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La patronal francesa ofrece un pacto al Gobierno de Mitterrand para superar la crisis

Los 25.000 patronos que participaron en los estados generales de la empresa, la más gigantesca reunión de este tipo en la historia de Francia, por unanimidad, le ofrecieron al poder socialista impacto en ocho puntos destinados a superar la crisis. La patronal gala pide que se le reduzcan los impuestos y ella se compromete a crear empleo. Al margen de esta proposición, los estados generales resultaron una tempestad incontenible de críticas al poder socialista.

"Nosotros le declaramos la guerra a la lucha de clases", "luchamos contra el viento tecnocrático y contra las mareas político-sindicales", "los diplomas del instituto del buen sentido no existen en los gabinetes ministeriales": las frases y exclamaciones como las citadas, a lo largo de toda una jornada, el pasado martes, fueron como bombas lanzadas intermitentemente por los patronos franceses contra el poder socialista. El dirigente más aplaudido, del aluvión de oradores, fue el que detalladamente con lágrimas en los ojos, en tres ocasiones contó cómo el Gobierno de Frangois Mitterrand le había abocado a declararse en quiebra.

La 'ópera' del dinero

El Consejo Nacional de Patronos Franceses (CNPF), iniciador de esta ópera del dinero (tal fue su perfección organizativa), estaba destinada, en primer lugar, a advertir al Gobierno sobre la unión sagrada de los patronos. En segundo término, se trataba de una operación de las relaciones públicas de cara a los ciudadanos: "En Francia, el patrón que triunfa, con mucha frecuencia, aún está considerado como un explotador". En tercer lugar, la patronal ha querido ser positiva además de crítica, y le ha ofrecido un pacto al Gobierno en ocho puntos.Según ese texto, aprobado por los 25.000 participantes, éstos últimos, en suma, le dicen al Gobierno: "Tú nos reduces los impuestos y nosotros creamos empleos". De manera concreta, la patronal pide: que se les rebajen a las empresas el 10% de las cargas actuales en el plazo de cinco años, es decir, a razón de dos puntos por año.

En contrapartida se comprometen a contratar a todos los jóvenes que, al terminar sus estudios, inicien la vida profesional (se calcula que unos 600.000 anuales) o, en cualquier caso, a acogerlos para realizar un período de pruebas. Las modalidades serían propuestas por la patronal de manera inmedita. También esta úlima emplearía a los 150.000 parados más antiguos que deseen reanudar el trabajo. Piden también una serie de reformas relativas al trabajo interior y a tiempo parcial como condición para ampliar las posibilidades de empleo.

En el mismo manifiesto, la patronal solicita que el Gobierno "renuncie a la extensión del poder sindical en la empresa" y estipula que, con el fin de: que cada francés conozca lo que es un patrono y lo que es una empresa ("ambos están al servicio de Ia nación", dicen), 1983 será declarado el año de la empresa.

Respondiendo a las proposicíones de los jefes (le empresa, el ministro de Economía, Jacques Delors, comentó: "¿Y por qué no un contrato entre la nación y los patronos?"

Se recuerda ahora, igualmente, una reciente expresión de Mitterrand sobre el mismo tema, que se asimilaba al teorema que popularizó el ex canciller alemán, Helmut Schmidt, refiriéndose al mundo de los negocios: "Los beneficios de hoy son las inversiones de mañana y los empleos de pasado mañana". Los socialistas ortodoxos galos consideran que, hablando así, Schmidt blasfemó. Mitterand, días pasados, declaró que la mejor manera de responder a la crisis consistía en que "las empresas inviertan y prosperen". La componente comunista del Gobierno ya respondió ayer a los patronos: el director del diario del partido, L'Humanité, Roland Leroy, resumió su opinión sobre la reunión empresarial reiterando la filosofía comunista: "Los patronos no piensan más que en el provecho, explotando a los trabajadores".

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