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Las centrales nucleares en construcción son innecesarias y podrían no entrar en funcionamiento según eI PSOE

Los cinco grupos nucleares en construcción, cuya producción eléctrica va a resultar innecesaria y superflua, costarán en pesetas corrientes de aquí a 1985 un billón de pesetas, según fuentes socialistas. Las citadas centrales, desde una óptica de reparto justo de las cargas sobre la sociedad, podrían incluso no llegar a funcionar por falta de rentabilidad, si las compañías propietarias no pueden repercutir en tarifas sus elevados costes de amortización y producción.

Juan Tesoro Oliver, responsable de los temas de energía en el PSOE, afirma que si su partido accede al Gobierno enfocará el problema de las centrales nucleares en su conjunto (sin disociar los casos de Lemóniz, Cofrentes, Almaraz o Ascó) desde una óptica de Estado, no partidaria, que contemple la solución más acorde con los intereses del país. Es un problema de elección de prioridades ante unas inversiones erróneas y enormemente elevadas.El crecimiento moderado del consumo eléctrico en los últimos ejercicios, a pesar de haber coincidido con dos años de sequía que han reducido la producción de origen hidráulico, han puesto de manifiesto los enormes errores de cálculo cometidos en cuanto a las necesidades de suministro eléctrico en nuestro país. Las compañías eléctricas se encuentra en crisis, pero es una crisis de superproducción según los socialistas. Para 1985, fecha en la que está previsto hayan entrado en funcionamiento todas las centrales nucleares de la segunda generación, su producción eléctrica será innecesaria, al estar cubiertas las necesidades del país con la energía procedente de las centrales hidráulicas, térmicas de carbón nacional y en menor medida térmicas de fuel (las que absorban la producción de fuel de nuestras refinerías que no pueda ser reciclada a otros destinos más rentables).

Una elección costosa

Según los socialistas, habrá que elegir entre centrales térmicas de carbón nacional, cuyo kilowatio/ hora cuesta tres pesetas, y las nucleares, cuyo kilowatio/ hora cuesta 1,10 pesetas. La aparente ventaja del kilowatio nuclear no es tal, según los socialistas, si se tiene en cuenta que el kilowatio procedente del carbón está gravado en impuestos directos e inducidos en un 23%, lo que supone importantes ingresos para el Estado que podrían ser revertidos en subvenciones al carbón, ocupa a 60.000 personas y evita salida de divisas. De las 1,10 pesetas del kilowatio nuclear, 0,90 céntimos corresponden a divisas y además, en caso de dar prioridad a esta fuente producción, desaparecerían -con el coste que ello supone- 60.000 puestos de trabajo. De ahí que la elección en cualquier caso es costosa para el país, dado que las centrales nucleares de la segunda generación están ya en construcción y habrá que terminarlas.

El PSOE insiste en que habrá que tomar una decisión de acuerdo con todos los intereses, pero haciendo primar los nacionales sobre los particulares. Y en este sentido sus prioridades programáticas son la producción eléctrica hidráulica y térmica por carbón nacional con prelación sobre la nuclear y sobre la térmica de carbón importado. Para llevar adelante estas Prioridades, un Gobierno socialista actuaría sobre las tarifas, entre otras medidas, lo que obligaría a las empresas eléctricas a relegar a un segundo plano la fuente nuclear, e impediría que repercutan en el consumidor las fuertes cargas de amortización de las centrales nucleares en construcción.

Todos estos temas están siendo ya tratados entre. representantes socialistas y dirigentes de UNESA (la patronal de las empresas eléctricas). "No vamos a dejar a las compañías empantanadas en sus inversiones, pero habrá que encontrar una solución que suponga el menor coste político, -económico y, social", señaló un portavoz del PSOE. Rechazan también los argumentos del sector de bienes de equipo, en el sentido de que si se paraliza el sector nuclear pueden hundir a las empresas integradas en el mismo ("No se pueden hacer estas afirmaciones cuando desde hace años tienen construidas las turbinas para alguna central nuclear de la tercera generación, cuya construcción todavía no está ni autorizada").

Renuncia a nacionalizaciones

Juan Tesoro, por otra parte, asegura que los socialistas no tomarán "ninguna iniciativa de nacionalización dentro de un sector tan en crisis como el energético". Y añade, incluso, que se resistirán "a nacionalizar, a requerimiento de privados, porque no se pueden cargar más pérdidas en las cuentas del Estado".

Una cosa diferente, añade el responsable socialista, "es la explotación directa de la red eléctrica de transporte primario, que transfiere instantáneamente los grandes bloques de energía eléctrica desde los principales centros de producción a los de consumo". Esta red, añade Tesoro, es ya propiedad pública en un 24% y "queremos extender dicha propiedad hasta el 51% para dirigir su explotación"'. Se trata exclusivamente de transferir al Estado la gestión de este monopolio, a cambio de que la función de, control sobre el mismo, que hasta ahora la hacía el Gobierno, pase a manos del sector privado.

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