las que voy a realizar en mayo a Londres, Cambridge, Copenhague, Montpellier y, posiblemente, a Estocolmo". Otras podrán incluso satisfacer uno de sus grandes deseos, como la gira que tiene prevista para el próximo otoño por Italia.

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