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Reportaje:

Antiguos propietarios de las tierras de un condado de Huesca enfrentados al proyecto de Iberduero de construir un pantano

El histórico condado de Sobrarbe (Huesca), con una superficie de 2.035 kilómetros cuadrados, en su mayor parte anegado por los embalses de Mediano y El Grado, circunstancia que explicaría en cierto modo sus altos índices de emigración, que han reducido su población a 7.000 habitantes (el nivel de densidad más bajo de Aragón), puede verse afectado en breve por la construcción de tres presas y un nuevo pantano prevista por Iberduero, SA, en sus proyectos de actuación hidroeléctrica en los ríos Ara y Alto Cinca que acaba de presentar en la Diputación Provincial de Huesca.

El nuevo plan reformado, presentado por Iberduero, prevé la construcción de tres presas de pequeña capacidad y una cuarta -la de Jánovas, sobre el río Ara- de 354 hectómetros cúbicos. Contaría con una potencia instalada de 162 megavatios y su coste se cuantifica en más de 19.000 millones de pesetas. Este proyecto amplía el presentado por la misma empresa en 1951, que ya hizo emigrar a los habitantes de los pueblos de Lacort, Lavelilla y Jánovas. Algunos de estos vecinos, viendo que no se iniciaban las obras, ocuparon sus antiguas tierras hace dos años. El próximo día 30 se cumple el plazo de preaviso para que los mismos inicien los trámites del derecho de reversión.Se trata de una larga historia, que se inicia el 28 de marzo de 1951, con la aprobación del plan de construcción de los aprovechamientos del río Ara, entre Fiscal y Aínsa, y del río Cinca, entre Lafortunada y Aínsa. La obra de mayor envergadura era el pantano de Jánovas, sobre el Ara, de 177 hectómetros cúbicos de capacidad. El plazo total para finalizar las obras era de veinte años. Cuando faltaban pocos días para que se cumpliera el plazo -en marzo de 1971-, Iberduero S.A solicitó una prórroga de un año. En 1972 presentó un nuevo proyecto, que no se aprobó.

Durante un tiempo se creyó que Iberduero iba a transferir la concesión a la empresa estatal Enher. La experiencia de Lemóniz y el impasse a que se ha sometido la energía nuclear ha sido decisiva para que Iberduero recobre su interés en la energía eléctrica. El nuevo proyecto presentado recientemente en Diputación altoaragonesa es más ambicioso que el original.

Un pueblo con dos supervivientes

Pero las secuelas que éste dejó no son fáciles de cicatrizar. En los primeros años sesenta, las 58 familias que habitaban los pueblos de Lacort, Lavelilla y Jánovas debieron emigrar. Para ello se emplearon los medios más expeditivos. Incluso, como es el caso de Jánovas, se llegó a dinamitar algunos edificios. Sólo una familia, el matrimonio Emilio Garcés y Francisca Castillo, con sus seis hijos, se resistió a abandonar el pueblo. "Me ofrecieron setecientas pesetas de indemnización por la casa en que vivía, ya que yo era zapatero y no tenía tierras". A Emilio Garcés no le será fácil olvidar. "Eso no se olvida. Lo que recuerdo con mayor intensidad es la voladura de Jánovas con dinamita y la destrucción de la vivienda escolar, con los niños dentro de la escuela" Ellos no han abandonado el pueblo. Viven apegados a su tierra "mi mujer aguanta sola en casa mientras yo voy a trabajar a 47 kilómetros de distancia". Solos, en un pueblo en ruinas, en una pequeña casa sin servicios. "Vivir en un piso no es lo mío", dice Francisca Castillo. "Aquello es una cárcel. Por muy bonito que sea, a mí me gusta más esto".Todos los demás emigraron, obligados por la expropiación o la compra-venta de sus tierras por justiprecio. "Aquello fue tremendo", nos explica uno de ellos. "Económica y socialmente fue algo fatal para nosotros. La gran ciudad hundió a la gente mayor y a los jóvenes nos cambió totalmente. Es un trauma que no se olvida. La tierra de uno es algo que tira. Y como no hacen el pantano, aquí queremos volver".

Esa decisión tomó un grupo de antiguos propietarios, que en otoño de 1980 volvió a sembrar las que fueron sus tierras. Iberduero interpuso querella criminal, que no llegó a prosperar. Después recondujo el proceso por la vía civil, a través de un interdicto para recobrar la posesión. La sentencia se conocerá el próximo mes de enero. Cualquiera que sea ésta no impedirá que parte de los vecinos que emigraron inicie los trámites para ejercer el derecho de reversión. El próximo día 30 se cumplen los dos años de preaviso. A fin de ganar tiempo e iniciar parcialmente las obras cuanto antes Iberduero solicitó recientemente una licencia provisional para la construcción de un canal de derivación de aguas del río Ara. Entre la documentación presentada se incluyó por error un plano del pantano de Jánovas, con capacidad para 540 hectómetros cúbicos. Concedida inicialmente la licencia municipal, fue desautorizada posteriormente por la Comisión Provincial de Urbanismo, al no haberse declarado todavía de utilidad pública el proyecto, que poco después se daría a conocer a la Diputación Provincial y a la opinión pública.

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Ahora Iberduero debe seguir todo el trámite prescrito para este nuevo proyecto, que amplía la zona afectada. Se entabla de esta manera una carrera de recorrido administrativo adverso. Unos, mediante el ejercicio del derecho de reversión, y los otros, con el proceso contrario de expropiación, ya que, de aprobarse el nuevo proyecto, ampliaría la zona afectada. Así haría desaparecer el pueblo de Ligüerre de Ara, donde viven doce familias, que ya se encuentran con la angustia y el dolor de lo que consideran irremediable. Aunque, según manifestó su alcalde, "la gente está dispuesta a jugárselas todas por todas".

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