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Los trabajadores rumanos podrán invertir en las empresas

Dentro de poco, los trabajadores rumanos tendrán derecho a invertir sus ahorros en las empresas, hasta la fecha estrictamente centralizadas. Según estos planes, a cambio de una imposición máxima de unas 600.000 pesetas, equivalente a unas veinticinco pagas mensuales, los accionistas particulares recibirán unos dividendos mínimos garantizados del 5% anual.

Si bien esta modalidad no está en la línea de la autogestión yugoslava, constituye un retoque de la ortodoxia rumana, tendiéndose a estimular una productividad que, hoy por hoy, es inferior a la de los países industrializados de Occidente, e incluso de los más desarrollados del Este europeo.El Partido Comunista rumano explica que esta novedad no constituye una concesión a las doctrinas capitalistas del estímulo a ultranza del incentivo económico individual. Lo que estas medidas podrían tener es un efecto de reciclaje del ahorro rumano, devolviéndolo al sector productivo.

Las cuentas

Suponiendo que la mitad de los siete millones de rumanos que constituyen la población activa de ese país, de 32 millones de habitantes, invirtieran en sus empresas unas 300.000 pesetas cada uno, la cantidad resultante equivaldría a la mitad del presupuesto nacional o a dos tercios de la gran deuda exterior. A los trabajadores que inviertan se les ofrecerá la posibilidad de tener voz en reuniones de empresas, más allá de los exiguos mecanismos de participación directa que la planificación económica rumana viene brindando. Esta es una forma de intentar reforzar el nivel de inversiones de una de las economías europeas que más producto nacional reinvierte en la producción, a costa de un nivel de consumo muy escaso. Durante los meses de gestación de este proyecto se ha prometido que las compras de acciones (hasta un 30% del capital total de la empresa) serán totalmente voluntarias, pero parece que el Estado cuenta con un clima de euforia estimulado desde arriba, que hará incómodo a los trabajadores abstenerse de invertir. Además, el rumano no tiene muchos sitios donde gastar hoy por hoy.Rumania forma parte del trío de países socialistas europeos (Polonia, Yugoslavia, Rumanía) acuciados por una deuda exterior importante, si bien los aproximadamente 12.000 millones de dólares que adeuda pueden ser comparados favorablemente con los 19.000 millones largos que debe Yugoslavia a bancos occidentales. Este último país cuenta con un producto nacional mayor con las remesas de sus emigrantes y con los ingresos de turismo. Estos dos países, balcánicos y socialistas, tienen ambos unos 22 millones de habitantes y son miembros del Fondo Monetario Internacional.

Fuentes oficiales rumanas suelen comentar que la penuria internacional de créditos bancarios ha cortado en seco el tan prometido comienzo del reino del bienestar en Rumanía. Junto a ello, la fiebre reinversionista del presidente Ceaucescu, que, con su política de relativo criticismo a los planes políticos y económicos de los demás países del Pacto de Varsovia, consiguió apoyo popular, es también causa de ese túnel de austeridad, en el que la salida del equilibrio entre la oferta y la demanda aparece cada vez más lejana.

Saliendo al paso de las colas que arrancan los mostradores de las tiendas rumanas, el presidente Ceaucescu supervisó personalmente hace mes y medio varios mercados de Bucarest. Tres altos cargos relacionados con la política alimentaria habían sido relevados de sus puestos, como chivos expiatorios de un descontento popular.

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