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Reportaje:

La Crisis industrial de Gijón aviva la tensión social en Asturias

Centrales sindicales y empresarios temen que la mente Sindical de Izquierda salga de su cantóny se extienda su influencia. En Asturias es frecuente hoy oír comentarios acerca de una nueva 'revolución del 34'

La huelga general convocada el pasado fin de semana en Gijón por todas las centrales sindicales y secundada de forma masiva por la población sirvió para dar salida a una tensión social latente desde hace tiempo en aquella villa industrial, para reabrir entre los agentes sociales asturianos un nuevo período de reflexión acerca del futuro económico de la región y para mostrar de Pajares abajo la cruda realidad de una tierra que empieza a agobiarse con la incertidumbre del futuro.Las centrales sindicales se apresuraron el pasado martes a quitar hierro político a la convocatoria de huelga.

Comisiones Obreras matizó que la acción no era un pulso al Gobierno, instalado en el poder desde hace sólo ocho semanas, sino "una manifestación pública para exigir al Gobierno soluciones al caos industrial de Gijón".

La Unión General de Trabajadores, que se vio obligada a participar en la convocatoria "contra el desmantelamiento industrial de Gijón", hizo hincapié en que su presencia no significaba un ataque al cambio ni, por supuesto, a la democracia; "no era nuestra intención atosigar al Gobierno".

Un escalón para movilizar

Para la Corriente Sindical de Izquierda, sindicato escindido de Comisiones Obreras, la huelga fue un escalón más en el proceso de movilización social de la región. "La situación lo exigía y ahora vamos a trabajar en la huelga general en Asturias". La patronal asturiana, FADE, también entiende que la huelga de Gijón pudo ser sólo un "ensayo general con todo".

Detrás de la huelga, que a la postre se puede considerar como un simple punto de referencia al futuro, se agazapa una enmarañada situación social y económica. Se ejecutó en Gijón porque en aquella villa se registran críticas circunstancias que la convierten en un centro de atención prioritaria; pero la raíz de los problemas se extiende por toda la región.

La bahía de Gijón

Gijón, una villa asturiana que acogió a miles de trabajadores durante los últimos veinte años y un centro donde la industria llegó incluso a diversificarse, tiene en la actualidad 21.000 parados, algo más del 20% de la población activa, y 9.000 jóvenes que buscan el primer empleo.

En el último año se cerraron en Asturias 184 empresas, se realizaron expedientes de regulación de empleo que afectaron a 27.696 trabajadores y se procedió a la jubilación anticipada de otros 3.200.

Estas cifras dan idea de la tensión que en aquella región se respira y sirve para entender la aparición de una fuerte corriente de delincuencia y casos públicos de mendicidad. Gijón no es ajena, ni mucho menos, a ello.

El origen de la crisis en Gijón hay que buscarlo en las dificulta des que atraviesa el sector del me tal en todo el Estado. La mayor parte de las empresas cerradas respondían al tipo de pequeña y mediana, eran talleres que se nutrían del traba o descolgado de las empresas siderúrgicas y de los astilleros de la bahía, los cuales se encuentran en la actualidad con la cartera de pedidos prácticamente vacía.

La contracción de la demanda en el mercado en el sector propició la caída sucesiva de este tipo de empresas, carentes en su mayoría, de estructuras de producción adecuadas para hacer frente a una crisis industrial intensa y larga.

El foco de atención sindical preferente en Gijón es la bahía, donde se concentran cuatro astilleros, que tienen comprometido su futuro sí desechan la posibilidad de unirse en uno solo. Desde hace dos años se trabaja en la idea de hacer un holding con Marítima de El Musel, Duro-Felguera, Cantábrico y Riera y Constructora Gijonesa, este último de capital público. Las negociaciones están estancadas por diferencias, de momento insalvables, entre los empresarios y el Instituto Nacional de Industria (INI).

El Instituto Nacional de Industria, hasta la fecha, planteó su intención de desprenderse de su par

ticipación en los astilleros pequeños y medianos y vender los activos de Constructora Gijonesa a los privados. Mantendría, sí, una participación mínima en el holding. Por su parte, los empresarios privados mantienen que la participación en el holding se tiene que realizar en función de cada uno de los astilleros, propuesta que haría recaer sobre la empresa pública una gran responsabilidad, porque ahora tiene en Constructora Gijonesa el mayor número de trabajadores de todos los astilleros.

