Agradecimiento a Fraga
Es bien extraño de qué modo su reciente y sonado triunfo electoral, lejos de haber avivado la reconocida inteligencia del señor Fraga Iríbarne, parece haberla desmejorado lamentablemente. Con todo, tengo que agradecerle el que su último chiste sociológico haya tenido la virtud de devolverme a los frescos y alegres días de mi primera adolescencia. En un reciente artículo publicado en estas mismas páginas (Derecha a izquierda afínales del siglo XX, EL PAIS, 15 de enero de 1983) dice, en efecto: "...Si no hay una recompensa para el que dedica los años de su juventud a estudiar ingeniería o idiomas, ¿quién dejaría las amables diversiones?", frases que me recuerda, tanto por analogía como por correlación, la que a mis quince años recuerdo perfectamente haber subrayado, entre muerto de risa y escandalizado, en el texto de religión del padre Incio S. J., cuyo título lamento haber olvidado, 'y que rezaba, creo que literalmente, como sigue: "¿Y por qué permite Dios que haya ricos y pobres en el mundo? Pues porque si todos fueran ricos, nadie trabajaría". Para más señas, estudiaba yo entonces el bachillerato en el colegio de San José, de los padres jesuitas de Villafranca de los Barros, provincia de Badajoz. De pronto, me viene ahora vagamente a la memoria que el título del texto aquel era tal vez Apologética o Apologética II, pero no lo podría asegurar. / Rafael Sánchez Ferlosio.
