El avión que se estrelló ayer en Málaga hizo recientemente tres vuelos averiado
El accidente del avión DC-10 de la compañía Spantax -único que posee la compañía aérea y que aún no ha sido pagado a la empresa japonesa que lo financió- pudo tener un precedente hace menos de tres meses. Solamente en el último trimestre, según ha podido saber EL PAIS de fuentes de absoluta solvencia, Spantax padeció varios incidentes en diferentes vuelos nacionales e internacionales, que han tratado de mantenerse en secreto. Unos incidentes que podrían estar causados por la política de Spantax, que, para intentar reducir su cifra de pérdidas, fuerza a los pilotos y tripulación auxiliar a trabajar un número de horas muy superior al promedio de las restantes compañías aéreas y que, en ocasiones, supera también el máximo legal autorizado.
Hace sólo un par de meses, precisamente el avión siniestrado, al mando del comandante Santacreu, salió con bastante retraso del aeropuerto de Palma de Mallorca con un problema de pérdida de aceite, que no se pudo solucionar antes del despegue, lo que no fue obstáculo suficiente para que emprendiera el vuelo. El avión aterrizó en Madrid y volvió a emprender vuelo con destino a Málaga donde volvieron a detectar la avería.Después de cuatro horas de retraso, en las que se intentó en vano solucionar el problema antes de seguir camino hacia Nueva York los pasajeros fueron embarcados de nuevo sin avisarles de la avería, ni de que, en lugar de su punto de destino, el avión regresaba a Palma de Mallorca -donde tiene su base de operaciones la compañía Spantax- a intentar la reparación. Los pasajeros fueron informados del cambio de itinerario cuando ya estaban dentro del avión, momentos antes de despegar. Una vez en Palma de Mallorca tuvieron que esperar varias horas sin recibir ninguna comunicación hasta que, solucionado el problema, pudieron seguir el accidentado viaje.
Por esas mismas fechas, un DC-9, al mando del comandante Mauri, -salió de Palma de Mallorca con destino a Oviedo y Santiago de Compostela, pese a que su primer punto de destino estaba cerrado al tráfico por condiciones climatológicas adversas. Al no poder aterrizar en Oviedo, el avión continuó vuelo a Santiago, donde intentó infrutuosamente, por tres veces, la aproximación al aeropuerto, que no se pudo llevar a cabo debido a la mala visibilidad. Posteriormente regresó a Oviedo, donde volvió a intentar el aterrizaje, sin conseguirlo, porque el aeropuerto seguía cerrado bajo mínimos." Finalmente se dirigió a Madrid, adonde llegó, en la terminología de los pilotos "casi seco" y el comandante tuvo que declarar emergencia de combustible.
Otro de los casos más recientes es el del DC-8 que tenía que hacer el vuelo de Zurich a Palma de Mallorca, al mando del comandante Arias. La tripulación fue avisada por los mecánicos de Swissair, del aeropuerto suizo, de que los frenos del avión estaban en muy mal estado y que. tenían que cambiarlos. Pese a ello, el avión despegó, en condiciones irregulares, con destino a Palma de Mallorca. Ya en el aeropuerto de Son San Juan, para evitar que los mecánicos de tierra pudieran detener el avión, la reglamentaría inspección fue llevada a cabo por la propia tripulación, que firmó el libro de vuelo del avión como si éste estuviera en condiciones de seguir pese a que el problema no había sido solucionado. El avión, en esas condiciones, hizo dos vuelos más.
En el caso del avión siniestrado ayer en Málaga, según fuentes de la compañía aérea consultadas por este periódico, el comandante Pérez Pérez -quizás el mejor de los cinco pilotos de DC-10 de Spantax, por testimonios recogidos por EL PAIS-, notó una fuerte vibración anómala en la carrera de despegue, probablemente debida al reventón de una o varias ruedas, y un golpe del ala contra el suelo. Inmediatamente intentó abortar el vuelo, pero le faltó pista para detener el avión y fue a desplomarse en la carretera.
Por su parte, fuentes del Sindcato Español de Piloto de Líneas Aéreas, SEPLA, dijeron a este periódico que, pese a formar parte de la comisión que investiga las causas del accidente, aún es pronto para conocer las causas reales del mismo. En su opinión, seguramente se debió a un cúmulo de circunstancias. Las mismas fuentes confirmaron que el DC- 10 es un avión que ha sufrido problemas con los motores, con las puertas y con las ruedas, y que, el reventón de una o varias ruedas del tren principal, y la posterior ingestión por el motor principal de las bandas de rodadura de las ruedas, podrían haber ocurrido en este caso.
Una compañía en apuros
Este accidente del DC-10 de la compañía Spantax puede suponer un serio revés para el futuro de una compañía nacida al amparo del boom del turismo y con las ayudas del régimen franquista. La compañía se encuentra en una difícil situación económica de la que pretende salir mediante un plan de viabilidad que ha presentado al Gobierno a fin de mejorar su cuenta de resultados.
Las medidas de salvación de Spantax comenzaron con un expediente de regulación dé empleo que afectó a su plantilla, compuesta de unos 1.200 trabajadores, un 10% de los cuales fue trasvasado a Iberia; siguieron con una medida similar que afectó a catorce pilotos y ocho mecánicos de vuelo, contestada por los afectados por considerar éstos que difícilmente la expulsión de veintidós trabajadores' podría arreglar los problemas de una empresa con más de mil -regulación que fue rechazada más tarde por el Ministerio de Trabajo, aunque Spantax sigue negándose a readimitir a los afectados tal como ordena la resolución de Trabajo-; y que, finalmente, ha terminado por exigír de los pilotos, tripulación auxiliar y aviones un número de horas de vuelo muy superiores a las de la media de las compañías aéreas y que, en algunos casos, superan incluso los límites impuestos por Aviación Civil.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.