Ambas partes, empresa pública y privada, son conscientes de que la única salvación para los astilleros es la fusión, lo que les permitiría construir barcos de pequeño y mediano tonelaje, con ventajas comparativas sobre la competencia que en el sector naval ejercen países en vías de desarrollo como Corea.Tampoco ocultan que el modelo de buques que España necesitará en un futuro inmediato no está diseñado y que los armadores se quejan de que a la hora de encargar un nuevo barco, su precio final sea superior, por la aplicación del impuesto de tráfico de empresas, al que pueda pagar un armador extranjero. Condiciones estas que retraen aún más el mercado.

La creación del holding en los astilleros de la bahía de Gijón, no obstante, implicaría una reconversión que colocaría en el paro, en el mejor de los casos, a 2.000 de los 6.000 trabajadores, incluidas subcontratas que en la actualidad trabajan en ellos.

La salvación de los astilleros

La Unión General de Trabajadores y Comisiones Obreras comparten la tesis del holding y la reconversión como plataforma de salvación para los astilleros, pero la Corriente de Izquierda se manifiesta en contra del proyecto, circunstancias que en amplios círculos asturianos se ve con preocupación, por entender que podría ser la chispa que avivase aún más la tensión social en la zona.

Las empresas Avello, Talleres Moreda y Crady, en suspensión de pagos o con expedientes de regulación de empleo, completan el sombrío panorama que se cierne sobre Gijón: Avello, con 384 trabajadores, depende de que llegue a un acuerdo de fabricación de motocicletas con Suzuki y se reestructure el sector a nivel nacional. Talleres Moreda, con 450 trabajadores y en suspensión de pagos, tiene su futuro en manos de una previsible inyección económica y en la formación de una cartera de pedidos. Crady, con 700 trabajadores de plantilla y un protocolo de acuerdo para transformar la empresa en una sociedad laboral, tiene pendiente en la actualidad una deuda de cinco meses de salario con los trabajadores y serias dificultades para abonar la deuda contraída con la Seguridad Social.

Especialización y empresa pública

El origen de la crisis que atraviesa Asturias está en su tendencia a la especialización, "entendido el término", dice Pedro de Silva, diputado del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), en su libro Asturias, realidad y proyecto, de reciente publicación, "no como propensión a perfeccionar una concreta actitud, sino como tendencia a hacer una sola cosa, es decir, en el sentido embrutecedor de la palabra.

Asturias ha venido concentrando su potencialidad económica cada vez en menos cosas, y este proceso se agudiza en el último cuarto de siglo, aunque ciertamente un alto grado de especialización es característico de todo el proceso de industrialización de Asturias, basada en los yacimientos de carbón y en los desarrollos siderúrgicos subsiguientes".

La estadística confirma esta idea. La incidencia del sector industrial sobre el producto interior bruto de Asturias en 1979 era del 42,7%, mientras que en España se situaba en el 28%; los servicios se colocaban en el 46,1%, frente a una media nacional del 57,6% la construcción, en el 5,1%, frente al 6,9% estatal; y la agricultura y pesca, en el 6,1%, frente al 7,5% de media en España.

Otra característica singular de Asturias, y única en el panorama industrial español, es el gran volumen de inversión pública realizado en aquella región.

La empresa pública representa en la actualidad el 20% del Producto Interior Bruto asturiano, ocupa al 17% de los trabajadores y constituye el 25% de la inversión total. En concreto, en el sector industrial, la empresa pública ofrece el 34% del empleo y supone el 40% de la inversión.

Extracción de carbón y proceso siderúrgico son las bases de la economía asturiana.

Pero la cadena se rompe porque en la región el proceso productivo no pasa, en general, de la fase de primera transformación de metales. En Asturias- la industria transformadora de los metales -fabricación de coches, electrodomésticos, etcétera- brilla por su ausencia. El porcentaje de empleo destinado a tal fin es del 18,4%, frente a un 60,6% en Valladolid o un 38,8% en Barcelona.

La empresa pública, representada por Ensidesa y Hunosa, 44.000 trabajadores en total, es el paraguas a cuyo abrigo se fue construyendo la economía de la región. Las ventajas en la época de expansión industrial se dejaron ver de inmediato entre la clase empresarial.

A su sombra comenzaron a proliferar los talleres pequeños y medianos subsidiarios de la industria siderúrgica. Pero la crisis del metal, claro está, también les afectó a ellos primero.

