La 'democracia marxista-leninista-estalinista' de Albania se enfrenta a serios problemas
La oficialmente estalinista Albania, país mediterráneo de casi tres millones de habitantes, se prepara para votar una vez más a candidatos únicos que serán elegidos, sin duda alguna, a la Asamblea Popular en las elecciones que se celebrarán el próximo día 21. En estas peculiares elecciones se registra el récord mundial de asistencia a las urnas y de consenso. De los 1.436.285 electores registrados en noviembre de 1978, sólo uno falló a la cita con las urnas, otro votó en contra y tres depositaron papeletas nulas. "La Albania socialista es un ejemplo de democracia amplia y veraz", dice radio Tirana estos días. El presidente Enver Hoxha aseguraba, por su parte, el pasado noviembre, que la Unión Soviética fue también socialista en tiempos de Stalin, pero que tras la desaparición de éste, Albania es el único país socialista que queda en el mundo.
Pero parece que, aparte de armonías aritméticas, la democracia marxista-leninista-estalinista albanesa tiene problemas serios. En su alocución preelectoral, Enver Hoxha, una de las plumas más brillantes del estalinismo, hizo el discurso más imaginativo de sus últimos tiempos. El premier y general Mehmed Shehu, que se suicidaba misteriosamente el pasado 18 de diciembre, víctima oficialmente de "una depresión de madrugada", resulta ser ahora uno de los espías más pluriempleados que en la historia ha habido. Trabajó para los norteamericanos poco después de dejar su cargo de oficial del Ejército republicano español en las brigadas internacionales. Según el irritado Hoxha, más tarde habría pasado a ofrecer sus servicios a la KGB soviética, para terminar su errática carrera al servicio de la UDB yugoslava, por cuyo encargo habría intentado asesinar al presidente albanés antes de suicidarse.
"Grupo de conjurados"
Albania, único país en no haber firmado el documento de Helsinki de la Conferencia para la Seguridad y Cooperación en Europa, se salió del Pacto de Varsovia en 1968. El choque entre Mehmed Shehu y Hoxha se solucionó, en su inminencia física, con la muerte de aquél. Pero Shehu fue el hombre fuerte del régimen durante veintisiete años, y seguramente a sus seguidores se estaba refiriendo Hoxha al nombrar a "ese grupo de conjurados cuya causa está siendo vista". En el pasado, varias veces Hoxha actuó junto con Shehu contra grupos nostálgicos de la Unión soviética. Tras la ruptura de Albania con China, a raíz de la muerte de Mao y ante las pésimas relaciones que Albania tiene con Yugoslavia, por el problema de la revuelta nacionalista de las minorías albanesas en este último país, puede haber resurgido un sector de quienes vieran en el retorno natural al Oeste el sitio de Albania a la muerte de Hoxha.Un análisis del contenido de este discurso de Hoxha muestra que su habitual sentido del balance entre los insultos a la Unión Soviética (socialimperialismo) y a Estados Unidos (imperialismo), se ha desponderado esta vez. La Unión Soviética se lleva esta vez el grueso de los ataques. "Si los ruso-búlgaros llegaran un día a nuestros Alpes, llegarían en el mismo estado en que salieron los nazis de Stalingrado". Todo el discurso de Hoxha destila temor a los búlgaros y ninguna inquietud, en cambio, cara a Italia o Grecia, país este último con el que Albania sigue oficialmente en guerra desde hace cuarenta años, no obstante haber abierto embajada en Atenas durante la dictadura de los coroneles, a principios de los años setenta. Pero en otro párrafo dice una de sus frases inexcrutables: "Los Gobiernos de algunos países europeos y de Estados Unidos juegan con nuestros sentimientos y nuestros intereses. Sepan que ya eso es imposible con Albania".
Comando suicida
Quizá haya ahí una referencia al Reino Unido, que se niega a devolver el oro albanés de posguerra, condición albanesa para reestablecer relaciones diplomáticas en un plan de apertura que incluye Madrid y Bonn."A los panserbios yugoslavos, esos amigos seguros y camuflados de los rusos", les acusa de haber lanzado contra Albania el comando que a fines de septiembre intentó una operación suicida en un punto de la costa de aquel país. El Ministerio yugoslavo de Exteriores se apresuró a calificar esas acusaciones de "obviamente inventadas para consumo interno ante las tensiones internas y la lucha por el poder en torno a Hoxha". Una alta personalidad oficial yugoslava comentó: "O sea, que nuestros vecinos albaneses tuvieron durante decenios al frente del Gobierno a un agente triple...".
El hecho de que a sus 74 años de edad se le presenten a Hoxha conflictos tan enconados en lucha por el poder, añade una incógnita a la situación en los Balcanes. Es posible que Enver Hoxha esté seguro de haber controlado la situación uan vez más, ésta sin su brazo de hierro, Shehu, pero ha necesitado los once largos meses transcurridos entre el suicidio de Mehmed Shehu y su actual anazemización política. Once meses que podría haber empleado en cerciorarse de que es lo suficientemente fuerte como para emprender la contraofensiva. Habrá que ver si entre los altos cuadros que caigan en los cambios que se avecinan, no figurará Kadri Hasbiu, el poderoso ministro de Defensa, próximo en su tiempo a Mehmed Shehu.
Prohibida la religión
Pero no todo es trágico en las 43 páginas del discurso de Hoxha. Vuelve este a tocar el tema de la religión. Albania es el único país del mundo en el que la práctica religiosa pública está prohibida, correspondiéndole constitucionalmente la tarea de fomentar la propaganda atea. Respondiendo a las acusaciones de represión religiosa en el Epiro del Norte, como llaman los popes ortodoxos griegos al sur de Albania, Hoxha lee en su discurso parte de un reportaje aparecido en un diario griego, en el que una anciana creyente responde al periodista que le pregunta si podía confesarse: "Mi hijo me dijo: goza de esta vida, madre, y cuando te vayas a la otra, si encuentras algún pecado en tu conciencia, échalos sobre mi y sobre mi partido". Si en el mundo hay centenas de millones de ateos, ¿por qué extrañarse de que los tres millones de albaneses lo sean?, les pregunta Hoxha a los más escépticos de sus electores.Albania, tierra de mayorías pensantes homogéneas, podría tener sólo cinco religiosos practicantes, lo mismo que sólo tiene cinco personas que no votan en sus elecciones parlamentarias.
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