Mano izquierda
El concejal del Ayuntamiento de Barcelona Enric Truñó fue a Los Angeles a tomar contacto con el mundo olímpico y regresó dando doctrina. Le bastaron cuatro días para caer en la tentación de denunciar las flaquezas de los prebostes del COI. Escaso favor le hizo Truñó a Barcelona. La gente del mundo olímpico no es tan altruista como puede parecer y es capaz de guardarse en la recámara de los rencores las frases acusadoras de Truñó. Sería funesto que tal sucediera, porque para sacar adelante la candidatura de Barcelona harán falta toda clase de ayudas.Desde el ayuntamiento que pretende organizar los Juegos no es conveniente recordar que Juan Antonio Samaranch manejará cuantos votos pueda para que París se quede en la estacada. En este caso hay que ser tan cínicos como lo serán los franceses, que no dejarán escapar un solo voto del área francófona del COI.
Barcelona, con una mínima prudencia, podrá alcanzar su meta. Samaranch ganó la presidencia en Moscú porque contó con una serie de votos personales -Mohamed M'Zali, primer ministro de Túnez, estuvo en la URSS las horas justas para votarle-, y, a excepción del representante de Chile, que no acudió por el boicoteo, tuvo todos los iberoamericanos que controlaron y el mexicano Vázquez Raña y el brasileño Joáo Havelange. Todos sabemos lo que hará Samaranch, pero no conviene airearlo demasiado. Sería tentar la ira de los dioses olímpicos.
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