Rectificación tardía
Me he enterado de que mi nombre, acompañado de la cualificación de teólogo, figuró el 25 de octubre entre los numerosos y dignísimos intelectuales, hombres y mujeres de las artes y las letras, que avalaban con su firma la opción por el cambio cultural patrocinado por el PSOE.Estoy seguro de que la presencia de mi nombre en tan selecta compañía no se debe a ninguna secreta manipulación (para no decir que resulta gratificante). No es, en cambio, exacta. Participé en la recepción ofrecida a los intelectuales por el PSOE la tarde del 28 de septiembre. Fue agradable encontrar a antiguos amigo, como el profesor Laín Entralgo, Miret Magdalena, Manuel de Azcárate o J. Manuel Ribera. O tener ocasión de saludar a respetables conocidos, como Sánchez Agesta, Claudín o Javier Solana (algunos de ellos, firmantes del manifiesto, y otros no). Fue, sobre todo, esperanzador que esta plural concurrencia oyera a Felipe González pedirle su colaboración para un cambio cualitativo en la vida de la cultura.
Esta rectificación es un modesto ejercicio de ese cambio. En mi condición de teólogo, no creí de mi competencia firmar el sobrio manifiesto que se nos ofreció, a libre firma, cuando salíamos.
Como ciudadano, expresé con mi voto mis deseos políticos el 28 de octubre. Como teólogo, me he limitado siempre a ayudar a las comunidades cristianas que me lo han pedido a ejercer su propia responsabilidad libre e inalienable. Creo sinceramente que, desde mi propio terreno, no hay mejor manera de contribuir al cambio cualitativo que el país ciertamente necesita. / Presidente de la C. Justicia y Paz de Madrid.
