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El 28 de octubre, elecciones generales

Los actuales Iíderes de UCD cuentan con pocas posibilidades de contener la descomposición centrista

La desintegración estructural de UCD es un tema interesante para introducir el análisis de la función entre liderazgo, voto y partido político. Todos los trabajos especializados sobre partidos políticos y las relaciones de estos con la sociedad, así como sobre la función de liderazgo (1), ponen de relieve el rol y la función del líder como estructurador de partidos nuevos y como impulsor de proyectos creativos de integración nacional, especialmente en países donde la modernización social y económica ha precedido de modo importante a la democratización, y donde el acceso a la misma se ha dado por una participación generalizada de sus ciudadanos y no de forma selectivo-gradual, como es el caso de viejas democracias europeas, en que primero votaron los hombres hasta un cierto nivel de riqueza, después todos los hombres, posteriormente las mujeres, etc.Ese hecho es tanto más crucial en el caso de partidos como UCD y AP, que no se apoyan de forma definida en estratos socio-económicos y culturales claramente identificables como son las iglesias, sindicatos, instituciones educativas, agrupaciones socio-culturales y organizaciones socio-económicas. En tales casos, el líder está en el origen de tasas elevadísimas, tanto de la cohesión y capacidad de penetración del partido como de la intención de voto que aprueba o desaprueba las conductas políticas.

Más información
Liderazgo inducido.
Liderazgo espontáneo.
¿Qué es el panel informe?
UCD ha perdido el 80% de su electorado de 1979

Para adentrarnos en el complejo tema de la función de liderazgo, presentamos el gráfico de puntuaciones de valoración espontánea de los líderes de varios partidos (marcado con el número 3), así como un cuadro de evaluación razonada e inducida de los líderes de los mismos partidos (número 4). Esta evaluación es la hecha por res clientelas: el total nacional de votantes en 1979, el total de los que no saben o no contestan cual fue su voto, y el total de los votantes UCD en 1979.

Liderazgo espontáneo

En el cuadro de valoración espontánea (número 3) aparecen cuatro rasgos fundamentales:

1) Coherencia entre estructura de partido y liderazgo del PSOE, que presentaremos monográficamente en un próximo estudio como partido coin. "presencia multidimensional".

2) Situación crítica, a estas alturas, del liderazgo de UCD, con dos líderes activos: Landelino Lavilla, con puntuación de 4,7, y Antonio Garrigues Walker, con 0,8, y un presidente de gobierno con una bajísima puntuación, teniendo en cuenta su cargo, ole 24,3.

Empíricamente, la experiencia ha demostrado qtie la intención de voto se corresponde, muy aproximadamente, a una proporción elevada del liderazgo espontáneo. En lugar de la situación normal, que consiste en que el líder tira hacia arriba del voto de su partido, la máxima figura de UCD no cumple esta función -al:menos al nivel de mediados de ago,sto de 1982- y por tanto, el voto puede resentirse de esta situación.

3) Antes de confirmar ese último extremo hay que examinar el cuadro de liderazgo inducido (gráfico 4). En él se establecen las relaciones entre Adc)lfo Suárez, Leopoldo Calvo Sotelo, Landelino Lavilla, Antonio Garrigues Walker y Manuel Fraga.

En las categorías más directamente relacionadas con la intención de voto, que son conocimiento y popularidad, Suárez aparece con puntuaciones que reflejan que su popularidad es veinte veces más que la de Lavilla y Garrigues juntos, quienes a sti vez son menos populares y menos conocidos que Fraga.

En la segunda parte del gráfico 4 se reflejan las opiniones sobre liderazgo entre los que no saben o no contestan (NS/NC) lo que votaron en 1979. Aquí tampoco hay posibilidades de despegue de los líderes centristas. Fraga y Suárez están, incluso, muy por encima de aquellos. Este hecho confirma directamente la tesis de la desintegración de UCD, ya que d tratarse de masas potenciales no adscritas a voto partidista, podrían suponer una cierta esperanza. Los datos de este tiempo 1 del panel político desmienten tal esperanza, haciendo mucho más crítica la situación de UCD.

En cuanto a los votantes de UCD-79 (477 individuos de la muestra, que representan a 6.265.768 votantes) el cuadro es más negativo, ya que en las variables más directamente relacionadas con el voto (conocimiento y simpatía) Suárez se distancia mucho más que en los otros apartados de los actuales dirigentes de UCD, que obtienen puntuaciones no significativas.

