La mayoría de los parados sufren problemas de conducta, digestivos, cardiovasculares o sexuales
El paro afecta seriamente a la salud tanto en la mujer como de los jóvenes, según revela la encuesta que para Consulta Semanal ha realizado Sofemasa interrogando a 888 médicos, quienes se referían a pacientes suyos. De cada cien mujeres paradas que anteriormente habían trabajado 87 presentan algún desarreglo de conducta. El 68% de ese mismo colectivo femenino en paro padece problemas digestivos; el 63%, cardiovasculares, y el 58%, trastornos sexuales. Por su parte, los problemas de conducta de los jóvenes en paro alcanzan a cerca del 93% de los pacientes observados por los médicos. La toxicomanía y el alcoholismo inciden directamente en estos jóvenes parados o en los que aún no han encontrado su primer empleo.
Las alteraciones de conducta constituyen algunos de los síntomas más significativos que el paro provoca entre la juventud, síntomas que -como en el caso de las toxicomanías y el alcoholismo- llegan a convertirse con frecuencia en graves problemas sociales de difícil solución. Aunque la ansiedad es el problema de conducta que con más frecuencia aparece -un 43% de los 888 casos analizados sufre de ella-, seguida de irritabilidad, estados depresivos y neurosis, la dependencia de drogas legales e ilegales afecta a casi un 30% de los casos.Así, un 29% de los jóvenes en paro son toxicómanos, mientras que un 25% presenta síntomas de alcoholismo. Paradójicamente, la adicción a los tóxicos alcohólicos y no alcohólicos se da con mucha más frecuencia entre los menores de veinticinco años. La irritabilidad, el alcoholismo y la toxicomanía aparecen en un mayor procentaje entre los más jóvenes. Por el contrario, los mayores de veintinco años se ven más afectados por síntomas como la ansiedad, los cambios de humor y los estados depresivos.
El estado civil y la situación familiar también determinan la sintomatología de los pacientes juveniles en paro. De los datos obtenidos en la encuesta se desprende que en general aquellos pacientes con descendencia son más propensos a padecer todo tipo de alteraciones de conducta que los que no la tienen.
Los jóvenes casados, por su parte, presentan con más frecuencia síntomas de astenia, mientras que los solteros son más proclives a padecer ansiedad, estados depresivos, neurosis, alcoholismo y toxicomanías. Así, por ejemplo, un 22% de los casados encuestados son toxicómanos, frente a un 32% que son solteros. En el caso del alcoholismo se registran proporciones similares.
El lugar de residencia influye, a su vez, en los hábitos de los jóvenes y en general en los trastornos de la conducta. A tenor de los resultados se observa que las toxicomanías no alcohólicas y los estados depresivos siguen siendo fenómenos eminentemente urbanos, ya que se dan con más frecuencia entre aquellos individuos que viven en grandes ciudades o núcleos urbanos de tipo medio, mientras que en los núcleos rurales y los pequeños pueblos, el alcoholismo es algo más frecuente.
Afececiones digestivas
El aparato digestivo se presenta como uno de los síntomas más vulnerables si tenemos en cuenta que más de la mitad de los pacientes juveniles en paro sufren afecciones digestivas. Concretamente, en un 58% de los casos padecen alteraciones tales como náuseas, dolores ulcerosos y abdominales, trastornos que aparecen en todos los individuos prácticamente con la misma frecuencia, seguidos de alteraciones del tránsito que afectan a un 11% de los enfermos.
Aunque la edad, el estado civil y el lugar donde viven parece ser que no altera para nada la frecuencia de los síntomas, de los datos obtenidos se desprende que los varones son más propensos que las mujeres a sufrir de dolores ulcerosos, mientras que éstas padecen con más frecuencia náuseas y vómitos. Por su parte, la mayor o menor cualificación profesional sí parece influir en la asiduidad de determinados síntomas. Por ejemplo, aquellos sujetos de mayor cualificación profesional manifiestan más frecuentemente dolores ulcerosos -un 27%- y alteraciones del tránsito -un 19%-, mientras que las náuseas y vómitos afectan mucho más a aquellas personas de menor cualificación.
