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Los Incompatibles ganaron el concurso de chacotas, chirigotas y cuchufletas

Los Incompatibles fueron el grupo ganador del concurso de chacotas, chirigotas y cuchufletas, cuya primera edición se celebró ayer por la mañana en el auditorio del Centro Cultural de la Villa de Madrid. Los Incompatibles, perfectamente disfrazados de piratas, consiguieron el mayor aplauso del público con sus coplillas satíricas y bienintencionadas sobre diversos personajes muy populares. El segundo premio correspondió a Osanuko Alameda, vecinos de la Alameda de Osuna, y el tercero fue para los componentes de Los Borrachos de Velázquez.

Los ganadores recibirán premios en metálico de 60.000, 30.000 y 15.000 pesetas, respectivamente, y están invitados a participar en el fin de fiesta de los carnavales, que se celebra el próximo día 16 en la plaza Mayor, inmediatamente después del entierro de la sardina.El concurso demostró que los madrileños están dispuestos a recuperar la principal razón de ser del carnaval: una oportunidad única para burlarse de cualquier aspecto de la vida cotidiana así como de las figuras públicas. Políticos, actrices, empresarios, funcionarios, concejales y todo el resto de la fauna y flora nacional se vieron retratados en las parodias, sin excluir las chanzas relativas a la vieja rivalidad Madrid-Barcelona.

Esta primera edición del con curso, que organiza el Ayuntamiento de Madrid, contó con la actuaciones de numerosos grupos de todo tipo, desde algunos formados por tres generaciones de un misma familia hasta otro integrado por estudiantes canarios que aún lamentando no poder encontrarse en su propia tierra, afirmaron su voluntad inquebrantable de divertirse y divertir a los demás en el transcurso de las fiestas madrileñas.

La Clotilde, Los Clementinos, Los Incompatibles, Osanuko Alameda (vecinos de la Alameda de Osuna) Los Mojigongos, Murga L'Osotros... todos los participantes se beneficiaron, por principio, de la complicidad del público, dispuesto a aplaudir con ganas y disfrutar del espectáculo. Todos los grupos eran aficionados, y muchos de ellos improvisados para la ocasión.

Siguiendo la máxima de que en carnaval está permitido todo, las múltiples coplillas, canciones, chistes, poesías, en su mayor parte ripiosas, que se ofrecieron al respetable que llenó el auditorio, ironizaron sobre lo divino y humano y se ensañaron de forma particular con los políticos más conocidos Sólo Enrique Tierno, alcalde de Madrid, se salvó de la quema, e incluso alguno de los participantes proclamó que prefería un alcalde tierno a uno duro. Sin excluir las rimas que en cualquiera otra ocasión hubieran sido consideradas malsonantes, que se prodigaron desde el escenario y provocaron grandes carcajadas.

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