El 'Justicia' aragonés se restablece con el Estatuto de autonomía
El Estatuto de Autonomía de Aragón restablece una de las más queridas instituciones de esta comunidad: El Justicia, la mítica figura medieval defensora de las libertades aragonesas frente al poder real. El Justicia Mayor, simbolizado sobre todo por Juan de Lanuza, tiene un gran arraigo emocional entre los aragoneses y, desde hace algunos años, el 20 de diciembre -aniversario de su ejecución, por orden del rey de Castilla-, el monumento levantado en la plaza de Aragón, centro geográfico de Zaragoza, es escenario de actos de reivindicación nacionalista.
La institución de El Justicia de Aragón, de sólida tradición, aunque en su conocimiento se entremezclan la historia y la leyenda, vuelve a aparecer en la letra de la nueva comunidad autónoma, siendo sus misiones específicas "la protección y defensa de los derechos individuales y colectivos reconocidos en el Estatuto", "la tutela del ordenamiento jurídico aragonés" y la defensa del propio Estatuto. Sus atribuciones son tales, tras suprimir un párrafo que le negaba capacidad resolutoria en la redacción final del texto aprobado en las Cortes, que su figura -si bien similar- es más fuerte y de más amplios poderes que la del Defensor del Pueblo que establece la Constitución para todos los españoles. Así lo atestiguan los juristas, aunque se duda que la ley posterior que desarrolle esta institución mantenga su carácter hasta ese punto.El Justicia aparece en el viejo Reino de Aragón ya desde el siglo XII, como un caballero que por nombramiento real se erige en juez medio entre el rey y el reino. Pero es a partir del siglo XIII (Cortes de Ejea, 1265) cuando figura claramente definida su personalidad, asumiendo funciones tan jurisdiccionales como políticas de justicia constitucional. Es juez de contrafuero y defensor de las costumbres del reino, especialmente de su derecho foral -el más avanzado de su tiempo-, al que ha de preservar de la influencia del derecho romano.
En realidad, el siglo XIII registra un auténtico pulso de poder entre el rey y los nobles aragoneses. Estos, en mal momento económico, sienten, además, malestar político por la manifiesta inclinación de Jaime I (soberano de la Corona de Aragón) hacia la aristocracia catalana y consiguen -convertidos en fuerte grupo de presión- atraer a su causa particular al resto de las fuerzas sociales. A la cabeza de los estamentos del reino, se convierten en los portavoces de la defensa de las libertades aragonesas y obligan a institucionalizar de alguna forma la participación popular en la política del reino, restando poder a la monarquía. De aquella época ha quedado una frase transmitida por tradición oral, la de los nobles aragoneses al dirigirse al rey en estos términos: "Nos, que somos tanto vos, juntos somos más que vos".
En adelante, El Justicia intervendrá -para restablecer agravios- en los pleitos entre el rey y sus vasallos y, más aún, entre el rey y la nobleza o en los conflictos internos de ésta. El equilibrio le viene porque es el rey quien le nombra, pero pertenece a la nobleza, y no a la de sangre, sino a la Ramada nobleza baja, los caballeros, que son casi tan vulnerables como el pueblo.
La institución El Justicia es fruto del peculiar derecho de Aragón, basado en el pactismo, y de un régimen de libertades inusuales en el contexto de la época. Jerónimo Blancas llegó a escribir (en el siglo XVI, ante una clara decadencia del antaño poderoso reino) que, si no fuera por ellas, "los aragoneses se irían a otros reinos más fructíferos".
Las iras del poder centralista por esta situación descargaron (amén de abdicaciones forzadas de los justicias que caían en desgracia) en el infortunado Juan de Lanuza, calificado por la historia más de un joven inexperto que de un arrojado valedor de los derechos aragoneses. En su ejecución se ha querido ver, sobre todo, el deseo del poder real de imponer su completa autoridad. El episodio es significativo en este sentido y explica el carácter un tanto mítico que ha. adquirido su figura.
Lanuza, justicia mayor de Aragón número 34 en orden cronológico, pertenecía a una familia que había ostentado el justiciazgo de forma hereditaria desde siglo y medio atrás. A su muerte, el 20 de diciembre de 1591, tenía veintisiete años y llevaba tres meses en el cargo. Se vio envuelto en la huida de Antonio Pérez -que esgrimió su condición de hijo de aragonesa para acogerse a las leyes del reino-.
Aragón se dividió entre los partidarios del ex secretario general real, acusado de asesinato, asimilados a los defensores de los fueros, y los partidarios de la autoridad real. A los dos días del nombramiento de Lapuza, Zaragoza registró un grave tumulto que supuso la liberación de Antonio Pérez y la humillación de las autoridades reales. El justicia se colocó al frente de la resistencia aragonesista. Declaró contrafuero la acción de Felipe II de colocar sus tropas en las fronteras de Aragón, y Juan de Lanuza fue ejecutado sin proceso previo, como castigo ejemplar. Juan de Lanuza está considerado popularmente como el último justicia mayor de Aragón, aunque la institución continué, mermadas sus atribuciones, hasta los Decretos de Nueva Planta de Felipe V, que en 1707 dieron fin a ésta y a las restantes instituciones que hacían de Aragán un reino independiente.
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