Deporte y tiempo libre
Cada vez quedará más y más tiempo libre, que podrá ser utilizado, según los casos, en el desarrollo creativo de la personalidad, en una ampliación de la educación, en el deporte, en la relación con los demás, en las manualidades, la literatura, el servicio a la sociedad o la delincuencia.Pero, en realidad, ocurre que este ocio no es -en general- tan activo como parece, sino expectante y voyerístico. Un ocio que, por su calidad (?) de pasivo, no dará satisfacción a las necesidades que todavía se sentirán cuando el trabajo vaya desapareciendo. Y no la dará. porque no habremos sabido adelantarnos al problema, no nos habremos educado ni preparado para hacer uso de ese mayor tiempo libre.
Por otra parte, resulta cuando menos revelador que mucha gente necesite del trabajo para dar sentido y estructura a sus vidas. Necesite de la actividad laboral no sólo para ganarse la vida, sino para ganar prestigio ante los demás, para tener seguridad en sí mismo,- etcétera.
Esto nos da pie para pensar que el ocio y el tiempo libre que se nos avecina tendrá que ser algo más que voyerístico y expectante si queremos que nos solucione el problema que va a crear la progresiva disminución del tiempo de trabajo. Tendrá que ser llenado con actividades -las deportivas entre ellas- que, además de tener un carácter lúdico, recreativo, recuperador y liberador de tensiones, contribuya a dar sentido y estructura a la vida de muchas personas; lo que, hasta ahora, consiguen con el trabajo.
El tema que da título a estas reflexiones, la actividad física -y el deporte, puede y debe -efectivamente- desempeñar en toda suamplitud su papel de elemento motivante y racionalizador de ese tiempo libre. Tiempo libre que, si no nos preparamos para recibirle, puede poner en evidencia Winvertebración de las vidas de aquellos que vayan viendo crecer su desocupación, su inactividad.Porque, sin necesidad de defender a ultranza la actividad fisicodeportiva-recreativa, ni entenderla como la única solución a todos los males sociales e individuales, sí que parece lógico y conveniente que se haga lo posible por potenciar y popularizar una actividad que no distingue sexos, razas o religiones, que puede practicarse desde el primer mes de vida y hasta los cien años. Una actividad que, además, reporta beneficios en aspectos tan importantes para el individuo y la misma sociedad, como son:
- La salud psicofísica.
- La prevencion eficaz de enfermedades degenerativas y cardiovasculares.
- Las relaciones sociales.
- El entendimiento entre los pueblos.
- La educación de la personalidad y la elevación de la calidad de la vida, etcétera.En la misma Constitución se recoge el derecho de todo ciudadano a la práctica deportiva, hecho que ha dado lugar a la ley general de la Cultura Física y del Deporte, en la que se lee: "Los poderes públicos fomentarán la educación física y el deporte, facilitando los medios para una adecuada utilización del ocio...".
Parece evidente que el deporte tiene muchos puntos a su favor para convertirse en una alternativa válida y eficaz para la ocupación del tiempo libre.
Sin embargo, me parece necesario colocar, de inmediato y sin retrasos, el punto de mira en los aspectos cualitativos más que cuantitativos del tema. Es decir: más en la calidad de la actividad que en el número de practicantes, el número de licencias, estadísticas y otros datos numéricos a los que somos tan aficionados.
Para lograr el relevo del concepto cantidad por el concepto calidad se tienen que dar, forzosamente, algunas condiciones (que quizá convenga estudiar en otra ocasión) y ciertos cambios, algunos de ellos necesariamente paulatinos, como por ejemplo:
- Una mayor agrupación y coordinación entre servicios públicos con carácter recreativo (música, cultura- deporte, etcétera), para poder ofrecer posibilidades más atractivas a los usuarios.
- Ofertar actividades a un reducido coste o gratis para personas especialmente necesitadas (parados, trabajadores poco pagados, minorías étnicas, marginados, etcétera).
- Fomentar y animar la creación de servicios no públicos, para que la oferta de actividades sea lo más amplia posible, variada y tendente a satisfacer -más allá de un popular término medio- los más diversos intereses de la población.
- Desarrollar los canales de información locales. De esta manera se permite y posibilita una mayor participación ciudadana.
- Aumentar el apoyo económico a estas actividades a base de gravar espectacularmente -por ejemplo-, mediante impuestos, ciertas materias que son nocivas para la salud (alcohol, tabaco).
- Aprovechar mejor las instalaciones deportivas poco utilizadas -hasta ahora- en las horas libres (las escolares, por ejemplo).
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