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España empato a tres goles con Irlanda en un encuentro para futbolistas con raza

ENVIADO ESPECIALEn la patria de O'Casy hubo rosas rojas para la selección española. Y tres espinas clavadas en los corazones de los defensas. En un encuentro para futbolistas con raza, hubo algunos que carecieron de la mínima exigible. Por contra, existió quien la derrochó a raudales. Por encima de todos, Maceda. En un campo en el que será muy difícil que nadie obtenga la victoria, el equipo español alcanzó un meritorio y sorprendente empate. La sorpresa no fue que se dejara alcanzar tras dos goles de ventaja. Lo inesperado fue precisamente que pudiera lograrla.

Ni siquiera un minuto aguardaron los irlandeses para fabricar la primera ocasión de gol. Y ni siquiera dos necesitaron para marcar el primero. Tan breve espacio de tiempo resultó suficiente para pensar en una derrota bochornosa. Lo peor de cuanto se temía en los primeros compases de la contienda no era la derrota, sino el ridículo. A la media hora de juego, se produjo el primer disparo español a meta. Fue de Pedraza, de lejos y con poca fuerza. Hasta entonces, todo cuanto se había visto era desconcierto español en los marcajes, fallos en el pase, inhibiciones e impotencias,

Tuvo que llegar el primer tanto hispano para que los irlandeses comenzaran a creer que no iba a ser todo un camino llano. Y tuvo que ser Maceda quien, además de imponer serenidad y firmeza en la defensa, marcara un tanto precioso. Hasta entonces Arconada ya había tenido que parar un envenenado disparo de Grimes que estuvo a punto de ser la segunda diana local. Hasta el gol de Maceda, Camacho sufrió las de San Amaro para sujetar mínimamente a Robinson.

Señor ni se enteró de que tenía que vigilar a Grimes. Juan José no defendió bien ni atacó. Gordillo dejó a Grealish que anduviera con absoluta soltura y delante Marcos estuvo en plan estorbo y Pedraza no olió el juego. Santillana tuvo que ser durante todo el encuentro el hombre que soportara estoicamente las tarascadas de su par Lawrenson y de Martin, que estaba al quite.

Con la igualada comenzó a serenarse la selecci6n española, pero los acusados defectos de que hizo gala durante los comienzos, no se arreglaron del todo, ni siquiera cuando se apuntó el tercer gol. Hubo mejoría en Camacho en la zona zaguera y de Gordillo en la media que en cuatro arrancadas a su manera causó más deterioro en la defensa contraria que todos los atacantes durante el tiempo reglamentario. Se entonó un poco Señor a pesar de que estuvo mal en el segundo gol, porque disparó tan defectuosamente que la pelota que iba a salir de banda cuando la interceptó y desvió Martin.

El arranque inesperado del segundo tiempo puso de manifiesto que la zona defensiva irlandesa es lo, más endeble del equipo. Para dejarla en evidencia total, únicamente era necesario poner un mínimo de ardor. Pero sucedió que Pedraza siguió sin enterarse de qué iba el tema y Marcos se encogió como nunca. El chico de Marquitos no tuvo el coraje suficiente para mantenerse dignamente en su puesto.

A mi entender, hizo bien Muñoz al realizar los cambios, pero quizá hubiera sido conveniente adelantarlos unos minutos. La presencia de Roberto era necesaria para contener la avalancha irlandesa, que fue in crescendo a partir del segundo gol. Martín también hubiera colaborado más que Pedraza si hubiera tenido su oportunidad con anterioridad. Muñoz tuvo sentido común al realizar las dos sustituciones con un intervalo de tres minutos. La selección española necesitaba romper el ritmo del contrario y para ello, a falta de otras circunstancias favorables, nada meior que detener el juego.

El empate fue justo. La victoria española, que aún estuvo a punto de producirse en los segundos finales con un remate de cabeza de Roberto, no hubiera reflejado lo acontecido. España alcanzó la igualada porque puso ardor donde careció de calidad y no se acomplejó cuando en los dramáticos minutos que comenzó a vivir a partir del 64 todo hacía prever que las ilusiones iban a quedar destrozadas.

Irlanda posee un conjunto recio y viril que juega con la facilidad tradicional que se adjudica al fútbol británico del pase desde el extremo al palo contrario. La maniobravilidad de Brady es de primer orden. Víctor bastante hizo con no perderle de vista y superarle en algunas ocasiones.

Maceda fue el mejor jugador español.

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