Defensa de los trabajadores en país extranjero
En el santuario cacereño de Guadalupe, Juan Pablo II pronunció una homilía en el curso de una celebración fitúrgica, sobre la emigración. Juan Pablo II, compatriota de muchos emigrantes, había escogido para este menester a Guadalupe, enclavada en una región con altos porcentajes de emigracíón y que pertenece a una diócesis adscrita a la provincia eclesiástica de Toledo. Juan Pablo II estímaba que "sería más humano que los responsables del orden económico procuraran que el capital buscara al trabajador y no viceversa, para ofreceer a muchas personas la posibilidad concreta de crearse un porvenir mejor, sin verse obligadas a pasar de su ambiente propio a otro distinto".La realidad es bien distinta. "Las regiones o receptores olvidan con demasiada frecuencia que los emigrantes son seres arrancados de su tierra natal". Aunque el Papa es consciente que no depende de la Iglesía la solución de estos graves problemas, recomienda a los empresarios, y autoridades políticas "la obligación de no colocar a los trabajadores en un nivel humano y laboral inferior a los trabajadores del lugar o pais receptor".
También considera como una medida oportuna, la creación de capellanes de emigrantes, cuya ayuda y orientación estíma el Papa muy valiosa según se desprende de su propia expereincia:"Yo mismo", decía Juan Pablo II, "tuve la oportunidad de encontrarme con muchos con nacionales míos, emigrados a varios paises del mundo, y puede comprobar cuánto les ayuda y consuela una asistencia religiosa venida con el calor de la patria lejana".
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