A pesar de la juventud de los pacientes, el corazón y el sistema cardiovascular en general son otras de las partes del organismo que se resienten a causa de la tensión que la carencia de trabajo parece producir. Porque prácticamente la mitad de los jóvenes en paro que acuden al médico por diversas razones -un 53% de los casos analizados para ser más exactos- presentan alteraciones cardiovasculares. Es significativo comprobar que un 14% de los mismos se queja de dolores y punzadas en el pecho y el corazón.
Pero entre los trastornos más frecuentes destacan las palpitaciones que afectan a un 32% de los jóvenes, palpitaciones que son mucho mas frecuentes entre los hombres que entre las mujeres. Por su parte, la hipotensión se manifiesta en un 14%, frente a la escasa incidencia de la hipertensión, que sólo se da en un 4% de los jóvenes en paro.
Inapetencia sexual
Un 23% padece problemas de tipo sexual, tales como la inapetencia (16%); la impotencia se da en un 6% de los varones, y la frigidez, en un 6% de las mujeres. Un 7% se ve afectado por otro tipo de problemas relacionados con su vida sexual.
Esta situación contrasta con la alta incidencia de otros síntomas, tales corno cefaleas, migrañas, alteraciones de peso, oftalmológicas, etcétera, que dentro de la encuesta se han englobado en un mismo apartado, bajo el epígrafe general de otros problemas. Y es que, además de todos los trastornos citados anteriormente, un 67% de los casos presenta otras muchas afecciones, entre las que destacan las cefaleas, que repercuten en un 39% de los jóvenes.
Dentro de los problemas de conducta que presenta la mujer en paro, la ansiedad y los estados depresivos son los síntomas que aparecen con mayor frecuencia, afectando a un 43% y un 44% de las pacientes. En el caso concreto de la ansiedad, la edad parece ser un factor determinante si tenemos en cuenta que repercute de forma muy especial en aquellas mujeres menores de veinticinco años, repercusión que, por otra parte, va, disminuyendo conforme aumenta la edad. Por su parte, los cambios de humor, la irritabilidad, el insomnio y las astenias presentan asimismo cifras destacadas en lo que se refiere a las alteraciones de conducta de las mujeres sin empleo.
Lo que sí parece un elemento influyente a la hora de analizar los desarreglos de conducta es el número de hijos. Son precisamente aquellas mujeres que tienen hijos las más proclives a padecer este tipo de trastornos, mientras que solamente un 25% de las pacientes sin hijos padecen alteraciones de conducta.
La situación familiar y económica parece ser un condicionante importante, ya que de los datos obtenidos se desprende el hecho de que aquellas mujeres cuyos maridos también se encuentran en paro sufren irritabilidad con mucha más frecuencia que el resto de la muestra, mientras que las astenias afectan en mayor medida a aquellas mujeres cuyo cónyuge sigue trabajando.
El hábitat también ejerce su influencia. En las poblaciones de más de 100.000 habitantes se observa un incremento de los estados depresivos, la ansiedad y la irritabilidad. Asimismo, estos síntomas se incrementan a medida que aumenta el nivel profesional de la paciente. Las mujeres en paro de extracción obrera, por el contrario, son más propensas al insomnio y la neurosis.
Ni alcoholismo ni toxicomanía
Las mujeres paradas, como puede observarse claramente en la encuesta, no tienden ni al alcoholismo ni a la toxicomanía, situación claramente opuesta a la de los hombres.
Un 68% de este grupo de población padece problemas digestivos, entre los que destacan las náuseas y los vómitos como los síntomas más generalizados, afectando en un mayor porcentaje a las mujeres jóvenes, menores de cuarenta años, con uno o dos hijos.
Un 58% de las mujeres analizadas sufre algún tipo de problema sexual. El temor al embarazo, seguido de la frigidez y la inapetencia sexual, son las manifestaciones más frecuentes.
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