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Romper a ETA

La Vanguardia

Las medidas de gracia del Gobierno español hacia militantes y dirigentes de ETA Político-militar que han abandonado la lucha armada están siendo aplicadas, tras una larga negociación del ministro del Interior, Juan José Rosón, con los dirigentes de Euskadiko Esquerra, Onaindía y Bandrés, con notable sigilo. Ya son una decena los amnistiados, y en breve plazo pueden llegar a casi un centenar. Da la impresión de que el Gobiemo quiere actuar con excesiva discreción, quizá temeroso de que se critiquen estas medidas. Un Gobierno fuerte no tienen que temer en sus repercusiones porque nacen de la confluencia política en el marco democrático de dos posturas antes irreconciliables y hoy dialogantes, aunque divergentes.No se trata de perdonar a ex etarras con crímenes de sangre ni a terroristas arrepentidos a la italiana. Pero está claro que se perdona a quienes han dirigido y practicado, en el pasado, una vía violenta para la que ellos llamaban liberación del País Vasco. A pesar de la crudeza de esta realidad, las medidas de gracia no son inoportunas. Hubo un precursor en el campo etarra, no de ETA Político-militar, sino de la Militar: Pertur. Sus mismos compañeros le hicieron callar por siempre. Onaindía, y Bandrés reivindican de hecho su análisis cuando ya advirtió que la llegada de la democracia y de la autonomía debían replantear la lucha armada. Por parte del Gobierno, el reconocimiento de que las medidas policiales deben ser complementarias de las políticas para combatir al terrorismo le ha llevado a una conclusión semejante en el otro campo: hay que replantearse la lucha antiterrorista. El cerebro del nuevo planteamiento fue precisamente el actual capitán general de Cataluña, teniente general Sáenz de Santamaría, quien se basó en el principio -desarrolla-" do hace unos días por el inspector jefe de la Policía Nacional, general Alcalá Galiano- de que en el caso vasco sólo las medidas políticas autonómicas podrían llegar al principal objetivo de cortar la ayuda de la población a los terrorístas, "contra quienes no hay nada que hacer si se mueven como pez en el agua".

De la confluencia de las dos posturas -no a la lucha armada por parte de algunos poli-milis y no a las medidas policiales como única solución al terrorismo- han nacido unos acuerdos que tienen el objetivo supreino, de romper a ETA: romper el apoyo, en tantos casos por simple temor, de una parte de la población, y romper, profundizando sus divergencias interiores, el bloque monolítico del dogrnatismo etarra. Este, lógicamente, acusa en seguida de traición y se encierra más y más en el círculo vicioso de la violencia, pero nula atención hay que prestar a las denuncias y, acusaciones de quienes practican, apoyan o silencian la dialéctica del tiro en la nuca", como acaba de escribir el también acusado de traidor -por contar simplemente la verdad de una extorsión- Ander Landaburu, periodista en el País Vasco. Desde otros sectores, se acusa al Gobierno de debilidad o en todo caso de poca claridad en el otorgamiento de estas medidas de gracia.

, 17 de agosto

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