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El 28 de octubre, elecciones generales

Intervención electoralista del presidente en televisión

Con un discurso que, de hecho, supone la apertura de la campaña electoral, el presidente Calvo Sotelo anunciaba anoche a los españoles la no reapertura de las Cortes y la convocatoria de elecciones para el 28 de octubre. En una aparición televisiva que le mostraba algo tenso, Calvo Sotelo, en clara alusión a la petición de mayoría para el cambio que reclaman los socialistas, dijo que "nada hace necesario un cambio de mayoría" y que "el partido en el Gobierno tiene capacidad e ilusión para merecer nuevamente la confianza de los españoles".Al margen de su electoralista intervención televisiva, Calvo Sotelo aprovechó al máximo las posibilidades que le confiere el artículo 115 de la Constitución -que el presidente no olvidó citar al comienzo de su breve discurso, de unos tres minutos de duración-, manteniendo en secreto, hasta el último minuto, su decisión final sobre la fecha concreta en que se realizarán las votaciones. Cuando todos los partidos, e incluso muchos dirigentes de UCD, esperaban la convocatoria electoral para mediados de noviembre, el jefe del Ejecutivo no desaprovechó la ventaja que le supone un adelantamiento sustancial al 28 de octubre. Felipe González manifestaba ayer privadamente, poco antes de emprender viaje a la República Federal su confianza en que las elecciones no tuviesen lugar hasta mediados de noviembre. Fuentes fiables dejaron entender que varios dirigentes de UCD y, desde luego, la mayor parte de los ministros, desconocían hace dos días cuándo se realizarían las elecciones. Las mismas fuentes informaron de que al menos dos ministros mostraron claramente su oposición a la decisión presidencial.

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La fecha del 28 de octubre comenzó a rumorearse a última hora de la mañana de ayer, señalándose que era fruto de una "decisión de última hora" de Calvo Sotelo. Según un portavoz del Gobierno, ni siquiera la comunicó al presidente de la Conferencia Episcopal, Gabino Díaz Merchán, cuando éste acudió el jueves a La Moncloa, acompañado del nuncio de Su Santidad en España, a entregar a Calvo Sotelo el borrador con los planes de la visita del Papa. Sin embargo, el presidente del Gobierno sí habría comunicado a los obispos la posibilidad de que el viaje coincidiese con la campaña electoral,

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Discurso del presidente del Gobierno

Calvo Sotelo admite que no se podían abrir las Cortes en condiciones aceptables de estabilidad y eficacia

Calvo Sotelo dijo, textualmente: "Acabo de someter a la firma de Su Majestad el Rey el decreto de disolución de las Cortes Generales. El artículo 115 de la Constitución atribuye esta decisión importante a la responsabilidad exclusiva del presidente del Gobierno, previa deliberación del Consejo de Ministros. La deliberación tuvo lugar esta mañana y me confirmó en el criterio que había formado hace algún tiempo. De acuerdo también con el artículo 115, el mismo decreto fija la fecha de las elecciones, que tendrán lugar el jueves 28 de octubre.""Desde la investidura he manifestado en varias ocasiones mi propósito de no adelantar sustancialmente las elecciones generales, aunque siempre ha añadido que no. debía entenderse ese propósito como un deseo de agotar a todo trance y hasta el último día la legislatura, independientemente de las circunstancias parlamentarias y políticas. Esas circunstancias han cambiado en las últimas semanas con la creación de nuevos partidos, de manera que son hoy distintas de aquéllas en las que fueron elegidos, hace tres años y medio, los actuales diputados y senadores. Esta situación no permite, a mi juicio, la apertura de un nuevo período de sesiones parlamentarias en condiciones aceptables de estabilidad y eficacia. Por eso he decidido la disolución inmediatamente, antes de que se reanuden las tareas legislativas en este mes de septiembre."

"Es verdad que todos los gobiernos desde 1977 han sido minoritarios, y han sabido hallar en cada caso los apoyos políticos necesarios para desarrollar su programa, pero, a partir de ahora, el Gobierno que presido se vería obligado a entrar en pactos difíciles y artificiales, confusos para la opinión pública y necesariamente deformadores de sus propios criterios. No creo que ni el prestigio de las instituciones ni la eficacia de la acción de Gobierno salieran ganando si yo me empeñara en mantener, con estos datos, la apariencia de una normalidad parlamentaria."

"No me he dejado llevar por ninguna consideración de partido al tomar la decisión de disolver, y he querido estar atento sólo a los intereses de España. El respeto a las Cortes y el deseo de hacer lo necesario para que la nación tenga cuanto antes un gobierno que se apoye mayoritariamente en ellas, han prevalecido en mi ánimo sobre cualquier otro razonamiento."

"Aunque siempre hay cuestiones pendientes en la vida política, creo que dejo cumplidos los compromisos fundamentales de mi investidura en cuanto se refiere a la política de orden público, a la política económica, a la política autonómica y a la política exterior. Las circunstancias singulares y difíciles del último año y medio no nos han impedido avanzar decisivamente en la construcción del Estado y en el asentamiento de las instituciones. Para ir más allá -y en política siempre hay que intentar ir más allá- procede ahora acudir a los electores y pedirles que hagan posible con su voto una mayoría parlamentaria que continúe la tarea."

"En una democracia no hay lugar para el vacío político, y no lo habrá ahora mientras el protagonismo vuelve, con la convocatoria electoral, a la sociedad. La Constitución no releva al Gobierno de sus responsabilidades hasta que, constituidas las nuevas Cortes, se produzca en el Congreso el debate y la votación de investidura, y se forme a continuación un nuevo gobierno. Tengan todos la certeza de que el que yo presido seguirá hasta ese momento haciendo frente a sus obligaciones con la misma entrega y la misma voluntad que le han movido siempre."

"No quisiera yo hacer de esta necesaria explicación sobre la disolución de las Cortes un primer acto electoral, pero sí me atrevo a pedir a cuantos me escuchan que vean en esta disolución un trámite normal de cualquier régimen parlamentario y de ninguna manera una señal de fatiga en quienes hemos aceptado la responsabilidad de gobernar. La legislatura que termina ha supuesto una transformación profunda de la sociedad española y ha habido, en torno al partido del Gobierno, una mayoría eficaz para un cambio pacífico y ordenado: éste es el hecho central de nuestra evolución política reciente y el que debe seguir animándola en el futuro. El partido del Gobierno tiene capacidad e ilusión para merecer nuevamente la confianza de los españoles y para continuar la obra comenzada en 1977. Nada hace necesario un cambio de mayoría, pero son los electores quienes ahora tienen la palabra, y yo espero confiado en su ponderación y en su madurez".

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