"Maté a mi padre porque me llamaba vago e inútil", confiesa el parricida de Oviedo
, Olegario Pérez Villar, de veintidós años y estudiante de Derecho, mató a su padre porque éste le maltrataba. A1 confesarse autor del parricidio manifestó a la policía que no podía soportar por más tiempo que su padre le insultara a cada instante. "Mi padre me acusaba", dijo, "de ser un vago y un inútil y de relacionarme con amigos nada recomendables".El lunes pasado, Olegario Pérez Villar pasó todo el día con su íntimo amigo Jorge Alvarez, de veinte años de edad. Los dos comentaron, como en tantas ocasiones anteriores, el aparente desprecio con que Olegario Pérez Millar, de 45 años, un hombre elegante, jugador, de vida nocturna, trataba a su hijo.
Jorge ya había propuesto a su amigo acabar con su padre como solución al problema que amargaba su existencia. Primero barajó la posibilidad de contratar a una persona, a la que Olegario debería darle a cambio una importante cantidad de dinero para abrir un negocio, y en otro momento incluso llegó a mostrarse decidido a eliminarle él personalmente para evitar tanto sufrimiento a su amigo.
Se ignora si el lunes los dos amigos llegaron a un acuerdo para matar ese mismo día a Olegario Pérez Millar. Después de darle vueltas a esta obsesión permanente, el joven Olegario se dirigió, hacia las ocho de la tarde, a su casa, un chalet situado en el alto de Buenavista. Sus padres tienen una posición económica desahogada por la titularidad del puesto de Prensa de la calle de las Milicias Nacionales, de Oviedo, uno de los más importantes de la capital asturiana.
Guando llegó a casa, Olegario, único hijo del matrimonio, charló largo rato con su madre, Angeles Villar Palacio, de 45 años, una mujer que adoraba a su marido y a su hijo. A media noche apareció en escena Olegario Pérez Millar. Cenaron los tres, y al poco rato dio comienzo una de las habituales broncas entre el padre y el hijo.
El momento en que Olegario Pérez Millar entró en la habitación matrimonial fue aprovechado por su hijo para coger una pistola de una estantería y disparar a quemarropa sobre su padre en la misma habitación. Angeles, aterrada ante lo que veían sus ojos, trató de salir al jardín dando gritos para llamar la atención del vecindario. "Tú, cállate", le ordenó su hijo, a la vez que disparaba sobre ella para que cesaran sus voces.
Con su padre muerto y su madre gravemente herida, Olegario Pérez Villar se dirigió a pie a la avenida de Galicia, donde le esperaba Jorge. Los amigos se deshicieron de la pistola y se dirigieron a Gijón a tomar unas copas. Cuando Olegario regresó de nuevo a casa, hacia las 2.30 horas, la policía ya le estaba esperando. AI principio trató de montar un escándalo por la presencia de personas extrañas en su domicilio para dar a entender que desconocía los sucesos ocurridos horas antes, pero pronto se confesó autor de tos hechos. Una llamada al 091, efectuada probablemente por la propia Angeles, había alertado a los efectivos policiales. A la mañana siguiente era detenido en Las Caldas, donde reside, Jorge Alvarez, acusado de complicidad.
Entre tanto, la mayor preocupación de Angeles, ingresada en la unidad de cuidados intensivos del Hospital General de Asturias, con tres impactos de bala en el cuello y el tórax, era la de ver a su marido. "Sálvenle", suplicó a los médicos, "aunque yo me muera".
Los presuntos participantes en el crimen no son drogadictos ni bebedores habituales, en contra de algunas informaciones publicadas en la Prensa asturiana, según fuentes policiales.
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