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La leyenda de Lawrence de Arabia, un mito propagandístico al servicio del colonialismo británico

Andrés Ortega

La leyenda de Lawrence de Arabia fue un mito creado por el Reino Unido y Estados Unidos para llenar un vacío propagandístico y con ella se quiso distraer a la opinión mundial de las promesas colonialistas contradictorias hechas por el Reino Unido al término de la primera guerra mundial. Esto es lo que afirma el británico Víctor Winstone, autor de La aventura ilícita, de reciente publicación, sobre la que ha trabajado durante los últimos doce años.

La aventura ilícita es la compleja historia del audaz espionaje británico en el Oriente Próximo a principios de este siglo, con las grandes potencias maniobrando para lograr influencia en la región. Uno de estos espías fue el historiado Thomas Edward Lawrence, que llegó a la zona en 1909 por vez primera para llevar a cabo excavaciones con un equipo y trazar nuevo mapas. Gran parte de sus observaciones versaron, sin embargo, sobre las actividades de los alemanes y de los árabes. En 1916, Lawrence, que había ingresado en el ejército británico al comienzo de la guerra mundial, se creó la reputación de haber sido el gestor de la victoria en el desierto de los árabes sobre los turcos. Pareció haber liberado Hijaz y parte de Siria por sí solo, cuando, según opiniones informadas citadas por Winstone, Lawrence de Arabia no fue más que una diversión a lo sumo, o "una diversión de una diversión". Al término de la primera guerra mundial, explica Winstone, el Reino Unido había hecho promesas a sus aliados que no podía cumplir por su carácter contradictorio: Constantinopla, para los rusos; Siria metropolitana, para Francia; la península Arábiga, con Palestina, Irak y Siria, para el Sharif de La Meca, y Palestina, para los judíos.

Un impostor brillante

La distracción del público fue posible, asegura Winstone, gracias a las conferencias y reportajes del profesor norteamericano Lowell Thomas que difundió toda una saga de hazañas y valentías imaginarias que lanzo a Lawrence al estrellazgo. El propio Lawrence, con su viva prosa, se encargaría de fomentar esta leyenda en su libro Los siete pilares de la sabiduría.El coronel Richard Meinertzhagen, uno de los jefes de la inteligencia británica en la región en los tiempos de la "campaña de Lawrence", considera a éste como impostor. Se fantaseó mucho sobre sus actividades militares y así llegó la conquista de Aqaba -sin Faisal y, según Winstone, más fácil de lo que se suponía- y las hazañas en Hijaz y en la campaña de Siria. Winstone ha tenido acceso a los archivos familiares de los coroneles Parker y Newcombe, hasta ahora nunca abiertos. Ambos trabajaban en los servicios de inteligencia 3, estuvieron cerca de Lawrence. Ia imagen que se desprende no es la de un Lawrence heroico, sino casi la contraria, en unas operaciones en que Newcombe fue el verdadero héroe, aunque callara después por fidelidad y amistad hacia Lawrence. Lawrence, el doctrinario sin doctrina, es descrito por Winstone como "un soldado diminutivo y conversador". Winstone opina que la historia de Lawrence de Arabia ha sido acogida con asombrosa ingenuidad por todo tipo de gente, incluso por Winston Churchill, con lágrimas en los ojos cuando el propio Lawrence se la relató. Eran pocos los árabes que habían oído hablar de Lawrence antes de que propagasen su imagen las editoriales y las productoras cinematográficas.

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