El análisis del liderazgo, elemento esencial en un partido de las características de UCD, revela:

1) Que el fenómeno de desintegración examinado desde el ángulo de intención de voto se agrava mucho con los datos de liderazgo y añade al porcentaje de 5.6% una cierta tendencia negativa.

2) Que se manifiesta con bastante fuerza una tendencia latente a nivel del t¹el panel, a confirmar en el t² (27 de septiembre), de reestructuración de un electorado alrededor de un líder que vuelve a la política activa, sin que se pueda identificar la tendencia exacta hasta que se conozca ampliamente la orientación programática del CDS y su nivel de implantación.

3) Que la desintegración de UCD pone de manifiesto una competencia directa por la captación de electores entre los grupos UCD-79 y NS/NC-79, entre dos líderes y dos partidos: Adolfo Suárez-CDS y Manuel Fraga-AP; que ésta aparece bastante contradictoria a nivel del análisis estadístico hasta ahora realizado, pero que existen indicios (antes del Análisis Multivariable, previsto para una entrega posterior) de que se da cierta dinámica de rechazo, no tanto de Fraga como líder sino de Alianza Popular como partido. En

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Los actuales Iíderes de UCD cuentan con pocas posibilidades de contener la descomposición centrista

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efecto, el simple cruce de variables partido-líder (UCD-AP-Fraga-UCD) nos abre una pista de gran interés para avanzar en el análisis de la intención actual de quienes votaron a UCD en 1979:

El líder atrae mucho menos de lo que el partido repele (rechazan a Fraga 379 de los 477 electores UCD de la muestra del panel), lo que confirma el tirón de Suárez en el cuadro de liderazgo inducido (gráfico número 4), donde pasa de 20 a nivel nacional a 30.8 entre sus antiguos electores, dándose a pesar del pequeño aumento de Fraga (8.5 nacional o 10.4 UCD-79) una distancia mucho mayor entre ambos líderes.

Liderazgo espontáneo de Suárez y voto decidido CDS

El panel político en su tiempo 1, tomando todas las precauciones a la hora de hacer una evaluación para la que faltan datos, detecta un factor de máxima importancia, que consiste en la muy alta valoración espontánea de un líder en relativo "retiro político", o saliendo apenas de esa situación, en el momento del tiempo 1 (15 de agosto de 1982).

Baste decir a este nivel que los datos, en términos de comportamiento electoral, de un líder con 42 puntos de valoración y 1.7% de intención de voto al pálido, revelan una situación del CDS totalmente artificial. Este hecho se debe a que en el momento del sondeo (15 de agosto de 1982) la opinión pública tenía una levísima noticia de la posibilidad de existencia del CDS, y que debido a ello, el encuestado responde a Adolfo Suárez como líder, y no al CDS, que desconoce.

Por esta causa y por la citada relación empírica entre liderázgo y voto se puede aventurar, con mucha fiabilidad, que el nivel de in tención de voto al CDS, aplicados los correctivos del lideirazgo inducido -especialmente la baja valoración en las categorías morales debe hoy representar - una tenden cia dinámica ascendente.

Fraga y voto decidido AP

La citada ley empírica situaría a AP en estos momentos en una tendencia dinámica bastante más elevada que el 7.8%, de intención decidida de voto, dado el alto liderazgo de Fraga, de 44.3 puntos. Sin embargo, el análisis pormenorizado del liderazgo inducido y clientelas disponibles revelan que existen resistencias objetivas para que esta tendencia pueda estimarse por encima de determinados límites.

A la espera de confirmar estas observaciones en el t² (27 de septiembre ), AP aparece limitado, en su tendencia actual entre el 13% y el 14% del voto.

En efecto, la reserva del grupo UCD-79 y de las masas potenciales nuevas (nuevos votantes, mayor participación, aumento del censo) ofrecen serias resistencias a un desarrollo de AP por encima de determinados límites.

Condusión final

a) El liderazgo, como segundo factor explicativo de la desintegración de UCD, arroja una tendencia mucho más negativa para este partido. Los expertos de CITEP le sitúan en un contexto de difícil mantenimiento del 5.6%, e incluso apuntan una expectativa de disminución, que hace muy dif'lcil el mantenimiento del dinamismo necesario de un partido de la naturaleza de UCD en una campaña electoral. (Véase gráfico número 5).

b) Existe una clientela de centro atenazada por el CDS y AP, pero los límites de éste parecen fijarse no muy altos, esperando el t² para confirmar la tendencia del CDS.

c) La reestructuración de la clientela NS/NC-UCD aparece inviable para los actuales líderes de UCD a través de la valoración que los mismos hacen de los líderes concurrentes Suárez y Fraga.

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