_
_
_
_
_

Italia atraviesa una gran crisis de identidad nacional

Juan Arias

Italia está atravesando una de las mayores "crisis de identidad nacional" en la historia de la República. Los italianos son como una gran esponja que ha sabido absorber todos los humores negativos y las explosiones de creatividad de estos últimos diez años. Se ha llegado a una enorme distancia entre la sociedad real y el Estado y se puede decir que hoy el gran deporte de los ciudadanos de este país es "actuar cada uno por cuenta propia", ya que nadie cree en las instituciones y en quienes las representan. Y al mismo tiempo, paradójicamente, "mejora la economía" y crece "el hambre de cultura".

Es esta la fotografía presentada por el Censis, el centro de estudios y de investigación social y económica de máximo prestigio nacional que cada año le toma el pulso, con criterios seriamente científicos, a la economía de este país.Pero este año, en su informe de setecientas páginas, por primera vez junto al retrato económico-social de Italia, el Censis ha entrado más a fondo revelando aspectos nuevos en su investigación anual y que llegan a las raíces más políticas de la crisis.

Y este centro de estudios, que otras veces ha sido quien ha descubierto aspectos desconocidos del planeta Italia, como, por ejemplo, el fenómeno de la llamada economía sumergida, ahora ha puesto de nuevo sobre el tapete resultados paradójicos de la radiografía económico-político-social de este país, tan lleno de contradicciones siempre, y que es un laboratorio, por un lado, de ideas y proyectos nuevos que fascinan a otros países, y por otro, de nostalgias devueltas hacia atrás en sus aspectos más sociales.

Aparece como ejemplo curioso el fenómeno económico, ya que, a pesar de que es éste el problema clave del país, en realidad la economía, según Censis, "va mejorando", y esto, sobre todo, porque la gran industria ha reconquistado parte de su gobernabilidad perdida; porque está naciendo una nueva clase industrial más preparada y más activa y también porque banqueros y clase media alta han hecho grandes inversiones en la agricultura, en cuyo campo está también muy avanzada la investigación. Pero al mismo tiempo se está haciendo crítico el problema del desempleo. Disminuye la ocupación en la industria mientras aumenta en el sector terciario o de los servicios. Sobre todo, en el Sur crece no sólo el desempleo sino también la no ocupación, es decir, el número de personas que buscan su primer trabajo. Ha disminuido el 8% el doble trabajo y el 4% el trabajo par-time, lo que ha perjudicado sobre todo a la mujer.

Hambre de cultura

En los últimos cinco años, este país, según el informe, "no cree ya en nada, y decide personalmente sus necesidades y sus ganancias sin ningún sentido de disponibilidad colectiva". Han disminuido mucho, por ejemplo, los consumos dedicados al vestido y han crecido los culturales. En 1976 una familia gastaba, por ejemplo, el 12% en vestirse, mientras hoy sólo el 8%. Han aumentado el 11% en los últimos cinco años los gastos para teatro, mientras han disminuido los del cine. Y ha aumentado considerablemente el número de lectores de periódicos: de 35 adultos sobre cien que compraban cada día un diario en 1975 se ha pasado a 57 en 1981.

Otra de las contradicciones de este país es que este italiano, que "no cree en los sindicatos, ni en los partidos, ni en las parroquias, ni en las instituciones culturales oficiales", es al mismo tiempo un devorador de cultura, de exposiciones de artes, de música clásica, de diversiones selectas. Y junto a esta explosión de hanibre de cultura renacen al mismo tiempo todas las formas arcaicas de poder: Mafia, Camorra, masonería y grupos de poder intermedios como suplencia a una clase gobernante en la que creen cada vez menos.

Otro drama de la sociedad italiana es que ya no cree en la escuela o en la universidad oficial. De hecho, ha disminuido gravemente el número de alumnos que abandonan los estudios sin acabarlos. Los mismos padres prefieren muchas veces prepirar a sus hijos en lenguas extranjeras, en cursos de danzas, en cerániica y en artesania en general, o bien los especializan en los campos de electrónica y de telemática.

Caos en los servicios públicos

Y, sobre todo, mientras Italia mantiene uno de los índices más altos de inflación de toda Europa (el 21%) según el Censis, es este un país en el que, confrontándolo con Europa, no funcionan los servicios públicos: ni los trenes, ni correos, ni los hospedajes, ni los bancos, ni teléfonos. Y lo peor es que la gente se está acostumbrando a que no funcione nada y a buscarse individualmente sus subterfugios para salir del paso cada vez.

"¿Y la culpa de todo esto?", se preguntan los investigadores del Censis. Y la respuesta es la siguiente: "Los Gobiernos de la República en los últimos años han expresado una cultura y un poder muy lejanos y extraños a la gente". Ha faltado una reforma burocrática a fondo y, sobre todo, ha habido una "increíble desconfianza" por parte de la clase que ha gobernado a este país hacia "todo lo nuevo que ha ido naciendo, desde abajo, en una sociedad increíblemente viva a pesar de todas sus crisis y contradicciones". Es decir, el poder no ha sabido escuchar las rea les necesidades y exigencias más profundas de los italianos, y el divorcio es hoy público y aceptado. Cómo poner rerriedio a esta esquizofrenia entre creatividad y desconfianza, entre sociedad real y clase dirigente, entre exigencias colectivas y búsqueda desesperada de todo lo privado es el gran reto que se les plantea a quienes gobiernan este país. Todos reconocen que la diagnosis es real, pero nadie sabe por dónde empezar a poner remedio antes de que la situación estalle dramáticamente.

Y la última conclusión importante del informe del Censis es que no es cierto que los italianos están buscando una scilución fuerte o autoritaria a la crisis. Lo que piden es menos barreras entre la gente de la calle, sus exigencias y lamentos y la clase gobernante. Más que un jefe duro, de cuño mussoliniano, lo que quieren más bien es "ser escuchados" y poder "participar más y mejor en las decisiones de la vida pública". Y esto hecho como adultos y no como niños.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_