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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Los personajes de Guareschi, en la serie 'Don Camilo'

Juan Arias

Giovanni Guareschi dejó inmortalizados para los italianos, chicos y grandes, sus dos famosos personajes de Peppone -el alcalde comunista de pueblo- y don Camilo -el párroco católico rural-, que más tarde el cine lanzó también fuera de Italia. En realidad, Guareschi fue un precursor en los años cincuenta de lo que iba a ser el enfrentamiento en este país entre las dos mayores fuerzas políticas: la católica, encarnada en realidad en el partido de Alcide de Gasperi, la democracia cristiana, y el partido comunista, forjado por aquella otra gran mente política que fue Palmiro Togliatti.Guareschi tuvo el mérito de presentar gráficamente el drama de la vida italiana, dividida en dos grandes fuerzas ideológicamente antagonistas, traduciéndolo en su expresión más concreta y brutalmente pragmática de un alcalde y un cura que, en un pueblo labrador de la región más roja de Italia, Emilia, se pelean, se ponen continuamente la zancadilla, ponen a Dios como árbitro de sus acciones -ambas consideradas a favor de la población-, se boicotean comicios y sermones; pero, al final, acaban queriéndose y hasta resultan imprescindibles como personajes dentro del pueblo, hasta el punto de que, cuando don Camilo tiene que dejar su parroquia y llega otro párroco menos peleón, Peppone siente la nostalgia de don Camilo y lucha para que vuelva.

Fue la intuición de que, en realidad, la lucha entre ambas fuerzas -que aquí se llamaban "el demonio y el agua bendita"- era sólo a nivel ideológico en la alta clase política y en la alta jerarquía de la Iglesia. En la tierra concreta de la cotidianidad, de las realizaciones prácticas en favor de la pobre gente, el alcalde comunista y el párroco católico, que públicamente tenían que enfrentarse, estaban íntimamente de acuerdo.

La obra de Guareschi sirvió, pues, en gran parte, para desdramatizar la lucha sorda que existía entonces entre comunistas y católicos. Fue como el precursor del compromiso histórico y de la necesidad, en este país, de una colaboración dialéctica, pero civil y constructiva, entre ambas fuerzas.

Entonces eran los tiempos de Stalin. El enfrentamiento era brutal y Guareschi no podía ni soñar que un día dentro del partido comunista iban a entrar, con cargos de prestigio, católicos de primera plana y que tantos sacerdotes y seglares empeñados en la Iglesia acabarían votando por el partido de Togliatti.

Hoy, en Italia, Peppone y don Camilo quedan sólo como dos símbolos de un diálogo que ya nadie pone en duda. Si acaso, hoy la lucha es al revés. No es ya ideológica sino en las cosas concretas; no existe la pugna por una visión diversa de la sociedad.

El pequeño mundo de don Camilo se emite hoy a las 21.00 por la segunda cadena.

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