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Presiones de exportadores y financieros internacionales para que se modifique oficialmente la paridad de la peseta

El próximo Gobierno que diseñe el partido socialista puede hacer frente, en los días posteriores a su toma de posesión, a fuertes presiones, tanto desde medios empresariales con vocación exportadora como desde sectores financieros internacionales, para que proceda cuanto antes a una devaluación formal de la peseta. Los esfuerzos que realiza desde hace meses el Banco de España en apoyo de la divisa nacional, y que le llevaron durante el pasado octubre a vender unos 675 millones de dólares, se cuestionan en amplios sectores del mundo financiero, en los que se opina que este continuo apoyo está provocando una indeseada revalorización de la peseta frente a las principales monedas europeas.

Aunque la pérdida de reservas registrada en los últimos meses, y que podría elevarse a unos mil millones de dólares en las ocho semanas previas a la celebración de los comicios legislativos, no se corresponde directamente con la actividad vendedora que ha desarrollado la autoridad monetaria en apoyo de la peseta, el volumen es lo suficientemente importante como para estimular las operaciones especulativas que, con más o menos virulencia, se han acumulado en el presente ejercicio. A este respecto, tanto los empresarios exportadores como la banca internacional presente en España estiman que sólo una devaluación formal de la peseta podrá contener las expectativas de beneficios inmediatos que se plantean los especialistas en el mercado de cambios y que, en definitiva, incidirían aún más negativamente en la evolución de la moneda española.La incertidumbre que existe en torno al futuro de la peseta se ha visto incrementada por la sorprendente fortaleza del dólar, cuya evolución ha superado los análisis más optimistas. Sin embargo, los expertos cambistas creen entender que las decisiones adoptadas por la autoridad monetaria en defensa de la moneda española no han contribuido suficientemente a clarificar la situación, ya que esta política ha estado marcada, según las mismas opiniones, por la preocupación de mantener artificialmente la paridad en relación al dólar.

Así, estos medios se refieren como punto de partida a la decisión del Banco de España de regularizar sus reservas en oro como la primera señal de alerta de una política en apoyo desmesurado de la peseta. Las continuas operaciones de endeudamiento institucional, que han superado las previsiones presupuestarias, así como las recomendaciones indirectas a determinados sectores financieros para conseguir líneas de crédito en divisas, han sido también causa de preocupación. Finalmente, la última salida a los mercados internacionales -en busca de doscientos millones de dólares por parte del Tesoro- ha desconcertado a una buena parte de los especialistas en el euromercado, que han calificado esta operación de innecesaria y contraproducente en función del momento elegido para hacerla.

Alternativas a la devaluación

La herencia que la actual Administración deja a su sucesora tiene alternativas a la devaluación pura y simple, según apuntan algunos medios especializados. En este sentido, se apunta que la evolución de la balanza comercial ha sido bastante aceptable a lo largo del año, pese a que esta mejoría, por razones diversas y que guardan una estrecha relación con los movimientos especulativos sobre la peseta, no se ha visto por ahora reflejada en el registro de caja del Banco de España. Peor ha sido la evolución de la balanza de capitales, pese a que los altos tipos de interés que se practican en el mercado interior resultaban lo suficientemente atractivos como para que se hubiera producido una importante afluencia de inversiones extranjeras.Precisamente la existencia de estas altas tasas de interés interno, que están unos siete puntos por encima en estos momentos sobre las que se practican en el euromercado, constituye una garantía frente a la necesidad de devaluar. En los medios consultados se pone de manifiesto que la abstinencia de los inversores internacionales en canalizar sus recursos a este país tiene bastante que ver con la escasa campaña institucional que se ha realizado para atraerlos. Esta campaña hubiera sido decisiva en unos momentos en que los prestatarios privados nacionales se muestran reacios a endeudar se en divisas como consecuencia del elevado riesgo de cambio.

Plan de estabilización

Otra alternativa que existe a la devaluación inminente, y que puede ensayar la próxima Administración, es la formulación, en el primer trimestre del año entrante, de una gran operación de endeudamiento institucional en divisas -un crédito jumbo similar al ensayado por la joven monarquía española en 1976-, planteado como un paso sustitutivo, en principio, de un hipotético plan de estabilización. El riesgo de una operación de este tipo es la importancia del montante que tendría que representar. Algunas estimaciones privadas cifran en 6.000 millones de dólares las necesidades totales del Estado durante 1983, si se pretende acabar el presente ejercicio sin pérdidas adicionales de reservas.Algunos medios incluso estiman que el próximo Gobierno podría verse tentado, a medio plazo, a recurrir al Fondo Monetario Internacional (FMI) en busca de apoyo a los desequilibrios transitorios del sector exterior. Esta última opción, sin embargo, se descarta en algunos medios socialistas, porque, evidentemente, traería consigo un plan de estabilización impuesto desde fuera.

En cualquier caso, la posición actual de la peseta y su evolución en los últimos meses no ha sorprendido excesivamente a los expertos familiarizados con la situación económica española. Los servicios de estudios de algunas entidades de crédito de primera línea, tanto nacionales como extranjeras, habían hecho a principios del presente año una previsión bastante aproximada sobre la paridad de la divisa española frente al dólar para el cierre del ejercicio. Estas estimaciones apuntaban que a finales de 1982 la paridad entre ambas monedas se situaría en torno a las 120 pesetas por dólar. La pasada semana, cuando se alcanzó un máximo histórico, cada unidad monetaria norteamericana se pagaba en el mercado madrileño a 118,20 pesetas.

Aunque esperado, este deslizamiento de la moneda española ha supuesto a lo largo del último año una depreciación de hecho de la peseta superior al 20%. Lo que se ha criticado de esta estrategia de hechos consumados es precisamente que no ha producido los efectos que acostumbra a provocar una devaluación formal. Es sintomático a este respecto que alguna institución extranjera, en sus análisis periódicos de la coyuntura económica española, prevé la continuidad de esta depreciación en un tiempo prolongado, que incluso podría ser medido en años.

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