En el terreno social, la política salarial de Ensidesa se critica en los círculos económicos porque esta empresa tiró desde siempre de los sueldos hacia arriba y a mediados de los setenta las centrales sindicales intentaron reducir las diferencias y poner en línea a todos los trabajadores.

Ello provocó severas tensiones en algunas empresas, y aún hoy la patronal denuncia este intento de colocar el poder adquisitivo de unos y otros al mismo nivel como una de las causas del cierre de algunos centros de producción. No es menos cierto, sin embargo, que en Asturias se dan unos desequilibrios salariales que no se producen en el resto de España.

La construcción de Ensidesa, con características de empresa monstruo, provocó en Asturias una emigración fluida del campo al centro industrial, de tal manera que la agricultura, representaba el 16,69% del Producto Interior Bruto en 1955 y en 1979 ese porcentaje se había reducido al 6,1%. No obstante, el sector agroalimentario se puede considerar como un colchón amortiguador de la crisis industrial y como uno de los sectores con brillante porvenir.

Soluciones a la vista

El futuro de Asturias se presume sombrío en los círculos económicos y sociales. La especialización de la industria parece haber llegado a la cresta de la ola. Muchos creen que en adelante no se debe seguir pensando en Ensidesa y en Hunosa.Quienes no comparten esa idea se limitan a señalar que no se pueden abandonar a su suerte complejos industriales tan costosos y productivos como ésos.

En todo caso, parece prioritario que el desarrollo futuro de la región pasa por una mejora de la infraestructura viaria, es decir, el diseño de accesos a la meseta y hacia el Este para conseguir un cinturón industrial fluido en la cornisa cantábrica.

Paralela a esta necesidad se apunta la definición de los complejos obsoletos y su recambio por nuevos equipos competitivos en los capítulos de productividad y calidad; el ejemplo lo puede constituir la posible inversión en una nueva acería para Ensidesa, que generaría un rápido flujo de producción y agilizaría la actividad económica en las empresas que giran en torno a la siderurgia. A estas dos medidas, que debe evaluar y tomar el Gobierno del Estado, se añade una tercera que consiste en el apoyo institucionalizado a nuevos proyectos a través de organismos creados a tal efecto que también canalizarían los créditos para llevarlo! a cabo.

El desarrollo de la carboquímica, la potenciación del sector agro alimentario, la inversión en industrias transformadoras, la programación y explotación de los cultivos marinos y la promoción del turismo entran en el paquete de futuros proyectos a acometer en la región.

El ritmo de decisión e inversión en los mencionados proyectos se aventura lento y aun indefinido. Entre tanto, se prevé que la tensión social se acreciente en las zonas periféricas asturianas. Para evitar en parte esa subida de la temperatura sindical se espera la inmediata aprobación de la acería de Ensidesa y un posible acuerdo, quizás en primavera, sobre los astilleros de la bahía de Gijón.

La revolución del 34

Las centrales sindicales y los empresarios temen que la Corriente Sindical de Izquierda, que agrupa a miembros de los partidos extraparlamentarios de izquierda, salga de su cantón, localizado en Gijón, y se extienda a nuevas localidades.

Como movimiento organizado, las centrales no están en condiciones de ejercer ningún tipo de control y su posible reinserción en Comisiones Obreras es prácticamente nula porque la central comunista está dispuesta a recibir en su seno a los militantes de forma individual y no como tal corriente sindical. Hay, sin embargo, datos tranquilizadores desde la perspectiva social de la región. El primero radica en el creciente éxito que tiene Hunosa frente a los objetivos fijados en el plan de reconversión de 1980. Durante el pasado año la producción de la empresa se ciñó escrupulosamente a los planes previstos; sólo en las explotaciones mineras subterráneas sufrió un traspiés al rebajar en 164.000 toneladas el objetivo establecido en el plan.

El segundo dato tranquilizador radica en la estabilidad que aún tienen los trabajadores autónomos, los miles de pequeños propietarios que aprovechan la capacidad de ahorro de la región para mantener sus negocios a flote.

A pesar de ello, en la calle se palpa el desaliento. Es frecuente oír comentarios acerca de una nueva revolución del 34. Aquellos que la vivieron opinan, sin embargo, que hoy no es previsible que se repita porque la relación de fuerzas sindicales y las condiciones socioeconómicas son sensiblemente distintas a las existentes en aquella época. Y porque, en palabras de Pedro de Silva, "el corazón de Asturias, la cuenca minera, afortunadamente no está sufriendo taquicardias".

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