El Valencia remontó la eliminatoria en cuatro minutos
Ni el mejor de los circos del mundo con cuatro o cinco pistas de actuaciones simultáneas podría mejorar el espectáculo que anoche se vió en el estadio Luis Casanova. Uno no sabía donde mirar, si al terreno de juego para ver la exhibición de fútbol que durante la primera media hora de la segunda parte ofreció el equipo inglés o si a las gradas donde sus hinchas con su tradicional comportamiento se las tenían tiesas con las fuerzas antidisturbios de la Policía Nacional.El Valencia, que pudo retirarse con ventaja en el marcador al descanso, recibió eso que los entrenadores llaman un gol psicológico y durante gran parte de la segunda mitad se limitó, impotente, a contemplar como jugaba al fútbol el Manchester. Sólo Pablo, Pablito, pese a su corta estatura, mareaba a los gigantes ingleses con sus incursiones. El juego desaliñado de Kempes, pese a su buena voluntad, nada resuelve y la baja forma alarmante de Saura dejaban al Valencia romo en su ataque y a merced de los contragolpes británicos que acabaron desorganizando a la media valencianista. Solsona, cuando se decidió a abandonar su absurda posición junto a la banda derecha y se marchó al centro del campo, tomó las riendas de su equipo y pudo organizar lo que parecía imposible de arreglar.
El Valencia, sin jugar bien, le puso reaños al partido y le dió la vuelta a un marcador que parecía irremediablemente perdido para él. El encuentro, entre las patadas del campo y los incidentes de las gradas, estuvo plagado de incidencias y ofreció espectacularidad para los hinchas que podían contemplar la camorra desde lejos.
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