Marcelino, a tus zapatos
En distintos medios de comunicación -entre ellos, el que usted dirige-, el pasado 8 de noviembre se recogían, resumidas, unas declaraciones del secretario general de Comisiones Obreras, Marcelino Camacho, en las que se vierten algunos conceptos y términos que juzgo necesario matizar y rechazar.Naturalmente, puede ser lógico, y es tradicional, que el secretario general de CC OO, en pleno período electoral, haga manifestaciones y declaraciones demagógicas y en las que siempre supone en otros situaciones que haría bien en revisar en las organizaciones a que pertenece, CC OO y PCE.
Por supuesto, no voy a referirme a sus lamentos por la debacle sufrida por el partido comunista -que pretende achacar al sistema D'Hont-, por cierto, el único partido que asumió el programa de CC OO. Desde esta aceptación se intentó explicar, sin conseguir engañar a casi nadie, que CC OO pidiera el voto "para el partido que asumiera su programa".
Sí voy a referirme a dos frases que denotan el carácter democrático y el respeto a la voluntad popular para quienes esos conceptos constituyen una simple etapa de transición hasta la llegada al poder, lo que no parece demasiado cercano en este país.
Marcelino Camacho manifiesta: "CC OO luchará para impedir que UGT se transforme en un sindicato gubernamental".
Oír frases como éstas en boca de quien ha simultaneado los más altos cargos en el PCE y en CC OO parece un poco cínico. Sobre todo cuando sólo ha descubierto la autonomía sindical con motivo de las divergencias políticas con Santiago Carrillo, dimitiendo de sus cargos en el PCE para continuar la batalla de desestabilización del secretario general del PCE desde 'la dirección, de CC OO.
La UGT decidirá en sus órganos de decisión, en sus congresos, qué relación mantendrá con el PSOE y con el Gobierno que este partido apoya; y, desde luego, si no vamos a consentir que el PSOE nos imponga nada, puede quedar claro para Marcelino Camacho que CC OO no va a tener la más mínima influencia en las decisiones que vayamos a adoptar v que esa frase sólo puede entenderse como una impertinente y rechazable acusación ante el período electoral en que nos encontramos.
No parece necesario recordarle a Marcelino Camacho y a CC OO cuál es el papel que el comunismo reserva a los sindicatos en los países en que ha logrado el poder.
Tampoco parece imprescindible
recordarle cuál es la situación sindical de Polonia.
La otra frase: "Habría que forzar al PSOE no para que se desgaste, sino para que modifique sus planteamientos", puede resultar preocupante. No hace quince días, casi diez millones de españoles respaldaron con su voto el programa del PSOE, y el secretario de CC OO, cuyo partido obtuvo sólo cuatro parlamentarios apoyando el programa del sindicato comunista, pretende obligar al próximo Gobierno a cambiar lo que ha sido ratificado con la elección de 202 parlamentarios.
Como no parece lógico que esta modificación forzada pueda ser consecuencia de la influencia de los cuatro parlamentarios comunistas, es lógico pensar que se pretenderá efectuar desde la movilización de los trabajadores y de las masas populares, como ya anunció en la propia RTVE algún dirigente del PCE horas después del. triunfo socialista.
Esta estrategia, que puede ser la única que le resta al PCE, resultaría peligrosa para CC OO y para la propia democracia, al unirse a las movilizaciones de cacerolas y abrigos de piel que Fraga prepara ante la imposibilidad, que también tiene, de evitar la puesta en práctica del programa del PSOE en el ejercicio parlamentario.
Es de esperar que los trabajadores que mayoritariamente han votado socialista no se dejen manipular por un cierto histerismo que las luchas políticas y las derrotas electorales han prendido en algunos dirigentes. / es secretario general de la Federación Estatal de Banca, Bolsa, Crédito y Ahorro de UGT.
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