El segundo canal comercial de la televisión británica atenderá las necesidades de las minorías
Si los sindicatos lo permiten, a las 16.45 horas de mañana, los televidentes británicos podrán apretar sobre otro botón de sus receptores y tener acceso al canal cuatro, el segundo canal comercial que se lanza en el Reino Unido y la primera gran novedad en la televisión británica de los últimos dieciocho años. De él se espera que salga algo nuevo y dinámico que ayude al desarrollo de la creatividad independiente en un país que se jacta de tener la mejor televisión del mundo.
El canal cuatro no considerará a los televidentes "como familias modelo idénticas de producción en masa y con 2,4 hijos", explica su director, Jeremy Isaacs. El nuevo canal estará dirigido a las minorías -sustanciales minorías- que, para sus promotores, no hay que considerar como élites. Así, juventud y etnias tendrán un lugar. En Gales, veintidós horas de programación semanal serán en la lengua del lugar, que hablan poco más de medio millón de personas, a saber, un 10% de los galeses.Este canal será único en el Reino Unido, en el sentido de que no producirá sus propios programas, sino que los encargará a productores independientes. La meta es que un 70% de los programas vengan de fuentes independientes. En el primer año habrá que conformarse con un 55%, pero aun así, el canal cuatro espera impulsar la creatividad en una televisión británica aquejada, según sus críticos, por un exceso de burocracia.
Los patrocinadores del nuevo canal comercial prevén que su funcionamiento dará lugar a un verdadero boom en la industria cinematográfica británica. Será "un hogar para el talento cinematográfico británico", explica Anthony Smith, director del Instituto Británico de Cine. El canal cuatro mostrará quince horas de cine comercial a la semana, en total, seis películas, y al menos una de ellas será británica. Estas perspectivas han llenado ya la agenda de trabajo de actrices como Glenda Jackson, cuya película Giro city será una de las primeras del nuevo canal. Smith prevé que entre un 50% y un 60% de las películas serán proyectadas en salas de cine antes o después de ser televisadas. Existe, sin embargo, cierto temor ante el híbrido entre cine y televisión que este sistema creará.
Hasta Navidades, sesenta horas de programación semanal: quince de películas, diez de pasatiempos y tres y media de teatro. El peso pesado en este último campo será Nicholas Nicklaby, de Charles Dickens, de ocho horas y media de duración y transmitido en partes en cuatro domingos consecutivos. Las series dramáticas se abrirán con una sobre el apartheid, seguida de producciones de Irlanda, Brasil, Alemania Occidental, Francia y España.
Derecho de réplica
Volverán algunas series famosas, como Upstairs, downstairs y Los vengadores. Una vez por semana, el derecho a réplica equivaldrá a la sección de cartas al director de un diario. Deportes, principalmente los lunes. Los fines de semana, "ni deportes los sábados ni religión los domingos", explica Paul Bonner, director de programación.¿Las noticias? De siete a ocho de la noche, el telediario más largo de la televisión británica. Se dedicará a dar una amplia cobertura a las artes, la industria, el mundo financiero, la ciencia y la tecnología. Será algo así como las páginas interiores de un diario de calidad, en vez de lo que equivale a una primera plana de un noticiero habitual. El canal cuatro quiere seguir la tradición británica de "una televisión de calidad, que sale, por una parte, de una estructura no totalmente comercial, y por otra, de una estructura no totalmente nacionalizada", comentó recientemente Brian Appleyard en The Times.
El canal cuatro perdió una importante batalla desde un principio, y especialmente tras la llegada de los conservadores al poder, en 1979. La televisión comercial viene estructurada por la IBA (autoridad independiente de emisoras), que supervisa la programación y concede las licencias a las emisoras y productoras regionales, al tiempo que controla la red de transmisiones. Los promotores de la nueva cadena querían crear una nueva autoridad, OBA (autoridad abierta de emisoras), de modo que pudiera recolectar sus propios ingresos y encargar sus propios programas; pero no lo consiguieron.
Bajo la IBA, el proyecto ha requerido 20.000 millones de pesetas para su lanzamiento. Esta cantidad ha sido aportada por las catorce emisoras regionales que forman la ITV. Son ellas las que ingresarán el dinero de los anuncios publicitarios de la cuarta cadena -de los que hay pocos, por el momento-. Estos se regirán por las estipulaciones de la IBA: siete minutos máximos cada hora, con no más de tres ínterrupciones en un programa.
No se trata de competir con la ITV, sino de complementarla. La verdadera competencia será la BBC 2, que no lleva anuncios, por lo cual, sus selectos televidentes pueden preferirla. Un problema es que el canal cuatro pretende acaparar un 10% de la audiencia nacional. La BBC 2 tardó casi veinte años en conseguir este nivel, aunque tuvo que ir creando su propia red de transmisores, y esta es la ventaja inicial del canal cuatro: un 87% de la población podrá verlo ya desde el próximo martes.
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